¿Cuál es el sentido de revisitar el pasado para Olivier Assayas? El director francés, responsable de grandes películas como Cold Water (1994), Clouds of Sils Maria (2014) y Personal Shopper (2016), lo responde de muchas maneras en Irma Vep (2022), su flamante serie emitida por HBO y cuyos primeros cuatro episodios ya están disponibles en su servicio de streaming, HBO Max.
Para entender el motivo detrás de esa nostalgia mezclada con nihilismo del cineasta hay que ir, justamente, al pasado. Al año 1916, para ser más precisos. En ese momento, Louis Feuillade estrenaba su serie muda Les Vampires, objeto de fascinación de Assayas, quien veía en su protagonista, Musidora, a mucho más que una intérprete de fuerza arrolladora. Para él, era una figura casi extemporánea que merecía un tributo, y éste llegó con el largometraje Irma Vep (1996), inspirado en el clásico de Feuillade, con Maggie Cheung interpretándose a sí misma, y con el “niño mimado” de la nouvelle vague, Jean-Pierre Léaud, en el rol del excéntrico director René Vidal, álter ego de Assayas.
Como si este juego de cine-dentro-de-cine (o de serie-dentro-de-cine) no fuera suficiente, con Irma Vep Assayas se ponía metatextual al mostrar la dificultad de recrear Les Vampires en la industria cinematográfica francesa de mediados de los noventa. Además, durante la filmación de su obra, se enamoró de Cheung, quien fue su esposa durante tres años, y quien se retiró de la actuación en su momento de gloria para convertirse en un enigma, como si estuviera emulando a Irma Vep. Décadas más tarde, Assayas concibió el relanzamiento de su película, aunque en formato serie, un guiño no solo a la creación original con Musidora sino también a la actual coyuntura artística.
Así, entra en escena Mira Harberg (Alicia Vikander), una estrella del cine de acción que busca abocarse a proyectos conceptuales, y por eso acepta la oferta de Vidal (aquí interpretado por Vincent Macaigne, un gran comediante que ya había trabajado con Assayas en Non-Fiction) de filmar una serie de ocho episodios de Irma Vep. Mira -anagrama de Irma– arriesga su exitosa carrera para desviarse de lo que una figura de Hollywood debería hacer, con el objetivo de demostrar que es más talentosa de lo que sus actuaciones previas dejaron entrever, pero también para probarse a sí misma que es digna heredera de Musidora.
Para quienes vieron la película de Assayas, es fácil imaginar el derrotero de Mira, quien se mete en la boca del lobo al colaborar con Vidal, y al mimetizarse con ese personaje que está interpretando, una ladrona inescrupulosa, una mujer temeraria que lidera a ese grupo conformado por hombres con total confianza en sí misma. A medida que Mira se pone el catsuit de terciopelo y saca ventaja de su languidez para pasearse en silencio por cada recoveco del set, sus prioridades empiezan a cambiar y su perspectiva sobre la industria da un vuelco. De repente, la oferta de comandar una franquicia no es atractiva, como tampoco lo es ser el rostro de una línea de cosméticos y perfumes. La ebullición artística es lo único que le brinda refugio (de desamores, de miedos) y por eso la simbiosis con René, quien lidia con un cuadro depresivo, es lo que la mantiene activa, lo que la hace observar con displicencia un cine volátil y carente de ideas.
Entre guiños y confesiones íntimas
Desde los nombres de los episodios (idénticos a los de Les Vampires) hasta la inclusión de actores franceses que formaron parte de la Irma Vep original (como el caso de Nathalie Richard), Assayas se divierte trazando paralelismos con su película, pero sabe cuándo virar el foco. Consciente de que él mismo está haciendo una serie de nicho, pone esas palabras exactas en boca de Vidal para que no dudemos de su capacidad para hacer humor de lo autorreferencial. Irma Vep es, ante todo, una comedia meta, pero aggiornada a un presente en el que una remake de Les Vampires puede convivir con otras ficciones. De hecho, su serie se estrenó en el último Festival de Cannes donde Top Gun (2022) pasó como un topadora. Assayas juega con esa dicotomía entre sus críticas a la industria y el respeto de sus reglas; es por eso que los guiños a una de sus actrices fetiche, Kristen Stewart, tampoco faltan, y es por eso que a su serie la hallamos en streaming.
En el último episodio emitido hasta el momento, nos encontramos con los inserts habituales de Les Vampires, con la mirada al detrás de escena (con una excelente fotografía de Yorick Le Saux y Denis Lenoir) y, por primera vez, con secuencias de la Irma Vep de 1996. Maggie Cheung es la estrella del capítulo, quien reaparece en espíritu en un clima onírico con el nombre de Jade Lee, y con Vivian Wu interpretándola, ya que Assayas no logró persuadir a su ex esposa de actuar en la serie. La charla imaginaria entre René y Jade fue construida por el director para, como él mismo expresó, indagar a través de la ficción en los posibles motivos por los que Cheung se evaporó de su vida (“Algunos los sé, otros no”).
Se trata de un instante íntimo, frágil y confesional con el que el realizador se despide de su ex pareja y de su primera Irma Vep para plantarse en el presente. O al menos por un rato. Su serie, como dijimos, está atravesada por la nostalgia y el deseo de encapsular lo ya vivido.
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