Los años 2000 fueron la era dorada de las “chick flicks”, esas películas que se centran en la experiencia femenina. Fue una década pintada de rosa y glitter, en la que una generación de afortunadas pudimos crecer viendo joyas del género como Mean Girls (2004), Legally Blonde (2001) o 13 Going on 30 (2004). En ellas, generalmente, se entremezclan elementos románticos con narrativas sobre la importancia de la amistad y, sobre todo, historias de coming of age, la maduración personal de la protagonista. Con sus fallas y aciertos, construyeron el imaginario de toda una generación de chicas y les dieron un lugar en el que verse reflejadas, en un mundo en el que lo tradicionalmente femenino era considerado superficial y carente de valor. 

Justo al principio de la década, salía uno de los grandes clásicos del género, el que iba a catapultar a la fama a una de las mejores actrices de su generación, y popularizaría para siempre la forma correcta de levantar el pie al besar. The Princess Diaries (2001) sigue la historia de Mia Thermopolis (Anne Hathaway), una chica bastante loser que vive en San Francisco con su madre y un día descubre que es la heredera de la corona de un país llamado Genovia. Su abuela, la reina Clarisse (Julie Andrews) emprende entonces la ardua tarea de prepararla para su nuevo rol, convirtiéndola de una adolescente desgarbada en una princesa. Y en el proceso, ella también se ve transformada por esta relación.

La película se nutría de la fantasía de una vida normal convertida en algo extraordinario de la noche a la mañana, con un cambio de look y vida romántica incluidos. Pronto se convirtió en un gran éxito para Disney, que traía al live action su producto estrella: las princesas. Aún hoy, algunas de las mejores escenas perduran en la memoria de fanáticos, y hasta algunos audios se hicieron virales en TikTok.

La fórmula perfecta

El icónico dúo protagónico, conformado por una megaestrella de la talla de Julie Andrews y una desconocida como Hathaway, se come la película. Porque eso es lo que hacen las chick flick, mostrarnos las miles de formas en que las mujeres nos relacionamos con otras mujeres, incluidas nuevas versiones de nosotras mismas. La relación abuela-nieta entre dos personajes de mundos completamente opuestos, obligadas a aprender la una de la otra, es uno de los puntos fuertes. Así como la evolución de Mia, que descubre que puede reinventarse a sí misma, pero también debe encontrar un equilibrio entre quién su abuela -y su reino- necesitan que sea y quién quiere ser ella. 

Eso mismo sería más adelante el tema de la secuela, estrenada en 2004. “The Princess Diaries: Royal Engagement” se encuentra con Mia cinco años después de descubrir su verdadera identidad, recién llegada de vuelta a Genovia y lista para reclamar el trono. Sin embargo, una arcaica ley le impide portar la corona si no se casa dentro del próximo mes. Mientras tanto, un miembro del parlamento envía a su sobrino Nicholas (un joven y ya encantador Chris Pine) a seducir a la princesa y asegurarse que no llegue al altar a tiempo.

De esta forma, la película deviene más en una comedia romántica, similar a varias que salieron en aquellos años, en las que una joven que pertenece a la clase gobernante se encuentra bajo el ojo público, mientras intenta llevar adelante una vida romántica normal. Ese mismo año se estrenaron dos película muy similares entre sí –First Daughter y Chasing Liberty– en las que la hija del presidente de los Estados Unidos (Katie Holmes y Mandy Moore respectivamente) debía enfrentarse a la misma situación. Finalmente, por supuesto, triunfa el amor. Pero, afortunadamente, también lo hace el sentido común y Mia logra abolir la ley y ser coronada sin tener que casarse.

La secuela tuvo una excelente recibida en términos de audiencia, pero no así en la crítica. En un año en que el boom de las chick flicks estaba en auge -no olvidemos que es el año en que se estrenó *me pongo de pie* Mean Girls– The Princess Diaries: Royal Engagement no ofrecía nada que fuera comparable a su predecesora. La dupla original seguía funcionando, pero la evolución de ambos personajes lleva a que los choques entre ellas sean menos divertidos y el foco se corre de su relación hacia las historias de amor de ambas protagonistas.

La incorporación de Chris Pine fue más que acertada y su personaje colmaba las tóxicas expectativas con las que millones de jóvenes encaramos nuestras vidas románticas, pero no era suficiente para que olvidemos a Michel Moscowitz (Robert Schwartzman), el hermano de la mejor amiga de Mia y su interés amoroso en la primera parte. Como tantas otras secuelas, la película está bien y cumple, pero no deslumbra. Quizás su mayor logro sea finalmente concretar el ship de la reina con su jefe de seguridad y chofer, Joe (Héctor Elizondo), cuyo amor prohibido finalmente logra ver la luz.

Un futuro nostálgico

Tras una primera parte icónica y una secuela un poco olvidable, Disney anunció hace pocas semanas que se encuentran produciendo una tercera entrega para la saga. En los últimos años, muchas han sido las instancias en las que las partes interesadas (desde Hathaway hasta la productora Debra Martin Chase, pasando por el finado director Garry Marshall) manifestaron su deseo por volver a Genovia. En una entrevista en 2019, Anne Hathaway hasta comentó que Julie Andrews también estaría interesada. Chris Pine, Heather Matarazzo y Mandy Moore (quienes interpretaban a la mejor amiga de Mia, Lily, y su rival, Lana, respectivamente, en la primera entrega) también han manifestado sus deseos de realizar algún cameo.

Sin embargo, al día de hoy es poco lo que sabemos de esta próxima película, que recién está en pre-producción. A pesar de todas las afirmaciones al respecto, ningún integrante del elenco está confirmado para la potencial secuela, incluyendo a Andrews y Hathaway. Las únicas confirmaciones son el regreso de Debra Martin Chase como productora y la incorporación de Aadrita Mukerji (Supergirl) y Melissa Stack (Godmothered) como guionistas.

Sin siquiera una fecha estimada, podemos asumir que no volveremos a ver a Mia portando la corona al menos hasta 2024 y no hay noticias oficiales sobre un posible argumento. Desgraciadamente, Disney no viene con los mejores antecedentes, ya que este año estrenó, directo a streaming, dos secuelas de clásicos de los noventa y tempranos 2000 (Hocus Pocus y Enchanted), que pasaron sin pena ni gloria, fallando en contentar a los fans de antaño y en atraer a una nueva generación. No quedará más que esperar para ver si la experiencia se repite o si, en cambio, la tercera es la vencida.