El silencio mata

Despertar de primavera… ¿Qué despierta esta obra en nuestra sociedad?

El teatro como resistencia viva: La obra que pone en evidencia que sin ESI, el deseo se vuelve tragedia.

por | Ago 2, 2025

Como hablamos en la nota anterior, si hay algo que atraviesa a esta obra desde su núcleo más profundo es la ausencia de una educación sexual integral, empática y real. Despertar de primavera nos obliga a hacernos una pregunta incómoda: ¿cuánto cambió la realidad de los adolescentes desde 1891? 

La ignorancia mata 

La obra comienza con Wendla, la protagonista, preguntándole a su madre cómo se hacen los bebés. La madre, en lugar de explicarle, le miente, le dice que los hijos vienen cuando una mujer ama mucho a su esposo. ¿Por qué hace esto? ¿Acaso la madre es mala? No, la madre es otra víctima del resultado de una sociedad machista. El resultado de esta falta de información hace que su desenlace sea trágico. 

Moritz, por otro lado, se desespera porque no comprende lo que le pasa a su cuerpo. Le teme a sus erecciones, al deseo, al examen escolar, a su propio fracaso. No tiene con quién hablar y los adultos solo le exigen perfección argumentando que “lo único que tiene que hacer en su vida es estudiar”. 

Estos no son simplemente “dramas teatrales”, son las consecuencias directas de una sociedad que prefiere el silencio antes que la verdad, que prefiere la vergüenza antes que el diálogo, que prefiere el castigo antes que el acompañamiento. 

Educación sexual: una deuda histórica

Aunque hoy contamos con leyes como la ESI en Argentina (Educación Sexual Integral, sancionada en 2006), su implementación real sigue siendo desigual, fragmentada y resistida en muchos contextos escolares, especialmente en comunidades donde prima la desinformación o el dogma religioso.

Despertar de primavera denuncia que la ignorancia no es inocente. Que el desconocimiento no es neutral, y que los silencios son herramientas de violencia. La educación sexual integral no es sólo información biológica: es hablar de vínculos, de emociones, de elecciones, de consentimiento, de diversidad, de autonomía.

La obra nos recuerda que el deseo no puede ser controlado, pero sí puede ser acompañado. La adolescencia no es un problema a corregir, sino una etapa vital que necesita ser escuchada y contenida. El cuerpo es territorio de derechos, no de castigos. 

Una obra que grita lo que aún se calla 

En 1891, su autor Frank Wedekind ya entendía que hablar de sexo era una cuestión política, que lo prohibido mata y que lo no dicho se pudre adentro. 134 años después, su obra sigue funcionando como un espejo feroz de la actualidad: nos muestra que las preguntas siguen ahí y que el daño al ser ignoradas sigue teniendo consecuencias en nuestro presente.

Si queremos despertar de verdad, no alcanza con aplaudir el final. Hay que hablar. Hay que enseñar. Hay que escuchar. Pero Despertar de primavera no es solo una obra sobre las consecuencias de la represión, también es una oda al derecho a sentir. 

La adolescencia no es sinónimo de inmadurez 

Una de las primeras violencias que muestra la obra es la manera en que el mundo adulto niega profundidad a los sentimientos adolescentes. Se les infantiliza, se les minimiza, se les encierra. Al poner esta obra en escena se reconoce que el deseo adolescente es real, legítimo, confuso, urgente y muchas veces hermoso.

En vez de bajarle el volumen a sus emociones, se las amplifican.  En vez de juzgarlos, los observa. En vez de moralizar, lo pone en escena. En Despertar de primavera, el deseo no es un “problema” a resolver. Ninguno tiene una respuesta, están desorientados, y no hay adultos que los acompañen. 

Sin embargo, dentro de sus diferentes formas, todos sienten. Todos se mueven hacia el otro. Eso es lo que hace el deseo: nos hace buscar, aunque no sepamos qué.

¿Qué enseñan estos vínculos? Que el amor adolescente no es menos verdadero por no tener “forma correcta”. Que el deseo no debería darnos miedo, sino herramientas. Y que amar (aunque duela) es mejor que callar. 

Despertar de primavera no juzga, no encasilla, no diagnostica. Muestra. Deja que cada cuerpo, cada mirada, cada roce, cada silencio hablen por sí solos. Y en esa honestidad brutal, nos enseña que amar fuera de norma no es peligroso.  
Lo peligroso es seguir fingiendo que no existe. 

El teatro que arde en el cuerpo político 

Volver a poner en escena Despertar de primavera no es un gesto inocente, y menos en 2025. En el contexto político y social que atravesamos hoy en Argentina (y en gran parte del mundo), esta obra se transforma en un acto de resistencia. Porque sí, lamentablemente la represión, la censura, el adultocentrismo, la ignorancia impuesta y la violencia institucional siguen vivas. El cuerpo de lxs adolescentes sigue siendo un campo de batalla. 

En los últimos años, hemos visto un avance sostenido de discursos antiderechos: ataques a la Educación Sexual Integral, negación de la diversidad sexual y de género, intentos de borrar la memoria histórica, represión del derecho a la protesta, infantilización o criminalización de la juventud, y una violencia simbólica que se naturaliza en medios, redes y movimientos políticos. Todo esto hace que una obra como Despertar de primavera no solo dialogue con su tiempo original, sino que grite en el nuestro. 

Lamentablemente, esta historia no necesita ser actualizada. Sigue habiendo adolescentes que no saben qué les pasa porque nadie les explica. Sigue habiendo familias que prefieren callar. Sigue habiendo escuelas que enseñan a obedecer antes que a pensar. Sigue habiendo religiones que prefieren la culpa al deseo. Sigue habiendo cuerpos vulnerados y preguntas castigadas, con una justicia que hace la vista gorda.

Que una sala se llene para ver esta obra no es solo un fenómeno artístico, es un hecho político. La obra dice lo que los discursos oficiales pretenden negar. Hacerla es resistir desde la emoción, desde la escena, desde el encuentro. E ir a verla es elegir pensar lo que molesta.

En tiempos donde se recorta el acceso a la cultura, donde se criminaliza la educación crítica y se celebra la ignorancia, el teatro (y particularmente este teatro de realismo social) se vuelve trinchera. Despertar de primavera no es solo una obra de teatro. Es una advertencia. Una pregunta sin resolver. Una oportunidad para hacer esas preguntas que nunca nos enseñaron a formular. 

En 1891, fue censurada por decir demasiado. 
En 2025, vuelve a escena porque el silencio ya no es opción.

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Greta Emma

Greta Emma tiene 27 años, se licenció en Artes Dramáticas en la Universidad Nacional de las Artes en el año 2024. Es actriz, improvisadora, productora, directora teatral y escritora. Publicó su primera novela "Lluvia de primavera" en 2023, acaparando la atención del público juvenil. Y en 2024 sacó su poemario interactivo llamado "Perpetua". Amante del teatro es productora de dos teatros independientes, además de participar en varias obras.