El siniestro personaje de Patricia Highsmith supera sus adaptaciones anteriores con elegancia y solidez, desde el misterio y la violencia sugerida.
El siniestro personaje de Patricia Highsmith supera sus adaptaciones anteriores con elegancia y solidez, desde el misterio y la violencia sugerida.
El duelo entre el gorila gigante hollywoodense y el lagarto icónico de Japón alcanza sus extremos más exagerados con un entretenimiento del más puro.
Andrew Haigh tomó una novela del escritor japonés Taichi Yamada y la versionó como una historia de amor entre dos hombres devastados por la soledad.
Una sátira inteligente acerca de la hipocresía cultural y las expectativas intelectuales de un escritor afroamericano que batalla por la aceptación.
La artista convierte su visión del amor en una biopic atrevida y muy personal. Entre el drama edulcorado y una exploración profunda sobre el éxito.
La película da en el punto clave, transmitiendo unas ganas tremendas de enamorarse y vivir una aventura simple, con la posibilidad de un final feliz.
La película supera con elegancia sus grandes desafíos: no quedar reducida a la comparación con Spielberg y además encontrar su propia personalidad.
La nueva versión musical es tanto un tributo a la original de 2004 como una obra independiente, divertida e irreverente, empaquetada en rosa furioso.