Empezando su acto final, la última temporada de Arcane (2021-2024) nos lleva a un universo paralelo, revelado así cual fue el destino de Ekko (Reed Shannon). O mejor dicho, uno dentro de varias posibilidades.
Es así como lo vemos despertar en otra versión de su propio cuerpo, en otra versión también del pueblo subterráneo de Zaun. Ahí el aire ahora es impoluto y las diferencias sociales con Piltover no están tan marcadas. Sus mentores, así como varios de sus amigos, aún están con vida, pero es la aparición de Powder (Ella Purnell) lo que realmente lo sorprende. Unidos románticamente, ambos parecen compartir una vida normal y proyectos juntos.
Claro, las pérdidas no faltaron en la vida de ella, ya que su hermana Vi (Hailee Steinfeld) en ese mundo murió en un atraco. Pero nos queda claro que con el apoyo de Vander (JB Blanc) y del resto de sus afectos, lo único que Powder necesitaba para no convertirse en la inestable Jinx era un buen círculo de contención. El futuro nunca estuvo escrito en piedra.
Eventualmente Heimerdinger (Mick Wingert) se cruza en el camino de Ekko, explicando que pasó décadas esperándolo, usando ese tiempo para aprender diversos oficios como tocar la guitarra. Además, cargando en su conciencia con los recuerdos de la inequidad social en el mundo de donde provenía, quizá haya sido el responsable de haber terminado con aquel terrible status quo que había entre ambos pueblos.
Juntos, llegan a la conclusión de que usando unos fragmentos de las orbes azules les sería posible reproducir el proceso anómalo que los devolvería a su propio universo. Powder, desconociendo sus intenciones, les presta sus grandes capacidades ingenieras para ayudar, un potencial que irónicamente solo es explotado como se merece en otro mundo que la llevó a la locura. Mientras desarrollan este artefacto, comprendemos el rol que Ekko jugaba en la intro de la segunda temporada cuando su sombra se movía como agujas de un reloj yendo hacia atrás. La máquina que el trío crea le da la capacidad de retroceder el tiempo por cuatros segundos.
Cuatro son los frames por segundo en la escena en que Ekko y Powder bailan antes de que él deba partir, haciendo lento el momento y permitiendo saborear aquella vida de ensueño que sabe que va a perder. Sin decirle que va a partir, él le regala un collar con una imagen de una rosa azul, una flor relacionada a lo imperfecto y aquello imposible de alcanzar. En un lado del dije, podemos ver entre los pétalos los perfiles de la pareja, pero solo al girarlos el azul y blanco de cada lado de la imagen coincide con los colores de sus cabellos, por un instante, completándolos.
“A veces saltar adelante significa que dejemos cosas atrás”, le dice Powder, muy probablemente ya habiendo intuido el propósito de aquello en lo que estaban trabajando. Luego de que Heimerdinger optimiza la máquina y recrea la anomalía, realiza su propio sacrifico y da su vida para mantener el artefacto funcionando, mandando a Ekko devuelta a casa.
Admirando nuestras grietas
Finalmente se nos revela que Mel (Toks Olagundoye) posee los poderes de una maga. La Rosa Negra la libera, con la ilusionista tomando la forma de una chica a la Ambessa (Ellen Thomas) ejecutó en la primera temporada para darle una lección a su hija. La hechicera le ofrece a Mel unírseles, llamándola “hermana” cuando le entrega un collar que potenciaría sus poderes. Aceptando, Mel se embarca devuelta a Piltover, en donde su reencuentro con Jayce (Kevin Alejandro)es interrumpido por la nueva arma de su madre: con la ayuda del alquimista Singead (Brett Tucker), revivieron el cuerpo de Viktor (Harry Lloyd) y lo llevaron un paso más cerca a lo que él considera la gloriosa evolución.
Con esta nueva forma, una fría lógica prevalece sobre las emociones humanas. El espíritu de Sky (Kimberly Brooks) se despide de él durante la transmutación, mostrando simbólicamente que ella mantenía un balance emocional dentro de Viktor. Sky era su conexión con sus recuerdos de infancia, ya que en la primera temporada los vimos conocerse cuando eran niños. Pero tambien era el equilibrio entre lo femenino y masculino, así como su anclaje a un pensamiento que se permite ser sensible.
Así como Viktor revive tambien lo hacen sus discípulos, conectados a su mente y ahora convertidos en fríos autómatas que se mueven de manera sobrehumana y que la fuerza combinada de Jayce y Mel detiene con mucha dificultad. Esto lleva a una alianza entre Zaun y Piltover al reconocer que tienen un enemigo en común y que lo que está en peligro es su individualidad misma si Viktor consigue infectarlos a todos.
La antigua mesa en forma de engranaje usada por el consejo fue reconstruida, sus grietas ahora unidas con oro, una característica que también podemos apreciar en los robots que siguen a Viktor. Esto podría ser una referencia al arte japonés del kintsugi, una técnica por la cual se repara la cerámica usando polvo de oro a manera de resaltar la belleza de sus defectos. En el caso del consejo, es un símbolo de la unión de ambos pueblos. Si bien no deben olvidar las razones por las cuales surgieron grietas entre ambos, pueden juntos aspirar a construir algo mejor. Pero en el caso de Viktor, estas imperfecciones son parte de lo que lo hacía humano, algo que Jayce más tarde le recordará.
Jinx mientras tanto, esta devastada tras el sacrificio de Isha. La vemos desarmada, descalza, con el pelo suelto. En una de sus imaginarias charlas con Silco (Jason Spisak), este le recalca como todos están atrapados en un eterno ciclo de violencia, uno del cual ella se siente el eje. Vi aprovecha que la prisión está vacía para rescatar a su hermana pero Jinx la encierra en la celda, asegurando que ya sabe cómo terminar con todos sus males al insinuar que va a acabar con su propia vida.
Caitlyn (Katie Leung) eventualmente llega y encuentra a Vi encerrada, dejando en claro que había usado su posición como comandante para alejar a todos los guardias y permitirle sacar así a su hermana sin que ella se diera cuenta de la treta. Se da ahí uno de los mayores momentos de intimidad tanto física como emocional entre ambas, marcando otro paralelo al ser justamente en esas las mismas celdas donde se conocieron por primera vez. Todavía en los momentos de mayor desesperanza, podemos refugiarnos en quienes amamos.
Rompiendo la rueda
La batalla final es una que desde el comienzo Jayce sabe que van perder, ya que mientras Ekko vio un mundo en donde encontró amor y optimismo, él llegó a un futuro devastado por la ambición de Viktor. Es así como nos hundimos en el caos total. Maddie (Katy Townsend) se revela como una traidora, leal a Ambessa y seguramente estratégicamente puesta en la cama de una despechada Caitlyn.
Si bien podríamos decir que la joven enforcer solo seguía instrucciones, cuando se le ordena ejecutar a su superior y amante, ella le apunta a Cait en la parte de atrás de su cuello en vez de la cabeza. Esto significa que buscó paralizarla y sofocarla con su propia sangre en lugar de darle una muerte rápida. Es un gesto perverso que vemos reflejado en un único frame negro, en donde con un garabato superpuesto sobre su silueta aparece una cruel sonrisa caricaturesca. Esto nos muestra el claro disfrute de la soldado al intentar llevar a cabo la orden, momentos antes de que el tiro le salga por la culata.
“La desesperación es la puerta al olvido, niña,” Ambessa le recuerda a Cait tras herirla en el abdomen, repitiendo la lección que la comandante parece no haber aprendido. Pero es irónico que Ambessa misma rara vez mantuvo la compostura, mostrándose llena de ira en su anhelo por terminar con la Rosa Negra. Es finalmente Mel quien se enfrenta a su madre, haciendo un despliegue de sus nuevos poderes como maga mientras la deja a merced de la hechicera quien la guio en su camino de autodescubrimiento. Pero Mel las sorprende al demostrar estar consciente de que siempre fue vista como poco más que un instrumento para ambos bandos. Llevando a cabo un último gran acto de rebelión e independencia, suelta sus cadenas y acaba con las dos.
Sin embargo, el verdadero gran adversario es otro y se nos revela con la última gran evolución de Viktor. Su rostro aparece partido, con una máscara metálica y sin facciones, sin emociones, emergiendo del centro. Un brillante halo se posa detrás de su cabeza, así como las almas conectadas a su consciencia tienen un brillo dorado, ambas siendo referencia a la divinidad en la iconografía cristiana. Su nueva cara además se puede relacionar con las trinidades trifaciales o el trifonte, un tipo de representación aún más antigua y que encontramos en culturas como la celta o la romana.
Al momento en que Jayce cae de rodillas se ve a sí mismo como la crisálida que quedó de su cuerpo en ese futuro alternativo. Ahí es consciente de la paradoja temporal: morirá en ese lugar para que su yo del pasado encuentre el martillo que ahora empuña. Pero Ekko hace uso de su máquina del tiempo, usando las runas de la magia arcana para intentar salvarlos una y otra vez.
Es retrocediendo aún más atrás en donde encontramos al mago que alguna vez ayudó a Jayce y a su madre, el mismo encapuchado que lo guio silenciosamente a través de esa carcasa vacía y muerta que dejó el apocalipsis. Esta es una versión más vieja de Viktor, quien en cada nueva línea temporal le entregó distintas runas, cada una un nuevo intento por salvar al mundo. Eventualmente esta coincide con la que Ekko usa en su artefacto temporal, generando una explosión que por primera vez logra lastimar al Viktor del presente.
Con su máscara ahora rota, los remanentes de su consciencia humana son capaces de ver a través de Jayce lo que les depara el futuro y el vacío que su gloriosa evolución implica. Se ve a si mismo más viejo, sabio y consiente de que de todos los universos que recorrió solo Jayce tiene la respuesta para salvarlo a él, así como a su mundo. Jayce es el único capaz de hacerle comprender que aquello que buscó todos estos años era más que una cura para lo que él consideraba como debilidades. Jayce es la única persona capaz de hace que Viktor comprenda que él nunca estuvo verdaderamente roto.
Así como el kintsugi resalta las marcas que componen la historia de una pieza de arte, Jayce le explica que una pierna defectuosa o las emociones son aquellas cosas que marcan nuestra individualidad y nos hace humanos, habiendo una belleza irremplazable en eso. Mientras sacan la runa que cargaba en su muñeca, consiguen liberar a las almas de la colmena espiritual que Viktor había creado. Las texturas de lápices a color y tizas pastel ganan predominancia, realzando la luz y regresándonos a un estilo visual más tradicional mientras el dúo desaparece, trabajando juntos una última vez.
Un último sacrificio
Una de las mayores vueltas triunfales es la de Jinx, con la quien nos reencontramos en el último capítulo ya dispuesta a terminar con su vida. Ekko la encuentra, las lágrimas secas en el rostro de ella parecen marcar el nombre de su hermana en reversa. La vemos detonar una de sus granadas varias veces, con Ekko retrocediendo el tiempo y tratando de convencer en cada ocasión de que no debe desperdiciar su vida. Es interesante como esta escena invierte un estereotipo de género en donde es ella quien realiza una acción violenta mientras el apela a la sensibilidad para salvarla.
El espíritu de Isha sigue vivo para aquellos listos a enfrentar la batalla no solo esperando destruir al otro, sino con fe en generar un cambio. Así vemos a una Jinx que intercambió los roles de su relación con la pequeña, esta vez renovándose casi a su semejanza. No solo se cortó las largas trenzas que la identificaban sino que se bañó en color, garabateando con colores vibrantes tanto su cuerpo como el de Ekko.
Esto marca además como en esta realidad ellos dos también encontraron una conexión e intimidad propia. Así como alguna vez la vimos decir de niña que algún día volaría en un dirigible, utiliza una nave aérea para llevar a cabo su entrada triunfante y dar pelea. El enfrentamiento no solo la pone del lado de Vi, sino que una vez más vemos luchar contra Vander, cuyo cuerpo otra vez es usado como un títere.
Tal como en el primer acto de la primera temporada, Jinx cuelga hacia una muerte segura mientras su hermana le sostiene la mano, desesperada por salvarla. Pero esta vez Jinx sabe que para que Vi viva, al igual que hizo Isha debe dejarlo todo. Soltándose, cae junto a Vander a lo que parece una muerte segura, abrazándolo mientras desaparecen. Vemos una explosión, pero si bajamos la velocidad de la escena un rayo violeta se aleja antes de que suceda. Esto puede que sea una mera coincidencia, pero recordemos que se da dentro de una serie que no deja nada al azar. Ese rayo violeta, del mismo tono de los ojos de Jinx y del Shimmer, se puede ver en varias escenas de acción para marcar la velocidad a la que a veces se mueve el personaje.
Tampoco es coincidencia que llegado al epilogo veamos a Caitlyn estudiando los mapas de su familia, específicamente los ductos de ventilación que podrían haber servido de puerta de escape a Jinx. Es una silenciosa reflexión que se guarda para sí misma mientras seguimos adelante para ver el fin de otros personajes. Mientras Mel regresa a Novax al haber tomado el rol de su madre, Singead demuestra haber conseguido descifrar la tecnología que devolvió a su hija a la vida en un cuerpo robótico. Piltover y Zaun están unidos en el duelo de sus caídos y con un consejo reconstituido con representantes de ambos pueblos. Sevika (Amirah Vann) toma la silla que alguna vez ocupó la madre de Caitlyn.
Vi y Cait terminan juntas. Hablando calmadamente pero casi en código, Caitlyn le pregunta si va a seguir luchando. Al fin y al cabo, ese es el ciclo autodestructivo de Vi y la manera en la que siempre supo amar. Cada una de sus heridas proviene de la necesidad autoimpuesta de tomar como responsabilidad propia el cuidar de los demás, algo que acarreó prematuramente tras la muerte de sus padres. Es una lucha llevada con puños que le costó sus afectos así como su libertad en el pasado. Por primera vez vemos que Vi ya no usa guantes o vendas sobre los brazos, como cuando estaba lista para pelear. Le asegura tranquilamente que Cait no va a perderla, que ella es como “la mugre bajo sus uñas”, algo de lo que no puede librarse. Es momento de confiar en la otra, en cuidarse mutuamente y vivir, mirado hacia el futuro y dejando ir al dolor de heridas pasadas.
Lo que depara el futuro
La serie termina además con la aparición de un ave picoteando lo que parece ser todavía partes de la infección del Hexcore en el barco que transporta a Mel, principalmente dando a entender que puede aún haber residuos de la anomalía en este mundo. Por otra parte, este cuervo de seis ojos es una referencia al gobernante de Noxus, tierra de origen de ella y a donde seguramente se dirige como nueva líder del clan Medarda. Es muy probable entonces que Mel sea parte central de uno de los tres los futuros spin-offs de Arcane, ya que segun fueron anunciados estos se desarrollarán en la ya nombrada Noxus, así como las regiones de Demancia e Ionia.
Por otra parte Fortiche, el estudio de animación que originalmente tenía tan solo quince artistas cuando Riot Games les ofreció Arcane como su proyecto, ahora está trabajando en su primer largometraje. Inspirada en la mitología griega, Penelope of Sparta (2026) será un coming-of-age fantasioso en donde acompañaremos a una versión adolescente de la mujer que algún día se convertirá en la esposa de Odiseo en el poema épico de Homero. Estudiando en una competitiva secundaria, la veremos rodeada de varios famosos personajes como Aquiles o Helena de Troya, mientras la chica se enfoca en la tarea impuesta por su padre: liberar al pueblo de Esparta del yugo ateniense.
Así es que se nos fue Arcane, una serie que ya se convirtió en la bisagra y ejemplo para el resto de las producciones animadas que lleguen a la pantalla chica de ahora en más. Celebrando el talento de sus artistas, la serie se permitió explorar las capacidades de las más variadas técnicas y estilos que la animación contemporánea tiene para ofrecer, pero siempre haciéndolo con un anclaje conceptual que convertía la elección de cada herramienta digital en algo simbólico. Con un guion que tranquilamente podemos comparar con una tragedia griega, nos dio un abanico de personajes en donde hasta aquellos secundarios tienen sus complejidades y riquezas así como una historia completamente política que refleja preocupaciones sumamente actuales.
Aprovechando el formato del video musical, Arcane nos brindó memorables escenas en donde las melodías y sus letras, en múltiples lenguajes, profundizaban al exponer las sensaciones que sus personajes atraviesan. Esta es una de esas series en donde poner pausa aleatoriamente muchas veces significa encontrarnos con un trabajo de composición impecable. En ella, los paralelismos no son meros easter eggs o anécdotas, sino que momentos cuidadosamente calculados para enriquecer una historia y la de personajes evidentemente amados por sus creadores. Arcane, sin duda, pasará a la historia como una obra de arte.
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