Destructor de Mundos

“Oppenheimer” de Christopher Nolan: el triunfo y la tragedia del Prometeo americano

Tensa, devastadora y deslumbrante, Christopher Nolan se supera a sí mismo en una biopic tan intimista como titánica en su tema y ejecución.

por | Jul 20, 2023

"Oppenheimer" de Christopher Nolan: el triunfo y la tragedia del Prometeo americano

Es un encuentro breve, simbólico, pero ante todo contundente. J. Robert Oppenheimer (Cillian Murphy) se acerca a un Picasso; es el reflejo de dos hombres modernos, genios monstruosos por motivos muy distintos. El físico, una de las mentes más brillantes y atormentadas del siglo XX, es retratado en una película que analiza la vida del llamado “padre de la bomba atómica” con una tridimensionalidad a la cual pocas biopics o películas históricas logran alcanzar.

Presentándolo desde sus inicios como un prometedor estudiante hasta su implicación como uno de los teóricos encargados de desarrollar el Proyecto Manhattan, la película se desdobla en distintas líneas temporales, Esto da lugar a que la imagen se transforme al blanco y negro a la hora de representar las audiencias a través de las cuales la lealtad y alianzas políticas del científico fueron cuestionadas.

Christopher Nolan se toma su tiempo, entregando tres horas de metraje que evidentemente no quieren desmerecer las dimensiones del tema, retratando la enormidad de un cambio de paradigma y el inicio de la carrera armamentista a la vez que fusiona este relato con el más íntimo de los dramas.

Una masterclass en todas sus facetas

En un tiempo donde la postproducción digital parece ser la definición de espectacularidad para los estudios cinematográficos, la decisión estética de no usar CGI habla de la confianza que el director tiene respecto a su guion, una seguridad completamente justificada. Elegante, maduro y demostrando la complejidad que ya es insignia de Nolan, la película sabe encontrar balance entre la pluma con la narrativa visual, potenciándola.

El realismo de la fotografía parece bajar a tierra una historia en donde la verdad es más terrorífica que la ficción,  logrando que convivan las más impactantes tomas con los fantasmas escondidos detrás de una simple mirada. No hay necesidad de representar mundos quánticos fantásticos para explicar el microcosmos de los átomos y su funcionalidad. Simples juegos de luces y efectos prácticos son más que suficientes para reflejar la mente de un hombre que ve al mundo de una manera adelantada a sus días.

Mención aparte merece la edición de sonido, demostrando que esta es una de esas películas en lo cual lo auditivo se convierte en un intérprete más, una pieza clave que cuenta su propia historia como una presencia invisible. De la misma forma, la inmersiva banda de sonido del sueco Ludwig Göransson (The Mandalorian), se convierte también en otro de los mástiles que sostienen a la historia. Murphy no lo necesita como una muleta, pero esto lo acompaña para solidificar los climas o reflejar sus luchas interiores. Tal es la intensidad a la que mutuamente llegan que hasta una simple discusión puede competir con la tan esperada prueba de la bomba Trinity.

Delicado resulta también el trabajo de edición de Jennifer Lame (Tenet), quien logra hacer que ambas líneas temporales converjan de una manera no solo fluida, sino que logra que una película tan cargada de dialogo, por filosos que resulten, no solo sostenga el ritmo sino que nos mantenga al borde del asiento. Es cierto que las tres horas de duración llegan a hacerse sentir, pero la historia es tan atrapante que jamás afloja en la manera en que acapara la atención de su audiencia.

Tu cara me suena

Este protagónico probablemente sea una de las notas más altas en la carrera de Cillian Murphy (Peaky Blinders). Su Oppenheimer se presenta engañosamente simple y pragmático, pero a través de los quiebres aparece una carga de consciencia que parece casi imposible de sostener para la mayoría de sus pares. Nolan no pasa juicio en la manera que lo escribe, sino que retrata las diversas caras de un genio con complejo de dios y sus arrepentimientos. Al mismo tiempo lo desnuda, no dudando en mostrar lo repudiable de su accionar en las diversos aspectos de su vida, sin llegar a resultar aleccionador en ningún momento.

Lo acompaña además un elenco enorme y de élite. Entre ellos se destacan Emily Blunt (A Quiet Place) como Kitty, esposa del físico, cuya ferocidad deja entrever casi midiéndola milimétricamente. El personaje de Florence Pugh (Midsommar) es sin duda mucho menor, pero la actriz inglesa demuestra una vez más por qué es una de las actrices más llamativas del momento. Actores de la talla de Matt Damon (Good Will Hunting) y Kenneth Branagh (Belfast), junto a lo que parece un sinfín de los rostros más conocidos en Hollywood, también van apareciendo.

Pero es sin duda Robert Downey Jr. (Iron Man) quien se sostiene como una contraparte a la altura del protagonista, muy a pesar del poco tiempo en pantalla que comparten. Recordándonos una vez más por qué fuera de Marvel el actor siempre tuvo un brillo muy propio, Downey se carga al hombro buena parte del tercer acto, con los típicos giros y la intensidad de esos finales a los que el director nos tiene acostumbrados.

En un tiempo donde las entradas de cine parecen venderse dependiendo de la cantidad de cameos que pueda ofrecer una historia, Oppenheimer hace lo propio al presentar un abanico de figuras históricas, muchas desconocidas probablemente, pero jamás llegando a marear ni a confundir al espectador. Aquellos nombres que resuenan no aparecen de manera anecdótica tampoco, logrando enriquecer tanto el contexto histórico como el geopolítico de aquel momento.

Por otra parte, la película jamás cae en el morbo o golpe bajo. Las víctimas no tienen voz, sino que se mantienen como una presencia silenciosa. Muestra de manera eficaz la frivolidad con la que se marcó el destino de estas miles de vidas que se erradicaron, haciendo de estos seres humanos poco más que una abstracción representada en números. Es así como se logra plasmar la sensación de ese pase de lo teórico a lo real, en donde la ciencia tantas veces deshumanizó en pos de obtener ciertos conocimientos.

“Sabíamos que el mundo no volvería a ser el mismo. Algunas personas rieron, algunas personas lloraron, la mayoría se quedaron en silencio. Recordé una línea de una escritura hindú, el Bhagavad-Gita. Vishnu intenta persuadir al príncipe para que haga su cometido, por lo que para impresionarlo toma su forma de múltiples brazos y dice: “Ahora me he convertido en la Muerte, el destructor de mundos.”

–  J. Robert Oppenheimer

Christopher Nolan una vez más demuestra por qué su nombre en un poster es más que suficiente para agotar preventas de entradas o convencer a un estudio de que un largometraje intimista sobre el creador de la bomba que destruyó a Hiroshima y Nagasaki es una de las mayores apuestas del año. Y no se equivoca. Dentro de la ya impresionante y variada filmografía del director, Oppenheimer viene para convertirse en una de sus mayores creaciones. Porque independientemente de los altos y bajos de su carrera, no cabe duda de que el director también es un visionario.

Con seguridad se puede afirmar que Oppenheimer (2023) va a ser una de los títulos más recordados no solo de este año, sino probablemente de la década. Un tanque engañosamente modesto, que logra alejarse de las formas de las películas pochocleras y revierte aquellas fórmulas a las cuales muchas superproducciones nos tienen malacostumbrados. Completamente deslumbrante respecto a cualquiera de sus aspectos técnicos, resulta igualmente imposible salir indiferente del cine por la razón más simple: el pesar que transmite con su historia.

Es fácil empatizar con la compleja carga del erudito penitente. Pero por otra parte tan solo hay que pensar en la manera en que pasado y futuro se entrecruzan en esta historia, como un reflejo de aquello que nos espera una vez que las luces de la sala se enciendan. Al fin y al cabo, Nolan nos recuerda que hoy en día leemos a diario noticias sobre el tema, rumores que se vuelven tendencia en las redes sociales y demuestran que muchos de los mayores temores que atormentaron a Oppenheimer se convirtieron en una amenaza muy real.

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Ro Tapias

Artista visual. Madre de dragones, gatos y un corgi. Hablo de cine, a veces demasiado.