Una mujer llega a su casa después de trabajar y hacer las compras en el centro de su barrio, hace las tareas de la casa, cocina, cena y conversa con su hijo, se acuesta con un hombre y luego se va a dormir. Podría estar describiendo la rutina de cualquier mujer, pero es la trama de Jeanne Dielman (1975), la mítica película de la directora de origen belga Chantal Akerman que a fines del año pasado terminó en el primer puesto de la encuesta de la revista especializada Sight & Sound y generó polémica dentro de la comunidad cinéfila.
También conocido por su nombre completo, Jeanne Dielmann, 23, Quai du Commerce, 1080 Bruxelles, el film protagonizado por Delphine Seyrig se quedó con el podio del conteo que se realiza cada diez años, y se posicionó por delante de otras obras de culto como Vértigo de Alfred Hitchcock (1958), Citizen Kane (1941) de Orson Welles y Ladrones de bicicletas (1948) de Vittorio De Sica. De esta manera, la directora se consagró como la primera mujer en la historia en quedar en primer lugar del sondeo.
Sin embargo, no es la primera vez que la obra cumbre de Akerman figura en los resultados finales de la Sight & Sound. En 2012 alcanzó el puesto Nº 36 de la encuesta, junto con Beau Travail (1999) de Claire Denis, que se quedó con el puesto Nº 78. Diez años más tarde, el signo de los tiempos que corren demostró que muchas cosas empezaron a cambiar: ahora, en total, 11 películas dirigidas por mujeres fueron votadas para quedar dentro de la lista, incluyendo una vez más la misma obra de Denis; Cleo de 5 a 7 (1962), de Agnes Varda; Portrait of a Lady on Fire (2019) de Celine Sciamma, entre otras.
TE AMO. TE ODIO. DAME MÁS.
El resultado final despertó una gran polémica dentro del mundo de los amantes del cine. Es que la trama de la película no es como cualquier otra: por casi cuatro horas se puede observar a Jeanne Dielman haciendo cosas de la casa en tiempo real. Si pelar unas papas lleva diez minutos en la vida de una mujer, entonces Akerman acompaña a la protagonista con la cámara durante todo ese tiempo. Lo mismo cuando cena con su hijo, se baña, sale a hacer las compras, limpia los pisos o tiene encuentros sexuales a cambio de dinero con hombres.
Dividida por la crítica, hay gente que tilda a la película de aburrida, solemne y sobrevalorada, mientras que otros la consideran una obra maestra del cine y una crítica feminista al rol de la mujer. Incluso directores como Gus Van Sant reconocen grandes influencias, tanto en Jeanne Dielman como en el resto de la filmografía de la directora, a la hora de producir sus propias películas, como es el caso de Elephant (2007).
A algunas personas les da tanta curiosidad ver a una mujer pelar papas que ya casi bordea al morbo, otras prefieren no gastar su tiempo en una película de más de 200 minutos que integra el concepto de slow cinema. Entonces, ¿qué es lo que se esconde detrás de este film disruptivo de Chantal Akerman que hizo que terminara en el podio de la encuesta Sight & Sound?
cuando la cotidianidad monótona roza con el suspenso
En un mundo donde sobreabundan las ideas impulsadas por hombres, las mujeres supimos romper los bastiones de la supremacía masculina. Si bien estos últimos años la lucha feminista comenzó a cosechar las primeras siembras, se sabe que aún así queda mucho por hacer. Mismo caso ocurrió en la década de los sesenta en Europa, cuando la segunda ola del feminismo irrumpió en el mundo entero. En consecuencia, las películas sobre mujeres abundaban, y esta fue una de las razones por las que Akerman decidió traer al mundo a Jeanne Dielman. Era el lugar y tiempo correcto para hacerlo.
“La idea me vino una noche, y rápidamente anoté algunas palabras. Después escribí todo en dos semanas, con cada detalle, movimiento por movimiento. Todo surgió muy fácil, por supuesto, porque yo ya lo había visto todo alrededor mío. Por supuesto, no la prostitución. La prostitución es una suerte de metáfora, pero lo sabía todo de primera mano. Estaba en mi sangre”.
En la película, que se estrenó en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes 1975, la cineasta logra retratar la figura de la mujer cotidiana y alienada por las tareas de la casa. Mientras las jóvenes pedían por el aborto y la igualdad de derechos, la protagonista está presa de su libertad por elección propia: es viuda, vive con su hijo y ejerce la prostitución.
“Hice esta película para darle vida a todas estas actividades que suelen estar devaluadas. Tenía a Delphine en la mente cuando la escribí. Lo más extraordinario fue que sentí que ella no era para nada este personaje”, contó la directora. Y agregó: “Si imaginamos a la persona que suele lavar los platos y hacer la cama, realmente no veríamos a esa persona. Al igual que los hombres son ciegos a sus esposas lavar los platos. Así que tenía que ser alguien que igualmente no viéramos lavar los platos. Delphine era perfecta porque de repente se volvió visible”.
Jeanne Dielman no es feliz. Repite su rutina diaria una y otra vez, y se toma todo el tiempo para realizar cada tarea, como si su cuerpo le pidiera que se quede en el molde para siempre. Sin embargo, su mente no va a tardar en querer escapar, hasta llevarla lentamente al borde de la locura. En ese sentido, hay cierto suspenso en cada actividad lenta y en tiempo real que hace nuestra protagonista: el espectador no tiene idea lo que puede pasar de un momento a otro.
una película que nadie puede entender
La película es una crítica al rol de la mujer. De esta forma, Akerman militó que sea un film de mujeres hasta en los detalles: consideró que era “importante” que el 80% del rodaje esté integrado por mujeres, a pesar de que en esos momentos la industria era pura y exclusivamente de hombres, si se hablaba de los roles de producción y detrás de cámaras.
“Las personas no confiaban en una mujer cineasta. Se lo consideraba un trabajo de hombres. Las sonidistas mujeres prácticamente no existían. Había guionistas y editoras mujeres o vestuaristas y maquilladoras, pero no había nadie que hiciera iluminación. Muchas de las posiciones excedían los límites de las mujeres. Así que quería mostrar que era posible, aunque sea en gran parte. Así que lo hicimos.”
Sin embargo, al momento de estrenarse en Cannes, el film despertó la disconformidad de varias personas, entre ellas Marguerite Duras, que se levantó en medio de la proyección y se retiró del recinto. “Ella estaba en la sala”, reveló la cineasta belga. “Se levantó y dijo ‘esta mujer está loca’ y siguió con sus cosas. Y en realidad, ella estaba obsesionada con la locura femenina”, agregó.
A pesar de eso, la película nunca dejó de recibir las mismas críticas polarizadas: a Jeanne Dielman se la ama o se la odia. Tampoco es casual que los hombres no la entiendan. Yo creo que ese es justamente el punto. Es un film sobre ser mujer y estar presa en un laberinto alienante del que jamás se encuentra la salida. Una historia existencialista sobre el rol femenino en sociedad, y lo históricamente invisibilizado que siempre estuvo.
Pero Akerman nunca renegó del resultado que causó su película, y siempre la defendió con mucho orgullo. Entendió que no era un film para todos:
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