Al realizador Alex Lehmann le atraen las historias en las que puede focalizar en dos personajes y su derrotero, como si ellos vivieran solos en el mundo, destrabando errores del pasado y saldando cuentas pendientes en el lapso de unas pocas horas. En Blue Jay (2016), el director ponía en el centro a una ex pareja -interpretada con enorme sensibilidad por Sarah Paulson y Mark Duplass- que se reencontraba después de años en su pueblo natal y cuyas conversaciones iban cambiando de tesitura a medida que pasaban tiempo juntos y descrubrían que había mucho para superar y mucho para compartir.
En varios aspectos, Blue Jay recordaba a la trilogía de Before Sunrise (1995) de Richard Linklater, pero con un approach visual y narrativo más minimalista, en sintonía con otro largometraje con el que podríamos emparentar a dicho drama romántico: In Search of a Midnight Kiss (2007) de Alex Holdridge. Como en todos los casos mencionados, si el guion no está aceitado y los actores no tienen la química necesaria, la película se desploma como un castillo de naipes porque no tiene subtramas o personajes secundarios en los que apoyarse para contrarrestar los vaivenes. Meet Cute (2022), disponible en la plataforma Prime Video, no está exenta de fallas en ambos aspectos, si bien el resultado final es noble, incluso inofensivo.
A diferencia de Blue Jay, en su flamante comedia romántica Lehmann toma a la ciencia ficción como excusa para aludir a tópicos que van desde la depresión, intentos de suicidio y pasados traumáticos hasta la búsqueda de la perfección en la pareja. Con Groundhog Day (1993) de Harold Ramis como referencia notoria, Meet Cute utiliza los viajes en el tiempo para esbozar una suerte de parábola sobre cómo la idealización del amor es fútil. Nadie puede escapar de sus claroscuros. En este sentido, la película se aleja del tono edulcorado de otras propuestas similares ya que, a fin de cuentas, su objetivo es el de no perderse en el gran mapa del cine indie y sus historias recurrentes (afortunadamente, también consigue eludir los paralelismos con la excelente Palm Springs de Max Barbakow). Por lo tanto, aunque la ciudad en la que está ambientada (Nueva York) y la fotografía con la que se la retrata (a cargo de John Matysiak) puede ser un combo naïf y en ocasiones sensiblero, el desarrollo de la intrincada propuesta no es solemne, incluso cuando el relato se va tornando un tanto angustiante.
Luchando contra los demonios
El largometraje de Lehmann comienza con una paradoja vinculada a lo engañoso de su título. El famoso “meet cute”, una de las convenciones de la comedia romántica que alude a cómo los protagonistas se conocen en una situación inesperada y generalmente charming, aquí tiene como figuras centrales a Sheila (Kaley Cuoco, excelente en un papel difícil) y a Gary (Pete Davidson), quienes toman un trago en un bar de Manhattan y luego pasan toda la noche caminando y explayándose sobre sus vidas, miedos y necesidades. El encuentro es, inicialmente, cute, simpático, agradable. Sin embargo, el guion de Noga Pnueli corta ese clima con una confesión de la joven: no es la primera vez que lo ve a Gary sino que está saliendo con él en una primera cita por más de un año. La razón también es verbalizada con honestidad brutal por Sheila, quien quiere escapar de una vida desesperante al salir en loop con Gary, usando una máquina del tiempo que encuentra fortuitamente.
Si bien es muy difícil sostener el gag de Sheila confesándole a su incrédulo interlocutor una y otra vez que ella viajó del pasado para volver a estar con él, la química entre Cuoco y Davidson hace que la película no se vuelva monótona. Sin embargo, cuando vamos descubriendo que esa joven está huyendo de una vida -y una existencia- oscura, Meet Cute empieza a trastabillar. Aunque Cuoco hace todo lo posible para elevar el material de base, el origen de sus traumas es mostrado a través de un flashback perezoso y superficial que no cumple con su cometido de que conozcamos en profundidad a Sheila, una figura construida a base de clichés.
Asimismo, la lógica de los viajes en el tiempo no termina de cerrar del todo, como tampoco lo hace el desenlace de una película que, por momentos, pierde el eje. Meet Cute intenta dinamitar la idea de amor romántico con dos personajes rotos que, en teoría, se ayduan mutuamente. De todas maneras, cuando llega el desenlace (un tanto forzado), el trabajo de Lehmann se queda a mitad de camino y apenas acaricia la superficie de la complejidad de esa pareja.
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