Sobrevivir no es suficiente

Station Eleven: Una búsqueda filosófica en la belleza del apocalipsis

La distopía alcanza un nuevo nivel filosófico en la búsqueda de significado con esta miniserie de HBO basada en el libro homónimo y nominada al Emmy.

por | Ago 27, 2022

Uno de los elementos más llamativos del libro Station Eleven de Emily St. John Mandel, publicado en 2014, es la búsqueda de la belleza. Más allá de eso, el insistente cuestionamiento que la trama se hace sobre qué nos hace humanos, incluso en las peores circunstancias. En la narración, la respuesta proviene del arte. La profundidad de la evidencia artística, la cualidad de lo estético para magnificar y sublimar el concepto sobre la razón y el paso del hombre por la historia. De hecho, Mandel imagina un apocalipsis en que “antes” y el “después” de un suceso catastrófico son subversiones a la cualidad de la narración distópica. 

El elemento que propicia la caída de la civilización nace y se muestra, es un sufrimiento perpetuo. Pero lo más hermoso, insistente y ambicioso, es razón para sostenerse de la raza humana. El viaje a través de un mundo colapsado lleva lo artístico como sostén, la condición humana como estandarte y al final, el poder de la sensibilidad de la razón — esa cualidad misteriosa que nos hace sostener la identidad y el horror — como punta de lanza hacia el futuro, imprevisible y voraz en medio de la desazón.

La adaptación de diez capítulos de HBO Max conserva esa cualidad de tenaz supervivencia, que se traduce a través de la necesidad de preservar lo esencial de la conciencia. Lo hace además, al repensar la idea del individuo en medio de una catástrofe colectiva que se vincula con algo mayor y más elaborado. El resultado es una revisión de los conceptos esenciales del libro, pero llevados a un nuevo y asombroso nivel. Station Eleven (2021-2022) pondera sobre el fin del mundo tal y como lo conocemos. 

Pero también, sostiene a cuestas la versión de la realidad que se reconstruye bajo la premisa de lo nacido bajo el desastre y el dolor. Desde el punto de vista de un mundo postpandémico, la miniserie parece mucho más pertinente. Incluso, en exceso concentrada en el discurso sobre la disolución de lo que conocemos como realidad, sustituida por otra y reconstruida bajo la condición de la belleza. 

La osadía de crear en medio de la destrucción 

Station Eleven va más allá de aprovechar el trauma que la pandemia provocó en la vida cotidiana y explora un tema más novedoso. ¿Qué nos hace aferrarnos a lo que amamos y nos enaltece, incluso con la posibilidad de la destrucción a cuestas? La serie adapta el libro desde su cualidad sensible, pero a la vez, añade el elemento de la vida que se sostiene a pesar de las sacudidas del miedo. 

La vida — o el concepto que tenemos sobre ella — se hace más compleja y poderosa, a medida que esta experiencia nueva sobre el apocalipsis abre espacios para el debate por completo inéditos. Hay cambios de grupos étnicos y gentilicios del libro a la adaptación, pero eso no impide que el tema principal siga siendo el poder de la belleza. El misterio dentro del misterio del ser humano como motor central de su historia. 

La muerte está en todas partes, pero también la búsqueda de una raíz sobre por qué el arte es importante. Para todos y en todas las formas. Desde la sinfonía itinerante, hasta la frase que resume la percepción del paso hacia la incertidumbre: No basta sobrevivir. La serie encuentra la forma de dotar al apocalipsis de un inusitado significado humanista, ferviente y doloroso, que resulta enaltecedor.

Hay una idea sobre el poder potente y reformador de la obra artística, que asombra por su sencillez y profunda capacidad para conmover. El arte es la vida. Y la vida, sin duda, es lo artístico. Incluso después de una tragedia inimaginable. De sus consecuencias, de la oscuridad y, al final, los pequeños y grandes estratos de la búsqueda de un significado, en medio de la oscuridad.

Patrick Somerville, que creó la versión para televisión, interpretó el sentido del consuelo artístico hacia otro nivel. Y ese es, quizás, el punto más resaltante de una serie en la que el paisaje humano se hace más potente a medida que descubre sus secretos. El mundo puede haber acabado, pero el rastro de lo humano, de las infinitas posibilidades del consuelo, siguen en medio del tiempo. Sin duda, el punto más extraordinario de una historia inolvidable. 

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