The Good Nurse es una película que llega en el momento justo. En medio del furor por el True Crime que está en plena curva ascendente, la producción del danés Tobias Lindholm -colaborador de Thomas Vinterberg, con quien escribió las excelentes The Hunt (2012) y Another Round (2020)- entrecruza esa relato de un crimen real (o varios, en este caso) y le da forma de biopic anómala. Es decir, lo suyo no es ir la estructura clásica del racconto a través de las décadas sino que apuesta por lo que, en líneas generales, funciona mejor: el abordaje de la línea temporal acotada que sea la más atractiva en términos narrativos.
La nueva película original de Netflix, escrita por Krysty Wilson-Cairns y basada en el libro The Good Nurse: A True Story of Medicine, Madness, and Murder de Charles Graeber, se adentra en la mente y en el proceder de Charles Cullen (Eddie Redmayne, excelente), un ex-Marine que decide estudiar enfermería luego de que un trauma vinculado a la muerte de su madre cambia su perspectiva de futuro. Para Cullen, el no haber podido hacer el duelo y el observar a pacientes viviendo en condiciones inhumanas, lo conduce a la justificación de sus hechos aberrantes.
A lo largo de 16 años, el hombre asesinó a 400 personas en diferentes hospitales de New Jersey con el mismo modus operandi: suministrando dosis letales de insulina y digoxina en bolsas intravenosas previamente alteradas. Si bien Cullen -quien con 62 años permanece tras las rejas en la prisión estatal de Trenton- no recuerda el número de pacientes que ha asesinado a lo largo de los años, fue una investigación policial la que arribó a la cifra estimada de 400 luego de diversos interrogatorios en hospitales que debieron cooperar de manera forzosa por miedo a que se tiña su reputación.
Amistades peligrosas
Lindholm, quien ya ha ahondado en dilemas éticos en los largometrajes escritos para Vinterberg, en The Good Nurse demuestra una vez más que es el terreno en el que mejor se mueve, especialmente cuando no se lo nota interesado ni por el morbo ni por aristas de las biopics más tradicionales, aquellas que a veces focalizan más en las fechas que en el desarrollo de los personajes. Aunque ésto no implica que el realizador muestre un desdén por lo fáctico -a fin de cuentas, está retratando el accionar de un asesino en serie-, sí ratifica una necesidad de explorar la compleja relación que forjó Cullen con Amy Loughren (Jessica Chastain), una enfermera que sufría de una condición cardíaca que revistía un gran peligro, y quien trabajaba a deshoras para mantener a sus hijas.
Cuando Cullen aparece en su vida, Loughren se siente subygada por su altruismo, por su compasión, y por la forma en la que se vuelve una presencia fundamental en su cotidianidad. Lindholm captura esos instantes de complicidad (ya sea aquellos ambientados en el hospital en el que ambos trabajan como en la casa de Amy) con planos cerrados que reflejan la inminente llegada de la tragedia. De esta manera, The Good Nurse transita por dos vías. Por un lado, se toma su tiempo para que esa amistad -el centro de su película- resulte verosímil. Por el otro, y con motivo de una muerte inexplicable que se produce en la institución médica, registra con mirada clínica esa investigación policial plagada de escollos.
Por lo tanto, The Good Nurse (título que aplica a Amy y su incansable lucha como madre y como profesional) no se regodea en las secuencias en las que Cullen perpetra sus crímenes, sino que se convierte, a paso firme, en un película de denuncia. Además de su interés por el lazo entre ese hombre y la enfermera, que no quiere considerarlo un asesino hasta que no puede ignorar las pruebas, Lindholm deja en claro que no obviará un eje clave de su historia: la connivencia del sistema de salud, que le permitió trabajar por casi dos décadas y permanecer impune por el mismo período de tiempo.
Cuando Cullen fue interrogado por las autoridades policiales, una frase dejó en evidencia las impericias de los hospitales por los que pasó: “Lo seguía haciendo porque nadie me frenaba”.
Esa conmocionante certeza es abordada en el largometraje mediante un duelo actoral imperdible entre Redmayne y Chastain, quienes comandan con firmeza una historia que aterra por otro factor significativo: lo que conlleva depositar la confianza en alguien que, por un tiempo, cuida de nosotros. The Good Nurse retrata este punto con un ascetismo que eriza la piel.
0 comentarios