La secuela recupera con éxito elementos de la primera y criticada parte. Y redimensiona el universo de James Wan a un nivel mucho más simbólico.

La secuela recupera con éxito elementos de la primera y criticada parte. Y redimensiona el universo de James Wan a un nivel mucho más simbólico.
Un homenaje a clásicos de décadas pasadas, que pierde fuerza al tratar de encontrar lógica y emotividad en una historia que demanda lo contrario.