El 2022 no fue un buen año para Disney. Más allá del éxito casi asegurado (por ahora) de las producciones de Marvel, sufrió severos embates en todos sus productos. Después de que The Book of Boba Fett (2021-) y Obi-Wan Kenobi (2022-) no cumplieran con las expectativas del público, Andor (2022-) resultó ser de lo menos visto de la franquicia, a pesar de sus excelentes críticas y sólida base de fans. Las dos secuelas de grandes éxitos que prometían pasar la antorcha a nuevos fans tampoco lograron los resultados esperados. Y sus películas animadas, otrora el producto por excelencia de la casa del ratón, terminaron en tres grandes fracasos comerciales.
El más reciente de ellos, Strange World, es una historia de aventuras y ciencia ficción con claras inspiraciones de la era del pulp. La película comienza con los Clade, padre e hijo, exploradores de Avalonia, una pequeña ciudad rodeada de montañas infranqueables. Jaeger (Dennis Quaid), el padre, es un hombre fuerte y apasionado de la aventura, mientras que su hijo, Searcher (Jake Gyllenhaal), es un amante de la naturaleza que sigue a su padre un poco a regañadientes. En una expedición para encontrar el camino más allá de las montañas, convencidos de que allí yace el progreso para Avalonia, padre e hijo discuten sobre la importancia de una nueva planta que Searcher acaba de descubrir.
Jaeger decide seguir su travesía solo, mientras que el resto del grupo regresan a la ciudad, que -en los años subsiguientes- se ve transformada por el poder de estas plantas: Pando, cultivadas por Searcher y su nueva familia. Sin embargo, un día empiezan a descubrir que el Pando se encuentra enfermo. Las frutas luminosas que Searcher y su hijo Ethan (Jaboukie Young-White) recolectan en sus campos se apagan. Pronto, toda la familia se verá arrastrada a una nueva expedición en busca de la fuente de esta enfermedad, que los llevará a un mundo que yace debajo del suyo propio, en el que plantas y animales nunca antes vistos coexisten sin intervención humana.
Strange World tiene un claro discurso ambientalista que pone el foco en la forma en que los humanos explotamos los recursos naturales, destruyendo lo que haga falta a nuestro paso. Y al mismo tiempo, es una historia que sigue la nueva línea de Disney de explorar las relaciones entre padres, hijos y las expectativas de unos sobre otros. Y es también, sin duda, la más diversa de las películas de Disney, centrada en una familia birracial y con un personaje abiertamente homosexual entre los protagonistas. Presenta una historia original, con escenarios y personajes vistosos destinados a atraer a los más chicos, y referencias a la era dorada de la ciencia ficción y las historias de aventuras, guiños destinados a los padres. Es cierto, la historia falla en su tercer acto, con una resolución un poco torpe y apurada, que no encaja con el cuidado con el que se ha construido el resto del argumento, pero eso no parece suficiente para justificar el fracaso de taquilla.
Entonces, ¿qué fue lo que pasó con Strange World?
No es un secreto que las películas animadas (en general) han tenido problemas para volver a sus niveles de audiencia de pre-pandemia, como resultado de la crisis mundial y el aumento del costo de vida por la inflación. Sobre todo en Estados Unidos, el principal mercado según el cual se miden los éxitos y fracasos de Disney, los niveles de inflación (un sorprendente 9% anual) desalientan cualquier tipo de salida que incluya múltiples entradas, pochoclos y gaseosas. Las pocas producciones que han sabido sortear este obstáculo lo han hecho de la mano de franquicias bien establecidas, como los Minions en Minions: Rise of Gru, la película animada más vista del año.
A esto hay que sumarle una pésima estrategia de marketing y distribución. Desde la llegada de Bob Chapek como CEO, y en el contexto de pandemia, Disney empezó a llevar gran parte del contenido destinado a las grandes pantallas a su naciente plataforma de streaming, Disney+. A pesar de las quejas de los empleados, la mayoría de sus nuevas producciones animadas, como Soul (2020), Raya and the Last Dragon (2021), Luca (2021) y Turning Red (2022) fueron estrenadas directamente en la plataforma, en la mayoría de los casos (excepto con Raya) sin siquiera un pay-per-view que pudiese suplir la venta de entradas.
En el caso de Strange World, la película fue estrenada durante las vacaciones de Día de Acción de Gracias (conocidas por catapultar al éxito clásicos como La Bella y la Bestia, Frozen o Coco) con muy poca publicidad previa y en el mismo fin de semana en que Marvel estrenaba su tan esperada Wakanda Forever. La manija por la continuidad del MCU, el funeral de T’Challa y los pantaloncitos de Namor se tragaron la poquísima audiencia que esta película de trama original, sin relación con ningún universo cinematográfico ni personajes entrañables que pudieran devenir en merchandising, podría haber juntado.
Andá Pallá, Bob
Todo esto ocurrió bajo las directivas de Bob Chapek quien, interesado más en las producciones live action de la compañía, creó una división de mega distribución encargada de definir cómo se estrenarían los diferentes contenidos de la empresa. No nos olvidemos que fue Chapek quién afirmó que las películas animadas son un entretenimiento para niños que no puede ser disfrutado por adultos. Afortunadamente, tanto él como su división de distribución ya no forman parte de la compañía.
De esta manera, Strange World se une no solo a la línea de fracasos de taquilla de este año, sino que también pasa a formar parte de la historia complicada de Disney con la ciencia ficción. Si bien tiene muchos más fallos que sus predecesoras, es difícil no recordar otras dos producciones que, a principios de los 2000, fracasaron en las salas, solo para luego convertirse en películas de culto, como fueron Atlantis (2001) y Treasure Planet (2002). Pareciera que para la empresa que creó un imperio a fuerza de magia y cuentos de hadas, los mundos paralelos y la tecnología no son terreno fértil.
Sin embargo, a pesar de las críticas que pueden hacérsele, la película garantiza pasar un buen momento y es un hermoso homenaje a las narrativas de ciencia ficción y aventura de la era pulp, que subvierte algunos de los lugares comunes del género. Es probablemente la película más progre de Disney, y si muchos se llevaron las manos a la cabeza con el beso de dos mujeres en Lightyear (2022), es increíble que la existencia de un personaje protagónico abiertamente gay no haya despertado comentarios más allá de en los círculos más retrógrados de la internet. Además de la representación LGBT más clara que hemos visto en el cine animado mainstream, la película presenta mujeres fuertes, familias birraciales y un marcado mensaje ambientalista, sin llegar a ser propagandística. Es sobre todo, una historia familiar y un hermoso espectáculo visual que vale la pena conocer.
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