El documental para Netflix de Chris Smith (Fyre: The Greatest Party That Never Happened, Tiger King) parte de una premisa incontrastable: para conocernos mejor tenemos que regresar a las fuentes. “Sr.” (2022), el documental sobre el especial vínculo que mantenían Robert Downey Sr. y su hijo, Robert Downey Jr., producido por el propio actor, muestra precisamente eso, a un hombre que en su vida adulta quiere hacer las paces con un pasado turbulento pero hermoso, un caos al que sabe que hay que hacerle frente. En plena pandemia, el actor de Tropic Thunder (2008) decidió llevar adelante un proyecto mediante el cual se pudiera retratar no solo la cotidianidad con su papá sino también la cotidianidad con un artista. Por lo tanto, “Sr.” comienza con una suerte de retrospectiva de la filmografía del señor del título, un hombre muy respetado y admirado dentro de la contracultura californiana de los 60 y 70, creador de largometrajes donde primaba el absurdo como Chafed Elbows (1966), Putney Swope (1969) y Pound (1970), quien estaba habituado a concebir obras independientemente del circuito de proyección.
De esta forma, Robert se aliaba de actores que estuvieran dispuestos a improvisar cuando él así lo requiriese (el testimonio de Alan Arkin es muy revelador en este aspecto) y su casa no era el hogar prototípico. Su pequeño hijo, quien convivió con él en su preadolescencia, se despertaba con el sonido de la claqueta y observaba cómo su hogar se transformaba, en esencia, en un set de filmación que él se limitaba a contemplar y absorber. Para su padre, en esa etapa de su vida, no había lugar para un bullicio que no proviniese de esos rodajes descontracturados, con amigos más que colegas, con la espontaneidad más que con una hoja de ruta. El primer tramo de “Sr.” es fascinante porque incluso excede a ese realizador y alude a una manera de gestar un film en el que importa más el desarrollo que la finalidad. El camino recorrido. El disfrute. Así, se logra lo que siempre quiso su hijo con este documental: reivindicar la obra de su papá, arrojar luz sobre la misma, mostrarla al mundo, poner al descubierto un movimiento, recibir él la batuta.
El renacer de un vínculo
“Sr.” también sabe que tiene tres aristas por cubrir y hace un gran trabajo en todos los casos. Por un lado, la historia de vida y la carrera de Robert Downey Sr. (algunas secuencias están filmadas y editadas por él, aquellas más irónicas y menos sentimentales). Por el otro, el impacto que tuvo este hombre en su pequeño hijo en términos creativos (para esas viñetas Smith apela al retrato de instantes mundanos, desde una caminata en el jardín a la remembranza de situaciones que todavía persisten). En tercer lugar, y quizá el más importante, el documental decide poner el foco en el vínculo entre ambos y cómo esos años formativos de Robert Downey Jr. estuvieron profundamente ligados a la figura de ese padre al que admiraba pero a quien también responsabilizaba por sus adicciones. “Sr.”, con motivo del contexto de la pandemia de coronavirus en el que fue filmado, también debió apelar al registro de conversaciones telefónicas entre la estrella de Iron Man (2008) y su padre, muchas de ellas entabladas poco tiempo antes de la muerte de Robert Downey Sr., quien falleció el 7 de julio de 2021 por complicaciones de la enfermedad de Parkinson que padecía.
Esas conversaciones, más allá de que visualmente no representan nada original (ese mote, en todo caso, le cabe a los pasajes que diagramó el papá del actor a la par de Smith), son profundamente conmovedoras y van de menor a mayor. Luego de que Robert Downey Jr. le preguntara por su madre y por otra de sus parejas (la fallecida actriz Laura Ernst, a quien se le hace un muy bello y merecido homenaje), y por su participación en sus films (Up the Academy, Rented Lips, entre otros), llega el momento de poner todo sobre la mesa. “Tenemos que hablar sobre lo que pasó en Los Ángeles”, le dice el nominado al Oscar a su padre, a quien se le nubla la vista antes de explayarse sobre esas turbulencias vividas cuando su hijo se mudó con él a dicha ciudad.
Se trata de una escena fugaz que evita el golpe bajo y en el que, sacando los nombre propios, vemos simplemente a un padre pidiéndole disculpas a su hijo por haberlo expuesto a las drogas desde tan pequeño y por haberlo incitado a consumir con él. Luego, pasan la página y recuerdan Hugo Pool (1997), la película autorreferencial de Robert Downey Sr. en la que Jr. hace una participación como un director de cine. En esa década, el actor estaba atravesando uno de sus peores momentos a nivel personal, a diferencia de su padre, quien ya había encontrado la estabilidad. Por años, sus caminos estuvieron bifurcados hasta que eventualmente se chocaron para que ambos pudieran reírse el uno con el otro, pudieran aprender el uno del otro, y para mostrarle al pequeño Exton -uno de los hijos del actor, fruto de su matrimonio con Susan Downey, que aparece en algunas escenas- lo maravilloso que es poder concebir algo transgeneracional y perdurable. Como el arte. Como los lazos. Como la vida.
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