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La Directora: entre la espada y la corrección política

La nueva serie de Netflix explora cómo funciona la cultura de la cancelación en la vida universitaria.

por | Sep 3, 2021

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Sandra Oh protagoniza La Directora (The Chair), la nueva miniserie de Netflix que llega como una bocanada de aire fresco a esta grilla superpoblada de estrenos semanales y plataformas de streaming. Escrita y dirigida por  Amanda Peet y Annie Wyman, el relato acompaña a Ji-Yoon Kim (Sandra Oh), una reconocida profesora de la ficticia Universidad de Pembroke en su ascenso como Directora del Departamento de Literatura. Aplaudida tanto por sus pares como por sus autoridades por ser la primera mujer (¡y de color!) en llegar a ostentar el cargo de Directora, Ji-Yoon pronto se encontrará en varias situaciones que la (y nos) hacen pensar que más que haber dado con el Santo Grial de la disparidad de género, terminó “heredando” un cáliz un tanto envenenado.  

La primera tarea que su superior, el decano Paul Larson (interpretado por un correctísimo David Morse) le encarga, es supervisar y recortar el gasto que presuponen los catedráticos más experimentados del departamento, quienes, irónicamente, son los que menos convocatoria de alumnado tienen. Es así que conocemos a Joan Hambling (la siempre brillante Holland Taylor), Elliot Rentz (Bob Balaban) y el Profesor McHale (Ron Crawford), como los profesores más longevos y un tanto oxidados en sus métodos. Y, es a través de estos personajes y su convivencia con sus alumnos y pares, que la serie presenta uno de los temas más presentes en su narrativa: el paso del tiempo y la capacidad que tenemos los seres humanos para adaptarnos (o no) a las exigencias de los tiempos que corren. 

El cuerpo docente se termina de completar con dos personajes que también estarán atravesados por esta temática, aunque desde distintos ejes: la joven profesora Yaz McKay (Nana Mensah) y Bill Dobson (Jay Duplass). Yaz es una docente muy comprometida con las nuevas corrientes académicas y su enfoque post colonial hace que los alumnos se sientan a gusto en sus clases y puedan procesar los contenidos de una forma más auténtica y cercana. Sin embargo, y a pesar de sus credenciales académicas y excelente manejo de sus clases, necesita conseguir el apoyo de Elliot, el profesor más tradicionalista y menos innovador de toda la facultad para poder ser considerada para un cargo fijo en el plantel. Tanto Yaz como Ji-Yoon son conscientes de que este es, lamentablemente, un paso necesario a seguir (incluso en pleno 2021) para una mujer joven (y afrodescendiente) que aspira a ser tenida en cuenta para el mismo cargo que sus contrapartes masculinas. Como es de esperarse, Elliot no va a ser un facilitador en la carrera de Yas, y la serie deja abiertos varios debates muy presentes en el mundo (académico).

Pero sí hay un tema que La Directora toca con particular ojo crítico es el de la validez de la cultura de la cancelación. En uno de los primeros episodios, Bill imita un saludo Nazi en una de sus clases a modo irónico, sin saber que estaba siendo grabado por varios de sus alumnos. El video se viraliza inmediatamente y toma una dimensión desproporcionada, que va a afectar considerablemente la narrativa de varios de los involucrados. Lo interesante es que esta situación completamente descontextualizada da pie a que los personajes (y por extensión, los espectadores) se cuestionen la validez de la cultura de la cancelación, del arrepentimiento (o no) que los involucrados expresan y de las acciones que, por lo general, los agentes al poder toman sin preguntarse cuáles son los verdaderos problemas que subyacen. Como plantea Ji-Yoon en un episodio, si se toma una medida concreta, pero después nada cambia de base ¿de qué sirve realmente? La “corrección política” aplicada únicamente a lavar culpas  no deja ser más que hipocresía disfrazada de progresismo. 

La Directora es una dramedy que consta de solo 6 episodios de 30 minutos de duración, tan bien escritos y articulados que en ningún momento se siente como una ficción, sino más bien como un recorte de la realidad. El contexto académico puede ser tranquilamente extrapolado a cualquier otro ámbito laboral, ya que los temas y discusiones que plantea funcionan igual y a muchos niveles. Lejos de aleccionar o tomar una posición taxativa, la serie nos invita a pensar (y a pensarnos) a través de situaciones cotidianas cómo nos relacionamos con nuestros pares en este contexto social de constante cambio. 

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