Ahora es ahora

“Perfect Days” de Wim Wenders: Contemplando la fugaz belleza del presente

La nueva película del director alemán es un lento y delicado retrato sobre cómo nos relacionamos con el tiempo y los placeres que esconde lo mundano.

por | Abr 12, 2024

Sentarse, meditar, ser conscientes del momento que estamos viviendo. Si bien el budismo habla de la realidad como algo ilusorio, muchas de sus prácticas dependen de repetir acciones concretas. A través de esos hábitos tenemos la sensación de que nuestro mundo está inmóvil, dando lugar a la errónea idea de que lo que nos rodea es permanente. Vivimos seguros de que mañana será igual. Pero cada día es una página en blanco y cada persona tiene un universo propio.

La luz en el departamento de Hirayama (Kōji Yakusho) todavía es tenue cuando despierta, el sonido de la escoba de su vecino le da la bienvenida al amanecer. Antes de subir a su auto, se detiene junto a una máquina expendedora y saca una lata de café. Silencioso, lleva a cabo una tarea que muchos considerarían humillante o tortuosa, limpiando baños públicos.

Como si fuese un monje, la practica con cuidadosa precisión y completa humildad, solo tomándose un descanso para comer y con suerte capturar a la naturaleza en una fotografía. Intenta así retratar lo que los japoneses llaman komorebi: cuando el viento acaricia a los árboles, haciendo que las luces y sombras dancen a través de sus hojas. Es un momento único e irrepetible.

No cabe duda de que Japón es el escenario perfecto para contar esta historia. Un simple encuadre es todo lo que Wim Wenders (Paris, Texas) necesita para presentarnos a un Tokyo que coexiste en dos eras, en donde la arquitectura tradicional convive con luces de neón. Un joven compañero de trabajo de Hirayama nota la colección de cassettes que este tiene en su auto y le explica que escuchar música en ese formato otra vez está de moda.

Lou Reed, Patti Smith y Otis Redding son algunos de los artistas que lo acompañan en sus viajes, dándonos una banda de sonido enfocada principalmente en hits de finales de los sesenta y los setenta. No se trata de afirmar que la calidad de la cinta es mayor, como tampoco las cámaras análogas son tesoros superiores a la tecnología de hoy día. Son una simple preferencia a la hora de capturar un instante. Este es un relato sobre cómo habitamos el tiempo.

Otro día es otro día

La soledad parece ser una decisión adrede en la vida de Hirayama. Pocas son las veces en que lo vemos en su hogar vacío, en donde solo sus plantas lo esperan y sus libros lo acompañan antes de dormir. Irónicamente, los espacios públicos parecen ser sus lugares favoritos, en donde se cruza con infinidad de personas, pero con quienes rara vez intercambia algunas palabras. Muchos lo ignoran, sobre todo en el trabajo, apenas notando la presencia de un empleado con el que probablemente no se vuelvan a encontrar jamás. En una pausa, advierte la mirada de un indigente. La invisibilidad atrae a la invisibilidad.

La rutina, ese sistema tan cuidado que lleva, se rompe cuando otros toman decisiones fuera de su control. Callado y casi inadvertido, retraído pero amable, está cómodo cuando no es más que un mero espectador. Es cuando un extraño se acerca en que se sale de su eje.

Una noche, su sobrina (Arisa Nakano) lo espera en su puerta. La conexión es evidente, ya que por más opuestos que parezcan se asemejan en muchos sentidos, sorprendiendo a Hirayama mismo. Es solo entonces en que notamos las grietas de un buen hombre que también tiene sus propios demonios. Todavía está a tiempo de enfrentarlos, pero ya sea por gusto o comodidad, el cambio parecer ser algo difícil de encarar.

Perfect Days (2023) trata sobre las pequeñas cosas de la vida, sobre aquellos que están atentos para encontrar la belleza que solo está presente en el ahora. Pero ese romanticismo carga con una indudable melancolía, ya que también implica que el pasado solo es inamovible en nuestros recuerdos idealizados o cuando es capturado sobre papel. Hasta en nuestros sueños, lo vivido se convierte en una imagen borrosa.

Para una película tan minimalista, la actuación de Kōji Yakusho (Shall We Dansu?) es inmensa, una labor que le ganó un merecidísimo galardón a Mejor Actor en el pasado Festival de Cannes. Lidera una historia que poco tiene que ofrecer en su trama, mientras desarrolla un complejo estudio de personajes. Cada persona es un enigma en sí mismo y es en la paciente contemplación en que empezamos a develar qué esconde cada quien.

Wenders logra entregar una de esas películas con finales perfectos, cuyas tomas son difíciles de olvidar y que resumen todo lo que no dependió de diálogos para decir. Su delicada mirada hace que la introspectiva resulte contagiosa. Es un recordatorio de que cada día es una rutina que esconde una nueva oportunidad. Queda en nosotros el saber encontrar esas decisiones ocultas, así como las maravillas de lo mundano.

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Ro Tapias

Artista visual. Madre de dragones, gatos y un corgi. Hablo de cine, a veces demasiado.