Parecía una batalla perdida. Tras comprar Fox, Disney consideraba que continuar subsidiando a Blue Sky Studios era un gasto innecesario para una compañía líder en el mercado de la animación. Es así como el estudio que dio vida a la saga de La Era de Hielo y Rio (2011) cerró sus puertas en 2021, dejando inconclusos varios proyectos. A pesar de estar completa en un 75%, la esperada adaptación de Nimona (2023), el webcomic devenido en novela gráfica de ND Stevenson parecía que no iba llegar a ver la luz.
Pero para nuestra fortuna, Annapurna Pictures decidió salvar el proyecto, prometiendo que la película estrenaría en el festival internacional de cine de animación Annecy, antes de su estreno mundial en Netflix. Con apenas horas en su catálogo, la película fue un éxito total, convirtiéndose en la producción animada más vista en la historia de la plataforma. Sin dudas Nimona, como un ave fénix, finalmente resurgió de las cenizas para deslumbrarnos a todes.
Corazón de caballero
Tras ser acusado de un crimen que no cometió, el caballero Ballister Boldheart (Riz Ahmed) huye de las autoridades mientras planea cómo limpiar su nombre. Creyendo que es el villano más formidable en corromper la paz de este mundo medieval futurista, la caótica Nimona (Chloë Grace Moretz) decide enfrentarlo. Pero su objetivo no es entregar al prófugo sino que, al contrario, esta joven cambia-formas no quiere otra cosa más que volverse su ayudante. Ballister, con muy pocas ganas, decide aceptar su ayuda. Al fin y al cabo, no queda nadie más en quien confiar en un tiempo en donde la división entre héroes, la justicia y malvados comienza a verse borrosa.
Con la adaptación de She-Ra and the Princesses of Power (2018-2020) como precedente, ND Stevenson es un autore que siempre dejó en claro que sus obras, por fantásticas que fuesen, reflejarían de forma fidedigna el mundo en que vivimos: diverso en cuanto a las personas que lo componen. Cuerpos y colores de piel distintos, así como neurodivergencias, identidades de género u orientaciones sexuales varias destacan a sus personajes. Esta última producción presenta este punto de forma todavía más central y compleja, ya que mientras en la historia de Adora estas cuestiones no eran problematizadas, Nimona es una alegoría explicita a la experiencia transexual.
El corazón del monstruo
Desde los inicios mismos del cine se cuentan historias queer. Ya sea por romances inmemoriales, el drag humorístico o bajo la sutileza del subtexto, este tema no es nuevo para Hollywood. Es por eso que bajo la figura del monstruo, excluido de aquellos a quienes llamamos “normales”, muchas veces se esconden este tipo de metáforas.
En The Rocky Horror Picture Show (1975) el doctor Frank-N-Furter (Tim Curry) crea a su hombre perfecto en lo que es tanto una sátira como una interpretación muy coherente de los tonos homoeróticos del Frankenstein (1818) original de Mary Shelley. Es también un tema muy reiterado y de forma explícita en las historias de vampiros, sobre todo con sus personajes femeninos.
Este tipo de películas cruzaban el tabú a través de la sensación de seguridad que generaba saber que eran obras de una ficción completamente irreal. Es así como encontramos títulos que datan de la década del treinta con Dracula’s Daughter (1936) u otras casi cincuenta años más tarde con romances como el de Susan Sarandon y Catherine Deneuve en The Hunger (1983).
En diciembre de 2019 el filósofo español y activista queer Paul B. Preciado se presentó ante 3.500 psicoanalistas dentro de una de las jornadas de la Escuela de la Causa Freudiana en París. Parado ahí frente a eminencias de una pseudociencia que como persona trans todavía lo patologizan, Paul enfrentó a su audiencia con una frase contundente: “Yo soy el monstruo que les habla.”
Para él y los colectivos que representa, monstruo no es un término peyorativo. Es como el puto, trolo o torta y la manera en que fueron resignificados por la comunidad LGBTQIA+ para convertir estos insultos en insignias. Se volvieron parte de su identidad, quitándole poder a toda intensión hiriente. ¿Cómo puede lastimarnos una etiqueta que usamos para identificarnos entre nosotros mismes?
(…) yo monstruo de mi deseo
carne de cada una de mis pinceladas
lienzo azul de mi cuerpo
pintora de mi andar
no quiero más títulos que cargar
no quiero más cargos ni casilleros a donde encajar
ni el nombre justo que me reserve ninguna Ciencia. (…)
– Suzy Shock
De la misma forma, la artista trans Suzy Shock reivindica esta analogía en su poema Yo, monstruo mío (2011) al cargar a su texto tanto de orgullo como de afecto. El monstruo no aparece como una antónimo de la heterosexualidad, sino que es una criatura que se resiste a aquello denominado el cis-tema (un régimen conformado por aquellos que se identifican con el sexo que les fue asignado al nacer) y la heteronormatividad.
Ser su opuesto legitimaría al concepto de lo hetero-cis como dominante, cuando no es más que una construcción cultural, una subjetiva percepción de lo que se llama “normalidad”. La feminista poliamorosa, el oso, el drag king, el hombre trans heterosexual o la travesti con barba. Estos son varios ejemplos de todo aquel que no encajaba y ya no se mantiene al margen. Es el monstruo que engloba a la multiplicidad de cuerpos y quien recupera el territorio de la visibilidad, la convivencia diaria y en todas partes.
Anarquista del género
Identificándola por sus rasgos femeninos, Ballister le insiste a Nimona que se presente como una chica, asegurándole que eso le haría la vida más fácil. El pueblo dejaría de temerle por ser diferente. Pero para Nimona es simple: no es chico o chica, no es una ballena o rinoceronte. Nimona es Nimona, un ser de forma fluida y cambiante. Reducirse a un solo género o forma no sería la muerte, pero tampoco sería vida. Antes que acomodarse a lo que esta supuesta normalidad le demanda, prefiere que se le considere un monstruo.
Hoy en día sabemos que entre un 0,05% y un 1,7% de la población nace con rasgos genitales hermafroditas, un porcentaje superior a la totalidad de personas pelirrojas en el mundo. Estos individuos, que desde su nacimiento están fuera de la concepción binaria del género, presentan el mismo paradigma que Nimona. Son cuerpos que hasta el día de hoy son colonizados por un poder administrativo que demanda definirlos legalmente como masculinos o femeninos.
Son personas cuya genitalidad históricamente fue mutilada al poco tiempo de llegar a este mundo. Son testimonio de que el género poco tiene que ver con la biología. En la película jamás se nos indica cuál es la forma original de la protagonista, ya que su identidad no se reduce a eso. Conoce al cis-tema de su mundo como binario, tradicionalista y disciplinante. Su cuerpo es una declaración política viviente que para algunos se traduce como una amenaza.
Nimona insiste a Ballister en que debe cuestionarlo todo. Él, cobijado por la Institución de la Ley y Heroísmo, cree firmemente en sus enseñanzas, inclusive luego de que la Directora (Frances Conroy) lo traicione. Es un reflejo evidente de los tiempos que estamos viviendo, ahora que cada vez más seguido vemos cómo se multiplican las demandas por una separación entre el estado de toda influencia religiosa. La película no demoniza sus creencias, ya que Ballister o su novio Ambrosius (Eugene Lee Yang) son representaciones positivas de lo que sería un fiel idealista.
No son las creencias lo que está corrupto, son ciertos individuos en posiciones de poder. La Directora aparece como parte de la alta jerarquía política e intenta moldear al reino y su sociedad bajo un discurso clasista. Pero no hay una razón lógica para que Ballister u otros miembros de bajas castas sociales no puedan ser caballeros. Hasta la Reina (Lorraine Toussaint) promueve esa inclusión. Pero la Directora traiciona todo código heroico que se supone representa, cometiendo sus crímenes con tal de mantener un status quo basado en tradicionalismos obsoletos y en sus propias creencias personales.
El miedo a lo diferente
Nimona aparece así como la anomalía que debe ser temida y erradicada por el simple hecho de existir. Puede que haya adoptado el título de monstruo que le fue impuesto, pero podemos ver que su búsqueda por un villano no es solo acorde a su rebelde personalidad, sino que también es el único medio que le queda para combatir su soledad.
Es capaz de cambiar su forma para asemejarse a una niña con tal de encontrar aceptación, pero ya aprendió que mimetizarse no le permite vivir en plenitud. Se enfrenta al establishment sin intención de derrocarlo o imponer sus modos como los que otros deben adoptar, sino que simplemente busca que se le permita existir en convivencia con la comunidad. Anhela que se le acepte como realmente es.
Lo personal y lo universal
El estilo artístico de la película también remite a estas diferencias. Los diseños de personajes son simples y pulcros mientras que la paleta en gran medida es desaturada, haciendo que los fondos parezcan fundirse en el poco contraste que lo define. Exceptuando a Nimona. Los colores de nuestra protagonista son tan estridentes como su personalidad, con un rosa rabioso que solo le pertenece a su personaje.
Pero uno de los puntos más destacables y aquello que hace tan atractivos visualmente a sus personajes es la gran expresividad con la que fueron dotados, siendo ese histrionismo uno de los centros en donde más gana la gran fluidez de su animación. En una historia en donde la vulnerabilidad emocional se balancea con grandes cantidades de humor, todos los logros del guion se perderían si sus personajes no lograran alcanzar el mismo nivel de carisma en lo visual.
Logrando un mundo sólido y creíble, y al mismo tiempo completamente imaginativo, Nimona plantea una historia cuya metáfora es innegable ,pero en donde el mensaje resulta igualmente universal. La película es una gran fábula para que los más chicos puedan entender el daño que el bullying puede causar y cómo siempre es importante aceptar las diferencias del otro. Algo que muchos adultos también harían bien en aprender. Pero independientemente de lo didáctico de sus mensajes, es una película dinámica y encantadora, tan cómica como emocionante. Un nuevo clásico que invita a ser revisitado.
A pesar de estar basada en un cómic que fue creado hace diez años atrás, la versión animada de Nimona es una foto de nuestra época que refleja los peligros que el miedo a lo que es diferente y la falta de empatía pueden causar. Pero gracias a una arrasadora protagonista y un dulce y noble caballero, también nos llena de una renovadora sensación de esperanza.
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