Una de las grandes sorpresas que todo aquel espectador se llevó a la hora de sentarse a ver Big Mouth (2017-) fue la sorprendente combinación entre humor absurdo y picante con una inteligente exploración de educación sexual y salud mental. Con monstruos representando la versión antropomórfica de emociones y condiciones humanas intangibles como son la vergüenza, ansiedad o las mismas hormonas, la serie se convirtió en cierta manera en una Inside Out (2015) para adultos.
Premiada múltiples veces y cinco temporadas más tarde, finalmente le llegó su merecido spin-off, una serie derivada que permitió a los creadores alejarse de la premisa original para ahondar en las criaturas que en Big Mouth actúan de acompañantes, mentores y a veces antagonistas de los personajes principales en su traspaso de niñez a adolescencia.
Trasladándonos ahora al mundo de origen donde estas creaturas viven, somos testigos de su día a día. Los acompañamos a la oficina, a reuniones de los grupos que conforman la psique de cada humano al que son asignados, donde observamos más detalladamente el tras bambalinas de su trabajo, y por consiguiente, también ahondamos en sus vidas y problemas personales.
Además de la vuelta de los conocidos Maury (Nick Kroll), Connie (Maya Rudolph), el Mago de la Vergüenza (David Thewlis) o Rochelle (Keke Palmer), a este vasto cast se le unen Petra, la Gremlin de la Ambición (Rosie Pérez), Pete, la Piedra Lógica (Randall Park) y nuestra protagonista, Emmy, la Bichito del Amor, interpretada por la alumna de Saturday Night Live, Aidy Bryant.
Emmy es un desastre. Alcohólica e irresponsable, es obligada a tomar su trabajo en serio de repente y convertirse en la representación de los sentimientos amorosos de Becca (Ali Wong), una embarazada primeriza con más ganas de volver al trabajo que de lidiar con las emociones confusas que trae el parto. Para Emmy, parece imposible afrontarlo cuando poco entiende de amor, apenas pudiendo lidiar con su dependencia de Dante, el Ángel de la Adicción (Hugh Jackman).
Qué hay de nuevo, viejo
Transitando los clichés más clásicos de las sitcoms, vemos ahora a estos personajes interactuando con humanos de todas las edades. Tanto adolescentes, como recién nacidos, adultos o ancianos, la serie tiene la posibilidad de explorar un rango narrativo aún más profundo. Big Mouth demostró en la pantalla cómo en su grupo de escritores había una clara firmeza a la hora de desarrollar responsablemente sus guiones, al educarse sobre los temas que tocaban, y su spin-off no baja la vara.
En Human Resources (literalmente, Recursos Humanos) la complejidad del relato da un paso más allá. Donde la serie original había hablado de la ansiedad al crecer o la depresión, ahora la depresión post-parto, el duelo o la neurodivergencia son temas que se balancean con la comedia de manera magistral. El humor nunca le saca peso al drama ni lo invalida, pero sí aligera la tensión.
Los arcos argumentales de los personajes parecen estirarse más proporcionalmente a lo largo de la temporada, a diferencia quizás de Big Mouth, en donde -si bien los temas generales se mantienen a lo largo de cada temporada- las historias de los adolescentes mutan mucho más rápidamente, una cuestión que también parece reflejar las diferencias madurativas de los personajes en ambas series.
Así como con su predecesora, no faltan los números musicales, guiños a la cultura pop o varios cameos de estrellas de la talla de Helen Mirren o Lupita Nyong’o. Entre orgías de oficina, peleas ilícitas de penes (cock fights) y amor por la profesión, Human Resources nos recuerda que hasta el más delirante y depravado humor puede convivir con guiones sólidos e inteligentes. Y en ocasiones, también emocionarnos.
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