La guerra entre diferentes facciones de ángeles y demonios es un tópico que se desarrolló en el último libro del antiguo testamento y forma una parte importante de la cosmología cristiana. Con el tiempo, esa referencia bíblica quedó en segundo plano ante conceptos morales más mundanos y simplificados, como la pureza, el perdón, la redención y la transgresión de la ley divina en forma de pecado. La cultura pop occidental está impregnada, consciente o inconscientemente, de todos esos valores. Por eso series como The Good Place (2016-2020) han logrado revertir, cuestionar y llevar al extremo la idea del bien y el mal como nociones incompatibles.
Vivienne Medrano, animadora estadounidense de ascendencia salvadoreña, seguramente se ha visto atravesada por los principios cristianos, ya que su serie Hazbin Hotel se suma al tipo de historias que ha decidido explorar esos cuestionamientos. Ambientada en el Infierno, esta serie animada musical nos pone en la perspectiva de los pecadores que son sometidos anualmente a un exterminio de parte de los ángeles celestiales que quieren reducir la sobrepoblación infernal. La protagonista de esta historia, Charlie Morningstar, es una suerte de princesa Disney infernal, hija de Lúcifer y Lilith. Ella sueña con hacer funcionar un hotel que permita a los pecadores redimirse y acceder al cielo, para así reducir la población sin necesidad de exterminarlos.
Su propuesta resulta ridícula tanto para los ángeles que ejercen dominio celestial, con el mismísimo primer hombre Adán a la cabeza, como para los otros terratenientes infernales, que disfrutan de la tortura y la explotación de los pecadores. Pese a toda la oposición que recibe, Charlie va a seguir adelante con la ayuda de su novia Vaggie, su amigo el único huésped del hotel, el actor porno gay Angel Dust y un “demonio radial” muy poderoso llamado Alastor, que decide ayudarla a pesar de no confiar del todo en su propuesta. Aunque ella siga obstinada en su propósito, todo lo que pasa a su alrededor y los peligros a los que se va a enfrentar van a demostrarle que la redención no es algo tan simple y que hasta el cielo tiene sus propios intereses fraudulentos.
Con un estilo sarcástico y agridulce de humor adulto, pero sin dejar de ser un poco naive, Hazbin Hotel representa la llegada al mainstream de un fenómeno de internet. Un episodio web piloto del mismo nombre de la serie y con muchos elementos en común, realizado por animadores independientes y financiado a través del Patreon de Medrano, fue un éxito de Youtube cuando salió en 2019, sumando miles de seguidores. Su popularidad llegó a tal punto que a pesar de que no pasó del piloto, la serie tuvo un spin-off llamado Helluva Boss, publicado solo en Youtube. La explosión de Helluva Boss permitió que finalmente unos años después Hazbin Hotel haya conseguido estrenar una temporada completa en Amazon Prime Video, transformándose en la primera serie animada producida por A24, y con animación a cargo de Bento Box (conocidos por la serie Bob ‘s Burgers).
La serie tiene un estilo de animación, doblaje y diseño que bebe mucho de una estética que cultivaron ciertas series web animadas durante la década pasada, especialmente de creadores de habla hispana, como Villanos del animador mexicano Alan Ituriel o los cortos de Destripando la Historia de los youtubers españoles Pascu y Rodri. La fuerza de Hazbin Hotel reside en que ese legado creativo bebe mucho de la cultura del fandom y se caracteriza por la libertad, la expresividad, el sentido del humor ácido y ciertos elementos queer, acá se encarna en una serie con un gran nivel de producción.
El diseño de los personajes es sumamente llamativo, sobre todo los vestuarios, que traducen el infierno a la elegancia, la sensualidad y la decadencia del burlesque y el café concert, con mucho cuidado por los detalles y ornamentos. Hay también algunas referencias al pintor mexicano José Guadalupe Posadas, otorgando un toque latinoamericano reconocible.
Influencias musicales
Las canciones acompañan esta estética. Andrew Underberg, un compositor más bien de oficio, se unió a Sam Haft, de la banda de rock y electrónica israelí-estadounidense The Living Tombstone, que viene más del mundo de la música hecha por fans en la internet. Haft ya había trabajado en Helluva Boss y acá juntos construyen una banda sonora inspirada en canciones de diferentes musicales de Broadway, interpretadas por actores que en su mayoría provienen de ese mundo.
Todas las canciones beben de referencias bastante directas a estilos musicales conocidos, y aunque eso las vuelve algo genéricas y a veces desiguales, son muy disfrutables. Las canciones son cada vez mejores a medida que avanzan los episodios. Cada episodio tiene al menos dos momentos musicales, que se basan claramente en un tipo de canción que es fácil de identificar y que expresan la identidad de los personajes.
Las canciones de Charlie –interpretadas por la actriz de Broadway Erika Henningsen– tienen la progresión y la armonía de las canciones de las películas de Disney, lo cual contrasta con la vulgaridad y crudeza del infierno en el que vive. Por otro lado, Adán -interpretado por Alex Brightman, conocido también por haber actuado en los musicales de Beetlejuice y Escuela de Rock– tiene canciones más en clave de heavy metal y opera rock. Vaggie -interpretada por Stephanie Beatriz, conocida por haber puesto la voz de Mirabel Madrigal en Encanto– canta en un estilo de pop emo de finales de la década del dos mil diez, mientras que el encuentro entre Charlie y las autoridades celestiales que se da en el último tramo de la serie, incluye una canción al mejor estilo Hamilton.
El aspecto musical distingue a Hazbin Hotel de otras series para adultos, dándole una impronta más “femenina” y menos “íncel” que otras series sarcásticas similares. Pero además, permite un gran desarrollo de los personajes secundarios, que es otro de los fuertes de la serie. Todos los personajes son moralmente ambiguos, tienen sus propios relatos de origen y un pasado oscuro que los vuelve muy interesantes. Algunas de esas historias son muy fuertes, y están relacionadas con el abuso sexual y la explotación, pero se matizan a través de las canciones.
Sin revolucionar nada, Hazbin Hotel es una serie auténtica, fresca y con mucha personalidad. Sus ocho episodios entretienen y conmueven por igual, y se pueden maratonear en una tarde. Tiene un final abierto, y el hecho de que haya sido un gran éxito en la plataforma, sumando cientos de fans todos los días, hace pensar que la segunda temporada va a salir dentro de algunos años (aunque no hay una confirmación oficial aún). Habrá que esperar entonces un poco para saber cómo continúa la eterna lucha entre el bien que nunca es tan bueno y el mal que nunca es tan malo, en un mundo decadente y lleno de matices.
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