Desde su estreno en 2019, la serie The Boys de Prime Video se distinguió por ser radicalmente opuesta a cualquier otra producción relacionada con superhéroes estrenada hasta entonces. Brutal, obscena, violenta y cruel, la gran parodia al poder, la influencia y la manipulación de masas saltó de las páginas del cómic de Garth Ennis y Darick Robertson a la pantalla pequeña, con toda su oscuridad sugerida, intacta. De modo, que en el mundo de la producción, nadie es un héroe en realidad, sino graduaciones de la maldad reestructuradas para el consumo o la oposición a una fuerza imparable.
En Gen V (2023-), la premisa es la misma, solo que adaptada a una historia de crecimiento. Lo que brinda a la serie la posibilidad de explorar en cómo el poder — puro y sin atenuantes — puede cambiar la vida de cualquiera. Si en The Boys la gran pregunta apuntaba hacia qué podría ocurrir si los superhéroes fueran reales en un mundo corrompido, vanidoso y lleno de contradicciones, su spin-off explora un lado más sutil. ¿Hay graduaciones morales y éticas en seres que jamás han tenido restricciones reales para enfrentarse al mundo que los rodea? ¿Con jóvenes capaces de matar y cuyas habilidades — físicas y mentales — superan su comprensión del mundo?
Por supuesto, se trata de una idea que se responde a través de los extremos. En Gen V se trata del recorrido de sus personajes hacia el mal o, al menos, su conciencia del bien. El primer episodio comienza por mostrar cómo Marie Moreau (Jaz Sinclair) descubre sus poderes de la manera más traumática posible. Lo que equivale a un crecimiento déspota y violento de su capacidad para entenderse como individuo y a los que le rodean.
Ya de joven, traumatizada y sin saber cómo acondicionar su vida a sus habilidades, la solución proviene del lugar menos esperado. Al ser aceptada en la Escuela de Lucha contra el Crimen de la Universidad Godolkin, su capacidad ya no es fuente de vergüenza, sino, en realidad, un rasgo que puede ser entrenado, sostenido y vinculado al futuro. De pronto, Marie comprende que ya no es una rareza, sino una heroína en formación.
Un largo trayecto al miedo
Por supuesto, los matices entre ambas definiciones son mínimos y la serie juega con esa idea siempre que puede. Mientras tanto, Marie y sus compañeros, hacen la transición a la vida adulta como cualquier otro joven, lo que incluye fiestas, sexo y autodescubrimientos. Pero, a diferencia de otros adolescentes, los alumnos del campus de Godolkin deben enfrentar la idea que su destino está marcado por su habilidad. Y mucho más, que su concepto de lo ético será moldeado cuidadosamente no para defensa de ciudades y países, sino para beneficio de consorcios y corporaciones.
Tan cínica como The Boys, su spin-off Gen V tiene algo muy claro. Los alumnos de este reducto para crear superhéroes, están marcados por lo que pueden hacer y lo que puede significar su habilidad. Son productos en transformación, que se enlazan para elaborar una condición acerca de la identidad que se relaciona con su valor en el libre mercado.
Cada chico y chica a los que se les adiestra para el uso de poderes, sabe que no será parte de una campaña de buena voluntad o mucho menos, un tránsito hacia el bien. Antes que eso, son versiones de figuras inacabadas destinadas a pertenecer a la industria, el comercio y el espectáculo.
Marie pronto descubrirá que la universidad es tan ponzoñosa como Vought International, la empresa que espera que los años formativos concluyan para absorber a sus pequeños héroes y transformarlos en símbolos de compra y venta de conciencias.
Más dura por momentos que The Boys, su spin-off reflexiona cuidadosamente acerca de la apariencia y lo que es capaz de hacer — o crear — la cuestión del miedo al mundo exterior entre sus estudiantes. ¿Dónde podrían estar mejor que bajo la protección de Godolkin y después, un consorcio de explotación brutal? Los jóvenes aprenden, de inmediato, que la necesidad de exponer sus poderes como mercancía cara signará su vida. Y quizás, también su muerte.
Reír, llorar y pensar
Pero, aunque lo parezca, Gen V se aparta todo lo que puede ser aleccionador o moralista. En realidad, es mucho más humorística de lo que podría pensarse y en especial, más elegante en el discurso y la expresión acerca de los matices de sus personajes que The Boys. En conjunto, la producción saca provecho a su cualidad misteriosa. Nada está muy claro, ni es muy evidente, con respecto a la forma en que se comprende el bien y las consecuencias de la avaricia. Su punto más alto.
Con un humor retorcido, alegre y desprovisto de censura, referencias a la cultura pop y un final brillante, Gen V deja claro que el universo de The Boys apenas comienza a ser explorado. Lo que abre la posibilidad de analizar un sentido más elaborado sobre lo que hace a un héroe serlo y su profunda capacidad para entender los alcances de ese conocimiento.
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