El héroe imperfecto

El Eternauta: Los secretos que esconden las diferentes versiones de la historieta

Desde su publicación en 1957 hasta la secuela de 1976, el personaje más emblemático de la historieta argentina evolucionó a la par de su propio autor.

por | Abr 27, 2025

Como cualquier obra fundamental de la cultura popular de un determinado país, El Eternauta es mucho más que una historieta: es un símbolo.  El hecho de que su guionista, Hector Germán Oesterheld, haya sido secuestrado y desaparecido, junto a sus cuatro hijas, por el aparato de represión estatal de la última dictadura militar, ha resignificado su obra y la ha convertido en un manifiesto político.  

La figura de Juan Salvo vestido con su traje de buzo, atravesando el tiempo y el espacio en busca de su esposa y su hija, está intrínsecamente asociado a la lucha de las madres y abuelas, la resistencia a los horrores de la dictadura, y los valores de la militancia de izquierda de la década del setenta en la lucha contra el imperialismo extranjero.   

Pero, además, como Superman o el cine de Ghibli, El Eternauta tiene un valor simbólico universal, sin perder por eso su significado local. Es un mito, en el sentido clásico: un relato al través del cual le damos sentido a nuestra existencia. Y, como todo mito, se escribe y reescribe constantemente, muta y encuentra nuevos matices, sin perder su esencia.

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Hector Germán Oesterheld – Caras y Caretas

Su guionista es también un mito en sí mismo, por su impacto en la cultura y su propia historia de lucha social. Cuando mitos tan enormes se echan a andar, ciertos discursos se impregnan en la memoria colectiva y la realidad queda en un segundo plano. Es por eso que muchas veces cuando se habla de Oesterheld y de su obra, se simplifica, para bien o para mal, lo que es en realidad un proceso de evolución ideológica que a su autor le llevó décadas.

Pero lo más interesante de este proceso es que su obra se fue adaptando a cada una de las etapas de su militancia, mutando junto a él, acompañando su trayecto desde el antiperonismo hasta involucrarse cada vez más con las juventudes del peronismo revolucionario y finalmente la agrupación Montoneros.

Por eso, aunque hubo un solo Oesterheld, que hizo su propio recorrido, no hay un solo Eternauta. Hay muchos, y todos ellos tienen sus verdades para revelar. Vamos a repasar cada uno de ellos. Ojo, que el repaso viene con algunos spoilers importantes. Así que si no has leído estas historietas, deberías ya ir corriendo a leerlas.

El Eternauta (1957-1959)  

Portada de la primera edición integral en libro de El Eternauta, publicada en 1975.

Publicada en fascículos durante dos años en la revista Hora Cero Semanal, en una época en la que la historieta era un fenómeno de masas en Argentina, esta es la aventura que pasó a la historia, al canon de la literatura y la cultura pop. Fue un caso inédito para la época de una historieta larga, con entregas que no tenían aventuras episódicas, sino un solo relato que se iba desarrollando, más parecido a lo que después se le llamó “novela gráfica”.  

Muy en línea con las películas, novelas y cuentos de ciencia ficción en lengua inglesa de la época, el argumento se adelantó muchísimos años a varias tendencias que recién llegarían al mainstream de otros países muchos años después. En particular la idea de una historia de supervivencia y resistencia comunitaria, casi diez años antes de que George Romero inaugarase las historias de zombies.

Primera página del primer fascículo de El Eternauta, publicada en la revista Hora Cero semanal.

Germán, un guionista de historietas y alter-ego de su autor, está en su casa cuando se le materializa una extraña figura: un viajero espacio-temporal que se hace llamar a sí mismo El Eternauta. El inesperado visitante le cuenta su historia: un día, mientras estaba jugando al truco con sus amigos, Juan Salvo, un hombre de clase media, descubre que empezó a nevar en Buenos Aires, en pleno verano.

Rápidamente descubren lo peor:  esa nieve no es normal, es radioactiva, y mata a cualquiera que la toque. A lo largo de los episodios, Juan Salvo, familia y amigos descubren que lo que parecía ser solo un fenómeno climático inusual en realidad era la primera fase de una invasión extraterrestre a escala global. Así, deben organizarse para sobrevivir, y planear una resistencia contra el enemigo. Pero el enemigo es mucho más complejo de lo que imaginaban, y a medida que avanza la historia se revela que la verdadera batalla es contra una cadena jerárquica de opresión, dominación y horror.

Los protagonistas enfrentan a un enemigo tras otro, utilizando los recursos que tienen disponibles, hasta descubrir que todos eran manipulados por una fuerza mayor. El verdadero villano son Los Ellos, señores galácticos que dominan la galaxia, el tiempo y el espacio. 

Ante lo inconmensurable del enemigo, pareciera que no quedara otra opción más que resistir hasta las últimas consecuencias. Por eso en el final de esta icónica historieta, Juan Salvo, tratando de escapar del invasor, se introduce en una cúpula y acciona un botón, con la esperanza de que va a poder transportarse a otro lugar para salvarse de los enemigos. Lo que no sabía Salvo era que ese objeto era una máquina del tiempo, que lo iba a alejar de su esposa y su hija quizá para siempre, y lo iba a forzar a deambular incansablemente por el tiempo y el espacio, buscándolas por toda la eternidad.   

En las últimas viñetas de la historieta nos enteramos que, para contar su historia, Juan Salvo regresó a 1959, cuatro años antes de la invasión, revelando que el relato que acabamos de presenciar puede llegar a tener lugar en el futuro de quienes están leyendo la historieta. La historia cierra con Germán mirando al público, preguntándose “¿Será posible?”, en un final abierto que es una clara señal de advertencia, y una insinuación a que el arte de contar histori(et)as puede lograr a prevenir la catástrofe. 

Últimas dos viñetas de El Eternauta (1959) con guion de Héctor Germán Oesterheld y dibujo De Francisco Solano Lopez.

Cuando las primeras revistas de El Eternauta comienzan a publicarse, la Argentina estaba atravesando la dictadura que se conoció como Revolución Libertadora, que le hizo un golpe al presidente Juan Domingo Perón. Como explica el periodista Fernando Ariel García, por aquellos años Oesterheld no era peronista, si no más bien socialista, y confiaba en que el candidato radical Arturo Frondizi, quien finalmente asumió en 1959, podría conciliar la inestabilidad que había por esos tiempos en el país entre los diferentes modelos de gobierno que se conciliaban el rol del estado, la clase obrera y las fuerzas militares.  

Después de que El Eternauta termina, el gobierno de Frondizi fracasa y las tensiones políticas continuaron, derivando en más golpes de estado. Debido a la crisis social y a la poca habilidad de Oesterheld para las finanzas, la editorial Frontera —fundada por él y su hermano— comienza a tener serios problemas económicos. La empresa, que publicaba Hora Cero y otras revistas que le dieron fama y prestigio como historietista, entra en bancarrota y cierra poco después del último número de su historieta más célebre. La edad de oro de las historietas argentinas, en un sentido estrictamente económico, había terminado.

La secuela novelada fallida (1961)  

Cuando Solano López, el dibujante, decide irse a Europa, un continente más redituable para el oficio de la historieta, Oesterheld cancela la secuela que había planeado desde un primer momento para su obra más icónica, en el medio de una odisea para pagar las deudas que lo inundaban.  

La edición de El Eternauta en formato libro que fue publicada en 1961 por la editorial Emilio Ramírez (que había comprado Frontera después de la bancarrota) incluía una segunda parte. Esta constaba de algunas pequeñas continuaciones en entregas, que transcurren durante los viajes en el tiempo de su protagonista, en dos momentos fundamentales de la historia universal: la erupción del volcán en Pompeya y la bomba en Hiroshima, historias que remarcaban el profundo sentir humanista de su autor. 

En 1961, dos años después del final de El Eternauta, un Oesterheld en la pobreza, que hacía todo lo posible para enganchar algún trabajo editorial que le permitiera llevar el pan a la casa, decide escribir la secuela en formato de novela. La novela nunca se terminó ni se publicó, pero se puede leer la primera parte en el libro El Eternauta y otros cuentos, publicado por Colihue en 2012. 

En esta secuela inconclusa, Juan Salvo reaparece en El Tigre, poco después de los eventos de la primera parte. Se reencuentra con Favalli, el personaje más racional de la historieta, que parecía haber sido transformado en un hombre-robot al final de la primera parte, y con otros sobrevivientes. Así, descubre que la invasión afectó de forma desigual al mundo: mientras algunas regiones como Norteamérica salvaron sus grandes ciudades, otras quedaron devastadas. La gran revelación es que el ataque principal solo ocurrió en Buenos Aires. La historia termina con Salvo y Favalli viajando a Nueva York y, sorprendentemente, aceptando trabajar como mercenarios para Los Ellos

Reversión de El Eternauta (1969)  

Portada de la segunda versión de El Eternauta, con dibujos de Alberto Breccia.

Durante la década del sesenta, Oesterheld hace muchísimas historietas para otras editoriales, aprovechando todas las oportunidades que tenía a su alcance. Algunas de esas obras se cuentan dentro de lo mejor de su producción. Ese es el caso de Mort Cinder, su obra más prestigiosa, sobre un ser inmortal que nace y muere todos los días, lo que le permitió haber vivido durante periodos importantes de la historia.

Como explica el libro Los Oesterheld, de Fernanda Nicolini y Alicia Beltrami, a medida que fue avanzando la década, Oesterheld comienza a interesarse cada vez más por las nuevas ideas revolucionarias que estaban afectando el mundo intelectual de la época, sobre todo mediante su contacto con la gente joven. A partir de la militancia de sus cuatro hijas, que se involucraron cada vez más en movimientos estudiantiles, Oesterheld se enteró de los procesos revolucionarios que se estaban dando en Cuba y en Argelia, y empezó a cambiar de perspectiva con respecto al rol de las potencias mundiales.

La primera muestra de este giro se da con la publicación de una historieta biográfica sobre el Che Guevara que publicó la editorial Jorge Álvarez, solo tres meses después del asesinato del líder revolucionario en Bolivia. La historieta iba a ser la primera de una serie dedicada a grandes figuras políticas latinoamericanas.

En ese momento estaba vigente un gobierno de facto que se hacía llamar “La Revolución Argentina”, cuyos censores intervinieron la editorial y destruyeron los ejemplares de la obra. El altercado con las fuerzas militares no impidió que Oesterheld siguiera con su carrera de guionista de historietas mainstream.  

La época coincidió con un cambio de paradigma cultural en el que las historietas comienzan a considerarse como una expresión no solo para niños, sino que alcanzan el prestigio suficiente para que encontrara su lugar dentro de las revistas de interés general. Así, la revista Gente, famosa por su tinte conservador, le ofrece publicar en fascículos una nueva versión de la primera parte de su historieta más icónica.  

Es ahí cuando Oesterheld se da cuenta que El Eternauta, una historia que estaba en diálogo con la inestabilidad política de la época en la que salió, y que expresaba ideas humanistas más universales, en consonancia con obras como La Guerra de los Mundos o la ciencia ficción de la época, debía actualizarse, más de diez años después de su publicación original. Oesterheld ya no era el mismo que antes, y sabía que su obra tenía el suficiente capital simbólico como para hacer un comentario sobre la coyuntura política de esos tumultuosos años plagados de dictadura, y por los que parecía asomarse una posibilidad para la revolución social.  

La primera entrega de la reescritura de El Eternauta fue publicada el mismo día que El Cordobazo, la rebelión obrera, estudiantil y sindical en contra de la dictadura de Onganía.  La principal diferencia de esta versión es que la invasión extraterrestre ahora no es a escala global.

Mientras que en la primera parte el ejército y las potencias globales parecían estar interesadas en frenar la invasión, e incluso atacaban a los extraterrestres con bombas atómicas, acá son cómplices: los gobiernos del Primer Mundo han hecho un acuerdo con Los Ellos para entregarles Sudamérica a cambio de su liberación. Se trata ahora entonces de una invasión mucho más localizada y limitada, con una nieve mortal que no para de caer en ningún momento.

Esta versión fue dibujada por Alberto Breccia, un autor mucho más experimental, expresionista y tenebroso que las agradables figuras plagadas de costumbrismo que trazó Solano López en su primera versión. Por esa razón, y no tanto por el contenido político, esta versión fue cancelada después de recibir cientos de cartas de lectores de la revista quejándose de los dibujos. La mitad de la historia se terminó resumiendo en dos o tres entregas más, con un final apurado, pero no trunco.

El Eternauta II (1976) 

Para 1972 las cuatro hijas de Oesterheld ya se habían involucrado activamente en la lucha armada revolucionaria, y él mismo comienza a trabajar como jefe de prensa de Montoneros. Aunque las historietas que publica a partir de ese momento tienen un elemento militante cada vez más marcado, durante la primera mitad de la década no deja de escribir muchísimas historietas para revistas mainstream. Estas editoriales ahora sí le daban un buen pasar económico, y le permitían mantener una carrera editorial en paralelo a su militancia cada vez más comprometida.  

Como se muestra en la serie Germán, últimas viñetas, el autor en esos años trabajaba en publicaciones muy exitosas como Billiken, o las revistas de la editorial Columba, de una bajada editorial muchísimo más conservadora que su propia línea de pensamiento. De todas esas editoriales, la más interesante era Ediciones Récord, que se planteaba como un regreso a la edad dorada de la historieta, con un nuevo elenco de autores jóvenes llenos de ambiciones.  

En 1975 Récord publica por primera vez una edición integral de la primera versión de El Eternauta, casi veinte años después de la publicación original. Como señala la investigadora y dibujante Lauri Fernández en su libro Historieta y resistencia. Arte y política en Oesterheld (1968–1978), es en esa nueva edición cuando aparece por primera vez la idea de “El héroe colectivo”, que tanto se vincula a El Eternauta:

“El único héroe válido es el héroe ‘en grupo’, nunca el héroe individual, el héroe solo”. 

Bien en consonancia con sus ideas de la época, en el pico de su militancia, Oesterheld reivindicó la labor de personajes que en la historieta eran más bien secundarios, para subrayar la importancia de los valores colectivos por sobre los individuales, algo que en la historieta original aparecía de un modo mucho más solapado.  

El libro fue sumamente exitoso y reavivó el interés en la obra para toda una nueva generación, tanto del público general como de las juventudes que estaban atravesando los años más oscuros de la historia argentina reciente, que terminaría con la última dictadura militar instaurando el terrorismo de estado de un modo mucho más sistematizado y violento que cualquiera de los gobiernos anteriores.   

El éxito de la compilación de El Eternauta fue tal que el público no paraba de exigirle a la editorial una secuela. Así Oesterheld comienza a trabajar en esta segunda parte junto a un Solano López que no coincide con sus nuevas ideas extremistas y radicalizadas. Esta secuela directa empieza justo donde quedó la historia anterior.  

Germán, que ahora se identifica con su nombre completo, regresa al chalet de Juan Salvo para contarles sobre la nevada mortal. Se une a ellos en una partida de truco, pero en el momento en el que debería suceder lo peor, sucede una alteración en el espacio tiempo y la casa es enviada ciento cincuenta años al futuro. La invasión está mucho más avanzada, y la ciudad está absolutamente destruida a causa de un holocausto nuclear.

Ahora lo que importa no es la supervivencia, sino la destrucción total del enemigo, sin importar las consecuencias. Este nuevo Juan Salvo no solo ha viajado por los confines del espacio y el tiempo y visto las peores atrocidades, sino que también ha sido fuertemente afectado por la radioactividad (que, actualizando los conocimientos de la época, acá no mata al contacto, sino que provoca mutaciones).

Ahora tiene poderes físicos y mentales más allá de lo común, que lo transforman en un ser frío, calculador y violento. Así, se transforma en un caudillo que lidera a los pocos sobrevivientes del futuro, que viven recluidos en cuevas. Los Ellos ahora no son una fuerza desconocida, sino que tienen forma física, número y pueden ser destruidos. Lo que importa ya no es solo la resistencia pacífica, sino la acción directa, la revolución armada.

Este Juan Salvo ya no es más un sobreviviente: es un verdadero líder revolucionario, capaz de hacer cosas que antes había considerado impensables con tal de eliminar al enemigo, hasta el punto de sacrificar a su familia y amigos. El dibujo de Solano López, plagado de rayitas que intentaban expresar la extrema desesperación de los personajes, se quedaba corto al tratar de ilustrar una historia arraigada en los ideales de la lucha colectiva como prioridad frente a todas las cosas.

En consonancia con las tendencias que recién estaban apareciendo en la agenda social de la época, es una historieta con un fuerte componente ecologista, donde los animales adquieren un rol que no habían tenido en la primera parte. Otra cosa que llama la atención es que, a diferencia de la mayoría de sus obras anteriores, hay una figura femenina fuerte y heroica:  María, basada en su hija Beatriz, y bautizada con el nombre que utilizaba en Montoneros. Para el momento de la publicación de la obra, Beatriz ya había sido asesinada por la represión estatal.

Fragmento de una imagen promocional de la historieta "El Eternauta II" dibujada por Francisco Solano López

Oesterheld escribió El Eternauta II en la clandestinidad, entregando los guiones a Solano López a través de intermediarios, hasta el punto de que no se sabe si el final de la historia fue escrito por él. Los militares estaban tras sus pasos, y él lo sabía. La historieta llegó a ser publicada en su totalidad, pero un año después el autor fue secuestrado por las fuerzas armadas en La Plata. Ya habían sido secuestradas y asesinadas sus cuatro hijas: Diana, de 24 años, Beatriz, de 19, Estela, de 25 y Marina, de 18. Dos de ellas estaban embarazadas.  

A lo largo de los años surgieron muchísimas continuaciones de El Eternauta a cargo de otros autores, sin ninguna poder replicar el éxito de la original. Incluso El Eternauta: El regreso, de 2003, con dibujos de Solano López y guion de Pablo Maíztegui, trata de imaginarse la segunda parte que hubiera escrito un Oesterheld menos radicalizado y aggiornado con los ideales del peronismo del siglo XXI, encarnado en el kirchnerismo.  

A esta altura ya son muchas las alteraciones en el continuo espacio-tiempo, y la historia parece estar condenada a repetirse, haciendo que el símbolo de El Eternauta se revitalice con cada iteración. Su poder simbólico, tal como la memoria de su autor, siguen más vigentes que nunca, como la advertencia de que el poder de la escritura puede prevenirnos ante las peores catástrofes: las que son ejecutadas por los propios seres humanos.

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Paul Noguerol

Paul Noguerol es un escritor, guionista e investigador de Mendoza, Argentina. Actualmente vive en Estados Unidos, país donde nació, y está haciendo un Ph.D. en estudios hispánicos para la universidad de Connecticut, donde estudia las expresiones Queer en historietas de lengua española. Sus especialidades son el cómic y la ciencia ficción. Fue creador y miembro del colectivo de divulgación de estudios sobre la cultura pop Los Nerds Heredarán la tierra, y condujo el podcast del mismo nombre y el programa de TV "Los nerds heredarán la biblioteca", de Señal U, sobre literatura y cultura pop. También organizó en Mendoza dos ediciones del encuentro de ciencia ficción "Pórtico", originario de la ciudad de La Plata. Ha escrito para medios como Ouroboros, Revista Sonámbula, Jarilla Geek, y Elmeme.me, entre otros. Su trabajo como escritor de ficción está editado en dos antologías de cuentos, "Paisajes Perturbadores" (2018) y "Omelas" (2019). Actualmente es columnista de la sección "Pensé que se trataba de cuadritos" en el programa de radio por Twitch "Mandanga". Además, conduce y produje el podcast "La guía Falopa del espacio tiempo", dedicado exclusivamente al análisis de ficciones sobre viajes en el tiempo.