Castillos en países lejanos, salvajes dragones y romances inmortales. Hace años que los tradicionales cuentos de hadas cambiaron sus reglas, con damiselas que ya no dependen de un príncipe para salvarse, mientras que los villanos no son todo lo que aparentan. A esta premisa se ajusta Damsel (2024), la nueva película de Netflix protagonizada por una de las mayores estrella nacidas en la plataforma, la heroína de poderes telequinéticos en Stranger Things (2016 -), Millie Bobby Brown.
Érase una vez…
Elodie (Brown), primogénita de Lord Beyford (Ray Winstone), vive junto a su hermana Floria (Brooke Carter) y su madrastra (Angela Bassett) en una tierra empobrecida y atemorizada por el mortal invierno que ya está al acecho. Pero la suerte del reino parece cambiar cuando la reina Isabelle (Robin Wright) le propone desposar a su hijo. Elodie acepta sin dudar, poniendo al destino de su gente por sobre la posibilidad de un matrimonio sin amor.
Mientras que la química con el príncipe Henry (Nick Robinson) parece inmediata, su madrasta comienza a tener dudas respecto a las intenciones de la reina. La boda es lujosa y alegre, pero pronto las costumbres del reino demostrarán que la familia real esconde un peligroso secreto, ya que comparten un pacto siniestro con una dragona que en cada generación demanda un sacrificio.
Como si de apretar un botón se tratase, la película de Juan Carlos Fresnadillo (28 días después) cambia dramáticamente en su tono hacia algo más cercano a lo que hace unos años Mel Gibson o Liam Neeson podrían haber protagonizado -si los tacos y vestidos no incomodaran a estos rudos actores. En este caso, nuestra princesa no escapa inmaculada, sufriendo varias heridas desde un primer momento y desgarrando sus prendas y su cuerpo en su lucha por sobrevivir.
Corazón de dragón(a)
La bestia mitológica no le tiene ningún tipo de piedad. Es más, se toma su tiempo en un cruel y paciente juego, una presencia constante que busca nuevas formas de atormentar a la chica. Su voz juega un papel importantísimo, ya que a través de simples susurros en la oscuridad, logra avivar el suspenso y la sensación de peligro.
Esto solo se debe a la impecable interpretación de Shohreh Aghdashloo (Arcane), quizás una de las voces femeninas más icónicas que existen. Es en la clara pronunciación de cada sílaba en la cual una criatura con poca expresividad facial demuestra tanto el disgusto como una furia y dolor ancestral. Pero esto no desmerece tampoco el apartado visual, ya que el diseño de la dragona está muy logrado y se siente sólido.
La caverna en la cual Elodie está atrapada funciona como un laberinto habitado por más que los fantasmas de sus predecesoras. Sus nombres aparecen tallados en las paredes en un desesperado grito por no ser olvidadas, así como un último intento por ayudar a quienes continúen con el macabro legado. Este segundo acto tiene una estructura que recuerda un poco a la de un videojuego, en donde aparecen nuevas temática en cada sector a medida que va avanzado por los distintos obstáculos.
Heroína de una nueva generación
Brown, también productora ejecutiva de la película, deja claro el interés que tiene por naturalizar más y más producciones en donde un público juvenil femenino se pueda ver reflejado en protagonistas que rompen con los estereotipos de género. Ya había jugado un rol importante delante y detrás de las cámaras en Enola Holmes (2020) y su secuela, adaptaciones de una serie de libros en la cual el foco de la historia es la hermana menor del icónico detective inglés.
En el caso de Damsel, Dan Mazeau (Rápidos y Furiosos X) divide en tres fragmentos su guion, pero este igualmente resulta conciso y eficaz. Hay que destacar el diseño de producción de Patrick Tatopoulos, un director francés que puede resultar conocido a aquellos que disfrutaron de Face Off, el reality de SyFy sobre maquillaje de efectos especiales. El escrutinio que Tatopolous demostraba como parte del jurado se hace notar en su propia labor, ya que el diseño de los sets es una de las partes que más destacan, con una impronta visual que logra parecer sacado de un libro de cuentos. De la misma manera, tan solo basta con ver los detalles del vestido nupcial de la protagonista para apreciar la calidad de los vestuarios medievales que Amanda Monk ya había presentado en Calabozos y dragones: Honor entre ladrones (2023).
Si bien siempre es una pena ver a un actor como Winstone desaprovechado, hay una lógica en este caso. Montones son las fabulas fantásticas en donde los personajes masculinos están al frente. Acá tan solo basta con prestar atención a los encuadres para entender que la intención es revertir esa fórmula. Hasta un romántico beso está enfocado principalmente en Elodie, manteniéndola a todo momento en el centro y mostrando que el príncipe es un accesorio en la manipulación a la que es expuesta.
La película explora por sobre todo la relación entre las mujeres. Sus presencias pueden ya no ser físicas, pero son recordadas. Son hermanas que se aman incondicionalmente y madrastras que buscan vincularse con sus hijastras. Y también son madres de todo tipo de especie, capaces de cometer los actos más valientes -y los más terribles- por el amor a sus hijos.
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