Desde que el cine de superhéroes llegó a su pico de éxito y masividad en 2019 con el estreno de Avengers: Endgame, mucho se ha discutido sobre si el género está en decadencia o no. Existen quienes argumentan que el interés entre este tipo de ficciones ha decrecido, ya que la sobresaturación de productos ha hecho que las líneas narrativas del Universo Cinematográfico de Marvel sean difíciles de seguir, mientras que el inestable Universo DC se muestra confuso y poco interesante para el público masivo. Por otro lado, están quienes argumentan que el género está muy lejos de su decadencia considerando que dos de las diez películas más taquilleras del 2023 (Guardians of The Galaxy Vol.3 y Spiderman: Into de Spiderverse) son adaptaciones de cómics de Marvel.
En el momento de observar los datos concretos, está claro que muchas de las producciones de Marvel, como las series televisivas o algunas películas que apuntaban a ser un gran éxito (por ej. Ant-Man and the Wasp:Quantumania del lado de Marvel Studios o The Flash del lado de Warner y DC) no consiguieron llegar a los números esperados. Mientras que adaptaciones de otros íconos de la cultura pop, como es el caso de Barbie, han dominado en taquilla.
Esto lleva a pensar en que el género de superhéroes está atravesando si no una decadencia, al menos un momento de crisis en el que las expectativas puestas sobre estas películas están muy altas, y para llamar la atención de un público cada vez más exigente los estudios deben plantearse hacer apuestas diferentes y de calidad.
Oportuncrisis comiquera
“Crisis” es justamente el modo que tiene DC Comics de llamar a aquellos eventos editoriales que buscan reacomodar el orden de sus publicaciones y dar lugar, a través de una historia ficcional, a un nuevo universo. Con este recurso pueden eliminar personajes que no funcionaban, reinventar a los que ya existen y a la vez abrir camino a nuevos personajes.
Ese es el momento en el que se encuentra en el cine el viejo y baqueteado DC Extended Universe, que se está transformando en el aún no tan definido DC Universe en manos de los CEOs James Gunn y Peter Safran. Y es la crisis que reflejó el lanzamiento de la película Blue Beetle -primero pensada como estreno para la plataforma HBO MAX y luego estrenada en cines-, atravesada por una huelga de guionistas y actores que impidió una promoción plena del lanzamiento.
Es curioso que Blue Beetle, tanto en el cine como en los cómics, haya sido un personaje que aparece en un momento posterior a una crisis, en la forma de una apuesta a una narrativa más clásica y rendidora. Exceptuando quizá sus cómics originales de los años ’40, en los que Blue Beetle era el estereotipado arqueólogo Dan Garret, que se transformaba en un superhéroe diciendo unas palabras mágicas y utilizando los poderes que le otorgaba un misterioso escarabajo azul que encontró en Egipto. Blue Beetle siempre fue un personaje que mostró su mejor faceta en momentos posteriores a las “crisis”, que en el mundo del cómic son -en simultáneo- ficcionales y corporativas.
La mostró en los ochenta, en la etapa del guionista Len Wein, después de la Crisis en Tierras Infinitas. El segundo Blue Beetle, Ted Kord, discípulo del primero, sin superpoderes pero con mucha tecnología para compensar, pasó de ser un personaje de la extinta editorial Charlton Comics a finalmente formar parte del nuevo universo DC que estaba empezando en 1986. Y pasó a principios de los 2000 con guion de Keith Giffen. El tercer Blue Beetle, el adolescente Jaime Reyes, tomó el manto después del evento Crisis Infinita, que buscó replicar la estrategia de los ochenta y reordenar nuevamente el universo ficcional de DC, dando lugar a héroes que apelaran a un público más joven y más diverso.
El origen de un nuevo héroe
Es este tercer Blue Beetle, un superhéroe de origen mexicano (encarnado por el fantástico Xolo Maridueñas), el que protagoniza la película de Angel Manuel Soto. Jaime es un inmigrante mexicano que vive en la ciudad ficticia de Palmera City, un cambio con respecto a los cómics, donde vive en en la ciudad de El Paso en el límite sur de los Estados Unidos.
Recién graduado de la universidad de Gotham, Jaime se encuentra con que tiene que trabajar para que su familia no pierda la casa en la que viven. Así termina consiguiendo un puesto en la mansión de Victoria Kord, CEO de la empresa Kord Industries, que antes pertenecía al legendario Ted Kord, el segundo Escarabajo Azul. Ahí conoce a Jenny, su sobrina, quien le pide ayuda ya que sospecha que su tía está haciendo mal uso de un artefacto alienígena antiguo llamado Khaji-Da, conocido como El Escarabajo.
Efectivamente, Victoria estaba usándolo para un proyecto armamentístico llamado One Man Army Corps (OMAC). Así que Jenny secuestra el artefacto y se lo entrega a Jaime. Inmediatamente, el escarabajo se clava en su espina dorsal y le otorga poderes sobrehumanos que le permiten volar y atacar a sus enemigos, de una forma que recuerda a una mezcla entre el simbionte de Venom en las historias de Spider-Man y la tecnología de Tony Stark.
Desde ese momento, Jaime va a tener que lidiar con una serie de responsabilidades. Deberá aprender a manejar sus poderes y explicarle lo que sucede a su confundida familia. También deberá enfrentarse a Victoria Kord y derrotar a Ignacio Carapax, un prototipo de OMAC que es un soldado al servicio de Victoria. Y en el medio se enamorará de Jenny y descubrirá el pasado del anterior escarabajo azul y parte de su mitología.
Hasta acá, es una sólida historia de origen superheroico, con muchos homenajes a los cómics que tiene de fuente y varios elementos que ya se han visto en otras películas. Pero lo que la convierte en una película diferente es la fuerte presencia de lo latino, o al menos de la cultura latina en los Estados Unidos. En esto se nota la impronta de su director, un puertorriqueño de pura cepa que -aunque está llegando al éxito por primera vez con esta película- fue autor de varios filmes que tienen a las minorías y a los inmigrantes como personajes centrales. Y que tienen una clara mirada en contra de las políticas anti inmigratorias de Trump.
Superpoderes y latinidad
Sin hacer una bajada de línea excesiva, hay varios elementos de la película que reflejan ese punto de vista latinoamericanista. Es claro, por ejemplo, que todos los problemas a los que se enfrenta Jaime son los propios de un inmigrante latino, tanto en lo micro como en lo macro: buscar trabajo, hacerse valer en una sociedad a la que no pertenece del todo, pero que tiene una gran comunidad que lo acompaña. Y en esto ocupa un rol central la figura de su familia, que es tan protagónica como el propio Jaime y lo acompaña en su lucha contra el villano.
La película además deja en claro que el imperialismo ha dejado una marca en la historia de todos los personajes. La familia de Jaime tuvo que abandonar su país para tener una vida mejor, y terminó habitando un espacio marginal dentro de los Estados Unidos, que tuvo que ganar después de años de esfuerzo. La lucha contra una corporación malvada, tópico clásico de este tipo de historias de superhéroes, se resignifica en este contexto.
Kord Industries está vinculada con actividades imperialistas en las islas del Caribe y el villano principal está conectado a la Escuela de las Américas, el instituto operado por el ejército de Estados Unidos que se instaló en Panamá para entrenar a los soldados latinoamericanos, que dio origen a grandes dictadores y desestabilizadores del orden social en Latinoamérica. Y además, una de las heroínas inesperadas de esta historia es nada más y nada menos que su propia abuela, que tiene un pasado revolucionario que de pronto sale a flote.
Esos detalles hacen que la película introduzca una mirada distinta dentro de un género que tradicionalmente está asociado a la propaganda armamentista y a los discursos de poder dominantes. Como señaló su director en la conferencia de prensa que se realizó en México, “el mensaje de la película es que no hace falta algo exterior para ser un superhéroe, y eso es un mensaje anticolonialista”.
“Lo importante de la película es que podamos contar nuestras historias, tal cual las queremos contar, sin que alguien las cuente por nosotros.”
Es por eso que estamos ante el primer superhéroe verdaderamente latino en el cine masivo, tanto en sus características como en las temáticas de la historia. Y esa latinidad se impregna en todos sus aspectos. Lo hace en su elenco, que incluye actores realmente mexicanos interpretando a su familia, como Damián Alcázar, que hace del padre de Jaime, o Adriana Barraza, que hace de su abuela.
Además participan actores de segunda o tercera generación de inmigrantes mexicanos viviendo en USA, como el famoso comediante George López haciendo del tío gracioso, la joven Belisa Escobedo que interpreta a Milagros, la hermana de Javier, o el actor Raoul Trujillo que interpreta a Carapax. Así como actores de otros países latinoamericanos, como la brasileña Bruna Marquezine. Y lo hace también en su guion, que no teme incluir mexicanismos y hasta insultos en los diálogos, en la pluma del mexicano Gareth Dunnet Alcocer.
Y finalmente, lo logra con su banda sonora, cargada de grandes éxitos en español. Si bien por momentos parece una playlist un poco aleatoria y arbitraria, como bien explicó su director en la conferencia de prensa, fue confeccionada pensando en lo que escucharían cada uno de los personajes de la historia. Es super variada y a veces encaja bastante bien con lo que pasa en escena. Además termina con otra coronación de gloria cuando suena un gran tema de Soda Stereo apenas comienzan los créditos, así que no nos quejamos.
Pero pese a que estas características la convierten en una película muy destacable, el gran punto de discusión en Blue Beetle es el tono de la película, que no tiene miedo de caer en el ridículo o incluso en clichés, tanto del género de superhéroes (el protagonista quedándose con la chica al final, la clásica estructura de la lucha contra el villano) como de la cultura mexicana, rozando lo estereotípico (por ejemplo, algunos de los chistes recurrentes de la película tienen que ver con el Chapulín Colorado o María, la del barrio). Ese tono desfachatado, que por momentos recuerda a la película Mini Espías, puede despertar tanto pasiones como rechazos por parte de los espectadores.
La reivindicación del género
En fin, puede ser que la película no pase a la historia del cine de superhéroes por la originalidad de su trama, pero sí por su temática y por intentar devolver al género algo de su frescura original. Sin duda hay planes para el futuro y Blue Beetle pretende consolidarse como una franquicia, como expresó su director cuando dijo que “esto es solo el primer capítulo de una saga”.
Sin embargo, por ahora Blue Beetle se siente solamente como la película de Blue Beetle, no como un episodio dentro del nuevo universo de DC. Y aunque da guiños para una secuela, y está claro que algunos de estos personajes volverán a aparecer en alguna producción posterior, por ahora no parece sentar las bases de ningún proyecto a largo plazo. Es eso lo que la convierte en una película especial. En este momento en el que los relatos de superhéroes parecen apuntar a historias cada vez más épicas y producciones que requieren consumir previamente una cantidad cada vez más grande de productos para comprender la historia, Blue Beetle nos recuerda por qué empezamos a consumir y fanatizarnos con estas películas hace más de una década.
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