La primera vez que escuché mencionar a All The Beauty and the Bloodshed fue en el Festival de Cine Venecia cuando le ganó a Argentina, 1985 el premio más importante. “¿Quién es Laura Poitras?”, fue lo que se me cruzó por la cabeza. Obvio, yo quería que ganara la nueva película de Santiago Mitre que venía a contarle al mundo entero sobre el hecho más importante en nuestra historia y cómo pasó a ser parte de la memoria colectiva de los argentinos.
Meses más tarde, la Academia nomina este documental dentro de su categoría correspondiente junto con otras opciones, entre ellas Fire of Love, esa tierna producción sobre los vulcanólogos Krafft que dejaron todo en su vida para dedicarse a estudiar volcanes y morir juntos en uno de ellos. Así que decidí darle una oportunidad al ganador de la Biennale. Lo hice, y me encontré con uno de los retratos más personales, cálidos y hermosos que vi en casi cinco años viendo películas. Es que lo que no sabía es que, de una forma u otra, también hablaba de la memoria.
Comprado por HBO Max, All the Beauty and the Bloodshed es un documental sobre la artista estadounidense Nan Goldin, su vida como fotógrafa y su lucha activista contra el imperio farmacéutico Sackler, responsable en la comercialización del OxyContin y que causó la epidemia de opioides más grande en la historia de Estados Unidos. Si bien ella misma fue adicta a la misma droga que la llevó a rehabilitación, no todos corren con su misma suerte: en Estados Unidos dos tercios de las muertes son en manos de la adicción a farmacéuticos.
Paradójicamente, en el país de la Estatua de la Libertad hay miles de presos a la adicción de OxyContin. Eso no es ninguna novedad. Tampoco discrimina edad alguna. Sin ir más lejos, Alexis Neiers, la integrante del clan Bling Ring que entre 2008 y 2009 asaltó casas de multimillonarios y terminó en la cárcel, contó en una serie documental estrenada en Netflix la historia sobre su adicción al fármaco y cómo terminó en rehabilitación al borde de la muerte.
Con esta premisa, Nan Goldin se reconoce como una sobreviviente y opera como la abanderada de todos los caídos en manos de la adicción a las drogas junto con sus compañeros de PAIN (Prescription Addiction Intervention Now), la asociación que ella misma fundó, y se enfrentan a la justicia estadounidense en búsqueda de la verdad.
Pero si hay algo que nos muestra Laura Poitras en su documental, es que Goldin es una mujer que tiene muchas caras. Dividida en cinco episodios, la película muestra a una Nan pequeña que vive en Washington D.C. con su familia, otra que pierde a su hermana Barbara en manos del suicidio, otra que estuvo de gira en distintas casas de familias adoptivas para escapar de la tristeza que trajo esa muerte repentina, otra que agarra una cámara fotográfica por primera vez, y otra que se convirtió en una artista de la escena under neoyorkina.
“La vida imita al arte”, dice aquella famosa frase popular. Nan Goldin es un ejemplo de ese dicho. Fue gracias a la película Blow Up de Michelangelo Antonioni y a un misterioso David Hemmings de protagonista lo que le despertó el interés por el mundo de la fotografía y retratar la realidad humana. Ella imita el arte. Así, terminó capturando distintos momentos de la escena contracultural estadounidense.
Que el nombre del film sea All The Beauty and the Bloodshed (Todo la belleza y el dolor) no es casual. Son esas dos aristas extremas las que convergen a lo largo de las dos horas de duración del largometraje, y nunca son de manera lineal. El documental va y viene en los recuerdos más felices y los más difíciles de la artista, como una representación de cómo es la vida en realidad.
De niña, pasando por la adolescencia hasta ser adulta. Sus amigos que conoce en la escena under, la gran amistad que forjan desde años y cómo empiezan a desaparecer el mapa de manera lenta. La presencia de su hermana Barbara en conversaciones cotidianas con sus padres. Su adicción a las drogas. La lucha activista para ver caer a una dinastía farmacéutica responsable de miles de muertes. Su amor por el cine. El ojo cálido y empático que le permitió ser exhibida en los museos más importantes del mundo.
Todos esos flashbacks dan como resultado un documental emocionante y atravesado por la nostalgia y la ternura, en el que la protagonista comparte sus pasiones y sus miedos y demuestra cómo sus convicciones la llevaron a tomar todas las decisiones difíciles de su vida y a ocupar el lugar en el que hoy está.
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