Bob Dylan y la política

“A Complete Unknown”: el mito de algunos artistas se cuece lejos de los vientos de cambio

Más allá de haber sido protagonista de los convulsionados años 60, “A Complete Unknown” muestra a un Bob Dylan que forjó su ideario desde los márgenes de la época.

por | Feb 13, 2025

Joan Báez (Monica Barbaro) y Bob Dylan (Thimothée Chalamet) cantando juntos en Un Completo Desconocido.

Así como está el mito de que Michel Foucault observaba desde la oscuridad de su departamento, con solemne equidistancia, las estruendosas movilizaciones del Mayo Francés, la película A Complete Unknown se apoya en la misma tesis: Bob Dylan se formó como artista, como cantautor y como referente cultural desde los márgenes de los tiempos políticos, que podían estar cambiando, pero influían apenas en el molde de su personalidad.

La persecución anticomunista del macartismo, la crisis de los misiles, el asesinato de Kennedy… Dylan se forjó como cantante folk, primero, y como rockstar, después, en medio de aquel torbellino político y social de los sesenta. Pero el director James Mangold se encarga de dejar en claro que, si bien no podía extraerse de su entorno, el artista encontró y diseminó su propia voz por encima incluso de la época, como si solo estuviera determinado a seguir su llamado interior.

La constitución del Dylan artista, lo que su enigmática figura proyectó al mundo, fue justamente eso: la aparición de un poeta que se hizo a sí mismo y que parecía venido de la nada, más que el espía que vino del frío, el poeta que vino de Minnesota, un hombre sin pasado. Y por eso, tal vez sin futuro, como lo demostró una trayectoria pródiga en discos pero carente de vida social y apariciones públicas (ni siquiera fue a la ceremonia de recepción del premio Nobel de Literatura en 2016, tal como los títulos finales del film se encargan de marcar).

En A Complete Unknown (2024) vemos entonces los hechos históricos que marcaron la época pero que, a la vez, le pasan por el costado a nuestro trovador. Mangold lo deja bien en claro desde el comienzo, al inaugurar la película con una audiencia judicial contra Pete Seeger (Edward Norton), el cantante folk que fue padrino artístico de Dylan y sobre quien el macartismo había puesto la mira por su condición de artista popular.

Dylan se acerca a ese mundo, sí, participa y se compromete, pero al mismo tiempo se aísla. Coquetea y mantiene una relación con la cantante Joan Baez, activista por los derechos civiles, y conoce de primera mano la defensa de las causas sociales a través de su novia Suze Rotolo (en la película bajo el pseudónimo Sylvie Russo, interpretada por Elle Fanning), aunque al final del día su contribución será con la pluma y la guitarra (y la armónica).

Una escena es particularmente elocuente respecto de esta toma de posición de la película: después de días de angustia ante la creencia de una guerra nuclear inminente producto de la crisis de los misiles (un pánico del que ni siquiera el protagonista queda exento), Kennedy anuncia finalmente el acuerdo con Nikita Jrushchov y eso produce un desahogo en la sociedad norteamericana, a lo que el protagonista parece responder con un “Bueno, ya está, ahora podemos seguir con lo nuestro”

¿Y qué era exactamente eso? Seguir el camino del artista sin demasiadas esperanzas ni expectativas puestas en el mundo; después de todo, era el mismo país donde por aquellos años, y pese a las oleadas de entusiasmo ante los tiempos que estaban cambiando, Kennedy y Martin Luther King fueron asesinados. Fundido a negro, corte a 1965 y un nuevo Dylan en la ruta.

Diario de motocicleta

Ese es otro concepto sobre el que Mangold machaca sutilmente pero no sin firmeza: Dylan y el camino. Una road movie interna. La película empieza con el joven aspirante a músico haciendo dedo para llegar a Nueva York y termina con el artista consagrado viajando en moto hacia un nuevo mundo, que en su caso será el álbum consagratorio Highway 61 Revisited (1965). No casualmente, el nombre del disco hace referencia a una autopista. 

Ese desplazamiento esquivo, irrefrenable, fue la marca que signó la carrera de Dylan, una carambola de la existencia que lo llevó desde el hippismo y los festivales folk en Newport a las reuniones de la alta sociedad en Greenwich Village, pasando por el rock eléctrico y la consagración como poeta con el premio Nobel, sin que nadie supiera nunca demasiado sobre él. 

La película juega todo el tiempo con los límites entre verdad histórica y ficción, así como el propio Dylan jugaba con su mito de origen, tal como lo demuestra el hecho biográfico de que para darse a conocer al mundo eligiera un nombre de fantasía en homenaje al poeta inglés Dylan Thomas. El propio film asume este rasgo de carácter de su personaje principal al llevar como título A Complete Unknown (Un Completo Desconocido), una intención que está camuflada, sí, claro, en la presencia de ese verso en la canción-himno “Like A Rolling Stone”, pero que también alude a algo más oculto. En definitiva, ¿qué es Dylan sino eso? Su sello siempre fue el de un artista que se creó a sí mismo.  

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Nicolás Poggi

Licenciado en Comunicación Social de la Universidad de La Plata (UNLP). Trabajó en la agencia Diarios y Noticias (DyN), A24.com y en la Agencia Télam. Actualmente es jefe de Política en la agencia Noticias Argentinas.