Militancia escénica

«Al fin y al cabo, es mi vida»: la obra que nos hace cuestionar qué es una vida (y una muerte) digna

Una historia que plantea la pregunta de si realmente podemos hablar de "vivir en libertad" cuando no existe el derecho a elegir cómo morir.

por | Ago 8, 2025

Este miércoles fuimos a ver la obra “Al fin y al cabo es mi vida”, adaptación de la pieza de Brian Clark que hoy se está dando en el calle corrientes, en el Teatro Metropolitan. En esta versión, Silvia Kutika encarna el rol protagónico de Clara, una escultora que queda cuadripléjica tras un accidente. Tras un mes de cuidados intensivos, recibe la noticia de que no va a recobrar nunca la movilidad.

Con una herida en la espina dorsal que solo le deja mover la cara, se comienza a preguntar si vale la pena seguir viva. Esta decisión generará un fuerte choque con su médico, quien prioriza preservar la vida ante todo. Se desarrolla, entonces, un conflicto legal, ético y humano nos hace debatir si realmente somos libres de decidir sobre nuestros cuerpos. 

SOBRE LA PUESTA

Primero me gustaría destacar el gran trabajo actoral que despliega Silvia Kutika, quien pasa 90 minutos postrada en una cama, sin poder mover un dedo ni para sacarse un pelo de la boca, con una emocionalidad intensísima, haciendo todo con la voz y el rostro. Disociar el cuerpo así y aún lograr que las emociones traspasen al espectador, es increíble.

A su lado, actúan Fabio Aste y Mirta Wons, conocidos y espectaculares actores que saben bucear en lo más profundo del drama. El elenco se completa con Fernando Cuéllar, Tania Marioni, Luis Porzio, Jorge Almada y Morena Pereira. La dirección está a cargo de Mariano Dossena y la producción general es de Adrián Lázare.

La obra está montada con estilo naturalista, y sucede todo en un tiempo “real”. No es una obra dinámica para personas que les cuesta mantener la atención. El público adecuado está situado más entre los adultos y adultos mayores, y los invita a reflexionar situaciones que suelen atravesar las vidas de todo adulto; como por ejemplo poner a algún familiar en un geriátrico, o estar en situación de cuidado de un amigo, pariente o conocido enfermo. 

Al fin y al cabo, es mi vida es un drama intenso y reflexivo que aborda con contundencia dilemas profundamente humanos y contemporáneos. Gracias al avance de la ciencia se salvan muchas vidas que antes se pensaba que era imposible salvar, pero también se llega a ciertas situaciones donde pueden mantener un cuerpo vivo a costa de una vida imposible de vivir plenamente.

Visibilización de un tema silenciado

Una obra como esta aborda el derecho a decidir sobre la propia muerte. Toca un tabú que sigue invisibilizado en el discurso público y legislativo: la eutanasia y la muerte asistida. En Argentina, la eutanasia es ilegal. Esto obliga a muchas personas con enfermedades terminales o discapacidades extremas a vivir años de sufrimiento físico y psicológico, sin posibilidad legal de decidir sobre su propio destino.

La obra, al poner el foco en el conflicto ético, jurídico y emocional de una persona que ya no desea vivir bajo condiciones inhumanas, pone en factos un debate que suele ser abordado en abstracto o desde la moral religiosa¿Hasta dónde llega el derecho a la vida? ¿Qué entendemos por dignidad? ¿Quién decide sobre el cuerpo de uno? 

Educación emocional y empática 

La obra no solo informa: emociona. Permite que los espectadores entren en contacto con la angustia real y cotidiana de quienes están postrados durante años, muchas veces sin comunicación ni alivio, obligados a existir más que a vivir. También interpela a familiares, cuidadores, profesionales de la salud y políticos. 

una ley pendiente 

Aunque Argentina cuenta con la Ley 26.742 de «Muerte Digna» (2012), esta no contempla la eutanasia activa ni el suicidio asistido, sino solamente el derecho a rechazar tratamientos que prolonguen artificialmente la vida. La obra se sitúa en el vacío legal actual, y al poner en escena un caso concreto, invita a la urgencia de legislar una muerte verdaderamente digna, como ya ocurre en varios países.

Representación de quienes no tienen voz 

Muchas personas que viven en condiciones similares a las del personaje Clara no pueden alzar la voz, ni tienen medios para acceder a terapias paliativas dignas o atención psicológica. Esta obra les da voz desde el arte, y eso tiene un valor político, emocional y ético incalculable. 

Tocar estos temas es una forma de militancia escénica, un grito ético que invita al país a pensar qué tipo de vida defiende y si realmente podemos hablar de «vivir en libertad» cuando no existe el derecho a elegir cómo morir… Porque morir, también es parte de la vida.

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Greta Emma

Greta Emma tiene 27 años, se licenció en Artes Dramáticas en la Universidad Nacional de las Artes en el año 2024. Es actriz, improvisadora, productora, directora teatral y escritora. Publicó su primera novela "Lluvia de primavera" en 2023, acaparando la atención del público juvenil. Y en 2024 sacó su poemario interactivo llamado "Perpetua". Amante del teatro es productora de dos teatros independientes, además de participar en varias obras.