Ver a Clark Kent (David Corenswet) y Lois Lane (Rachel Brosnahan) sentados junto al director James Gunn con el Pan de Azúcar de fondo, en una soleada tarde de Río de Janeiro, no es una postal de todos los días. Rodeados de vegetación, jugos licuados y carteles con el icónico logo de la S que representa la esperanza, charlan sobre la película relajados en un living al aire libre, ante la mirada atenta de la moderadora brasileña y los periodistas que tuvieron la oportunidad de asistir a la conferencia de prensa.
De este lado del mapa, mientras tanto, azota el invierno más frío en años, pero nos refugiamos en la sala subterránea de un cine de Buenos Aires para ver un footage adelantado de Superman (2026) y poder participar de la conferencia de prensa internacional. Acá podés ver todo lo que dijeron los protagonistas y el director, subtitulado por nosotros en castellano:
La primera escena de la película es una que ya vimos en el primer clip oficial liberado por DC Studios hace un tiempito: el director toma un riesgo controversial para el género -y quizás hasta contra intuitivo- y elige mostrar a su héroe derrotado, golpeado y roto. Lejos, lejísimos, de la gloriosa imagen de Superman como un mesías resucitado flotando en los cielos o la grandilocuente frase que lo presentó en la pantalla grande allá por la década del setenta:
“Creerás que un hombre puede volar”
Este hombre no está volando, está enterrado en la nieve gimiendo de dolor y llamando a quien -en este momento entre la vida y la muerte- podría convertirse en su última esperanza. Con el vigor y la velocidad de un tren aparece Krypto, el perro adoptado y superpoderoso que solo quiere jugar y destruir, como cualquier otro perro sin poderes.
La película arranca así, in media res, y no tenemos más contexto que un breve sobreimpreso en pantalla sobre la forma en la que Superman llegó a este planeta, el tiempo que hace que vive entre la humanidad y contra quién fue el enfrentamiento que lo derrotó por primera vez.
Pero tampoco necesitamos más. La película dosifica la información de la manera más efectiva para darnos todo el contexto que necesitamos (y aprovechando el bagaje previo que traemos de un héroe tan conocido en la cultura popular).
Al principio es fuerte ver así a Superman: el parangón de superhéroe, un personaje tan icónico, querido y respetado, con la cara molida a trompadas y su sangre manchando la nieve. Es difícil porque si hay alguien que representa la esperanza es él, y la esperanza es lo último que se pierde.
Por eso, ver al hombre que suponemos invencible luchando a duras penas por respirar, nos golpea en medio de las entrañas. Y eso es precisamente lo que busca James Gunn. Deconstruir el mito para reconstruirlo a su propio estilo.

Las próximas escenas nos ubican en la cronología de la historia, mostrando con espectacularidad la deshonesta forma en que Lex Luthor (Nicholas Hoult) usa su inteligencia para atacar al héroe de Metrópolis -y sus verdaderas intenciones detrás de esa estrategia.
En pocos minutos, Gunn nos pone en tema, presenta a los principales antagonistas de esta historia y prepara el terreno para la inevitable batalla final. Sin historia de origen, sin volver a contar lo que ya todos sabemos, sin necesidad de sobreexplicar, ya sabemos quién es Superman.

Acto seguido, el diseño de título ahora sí nos remite a ese Superman (1978) original, pero no por capricho, sino por razones muy específicas: por un lado, es un nuevo inicio, tal como lo fue en aquella época. Uno basado, precisamente, en un Superman optimista y lleno de buenas intenciones, muy lejano a las más recientes iteraciones del personaje en la pantalla grande. Por otro lado, ya sabemos que el director es un enamorado de la época, como demuestran las bandas sonoras y estética de su trilogía de Guardianes de la Galaxia.
Pero esta vez Gunn no está jugando en una cancha nueva, con personajes de última división y más para ganar que para perder. Muy por el contrario, lo está arriesgando todo en un superclásico, con el inicio de un nuevo Universo, la presión de ser Director Creativo del mismo y con el superhéroe más icónico de todos los tiempos.
El camino del artista
Quizás había solo dos formas opuestas de salir airoso de este desafío: con una idea innovadora, un guion rupturista y una apuesta visual muy diferente a la ya conocida, o por el camino de la intuición, ignorando fórmulas para dejarse llevar por la visión y el amor hacia estos personajes. James Gunn optó por la segunda, aunque no deja de ser rupturista en un cine de superhéroes desgastado y lleno de películas iguales sin nada para decir (parques de diversiones, diría nuestro querido Scorsese que la re vio).

El director ama fervientemente el material original, no hay ninguna duda. Pero no le rinde pleitesía ni lo trata como una entidad intocable y fosilizada. Para Gunn, Superman no es el dios de un panteón inalcanzable que propuso, por ejemplo, Zack Snyder. Para Gunn, Superman es, antes que nada, un héroe profundamente humano.
Está claro que James Gunn no es de esas personas que dejan una edición de un cómic intacto en su bolsa ni una figura exhibida con su packaging original en una elegante estantería. Gunn es el tipo de persona -y de artista- que lleva sus cómics y sus figuras en el transporte público, los mete en la mochila, los arruga, los mancha con café y los deja al alcance del perro.
Para muchos, es un sacrílego. Para otros, es un escultor que le da nueva forma y nueva vida a la materia con la que trabaja. En el caso de Superman, conoce su lore de la A a la Z, lo entiende y lo respeta, pero ese conocimiento le da también la posibilidad de romper las reglas y hacer las suyas propias. De crear una versión a su imagen y semejanza, sin limitar su imaginación y expandiendo las fronteras de los artistas que vinieron antes que él.

En este devenir creativo, Gunn priorizó una base clásica para el relato, pero jugó un poco con la estructura del típico camino del héroe y tomó decisiones de guion con temas que sorprenden por lo arriesgados para los parámetros del género. El guion se zambulle en los conflictos políticos actuales y en el clima de época, con comentarios afilados (para una de superhéroes) y sin miedo a jugársela por lo que cree correcto y justo.
Superman es justamente un parangón de corrección y justicia, un tipo que -a pesar de que podría destruirnos a voluntad- se esfuerza siempre por ser su mejor versión y contener sus instintos más violentos. Algo así como lo que el humano debería aspirar a ser para convivir en sociedad, Superman es un modelo de valores que prioriza la compasión y la bondad por sobre todas las cosas. Precisamente, un super-hombre.
“Su verdadero superpoder es la empatía”
Así lo definió Kevin Smith, fan de larga data, cineasta y autor de un guion del superhéroe que nunca vio la luz. La película lo refleja claramente y lo refuerza varias veces: el Superman de Gunn es alguien que va hasta las últimas consecuencias para ayudar a los demás, ya sea un persona o una ardillita. Para esta versión del personaje (que es la que muchos conocimos en Smallville) cada vida es valiosa y cada ser merece la oportunidad de vivir. Ya sea una niña, un kaiju desorientado o el mismísimo nefasto Lex Luthor.
El verdadero punk rock
Este Superman propone una revolución de buenas intenciones en un mundo contaminado por el odio, el cinismo y el sálvese quien pueda. Es un héroe que ni siquiera trabaja solo, a pesar de su poderío, sino a la par de la “Justice Gang” con Green Lantern (un brillante Nathan Fillion), Mr. Terrific (el MVP de la película, interpretado por Edi Gathegi) y Hawkgirl (Isabela Merced, en franco ascenso hollywoodense). Un héroe que respeta la vida y la vive como un humano común y corriente.

Para Gunn, su verdadera identidad es la de Clark Kent. Superman es quien es gracias a sus padres humanos, dos granjeros amorosos que lo adoptaron y los criaron en los valores que ahora profesa con fervor. Evoluciona continuamente como persona gracias a su relación con Lois Lane, una brillante periodista que lo cuestiona en sus rígidos códigos morales para mostrarle los complejos matices del mundo. E incluso ejerce su oficio con modestia, aunque en esta película solo lo vemos a través de detalles muy específicos.
Esos detalles son los que la convierten en cine y no en otro producto superheroico prefabricado. Detalles que responden a una visión de autor que sabe bien lo que quiere contar y cómo hacerlo, utilizando recursos audiovisuales que bien podrían pasar desapercibidos entre tanta parafernalia, pero están ahí para el ojo afilado, dándonos toda la información que necesitamos.
El Superman de Gunn llegó para hacer de este mundo un lugar mejor, para redefinir lo que significa ser un rebelde en esta era de valores trastocados, e incluso para narrar su origen desde una perspectiva distinta. Así como en los cómics estos personajes y sus mundos son reversionados y reinventados una y otra vez, con esta película James Gunn se da el lujo de hacer lo propio con su nuevo Universo, que sin dudas empezó con una base muy sólida sobre la cual construir a futuro.
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