Gracias, maestro

El adiós a Akira Toriyama, creador de Dragon Ball y dueño de un enorme legado

La noticia del fallecimiento del mangaka conmovió al fandom de Dragon Ball y a generaciones enteras que crecieron junto a sus inolvidables personajes.

por | Mar 9, 2024

Ver la serie en la tele tomando una chocolatada en las tardes del Magic Kids, o pasar horas enganchado a maratonear los episodios en interminables madrugadas de Cartoon Network. Coleccionar las figuritas. Hacer luchar a tus muñecos en tremendas batallas interplanetarias (incluso si no tenías los muñecos originales y usabas alguna versión falopa o muñecos de otra franquicia). Las referencias a los niveles de Ki, a las sesiones de entrenamiento de Gokú en la cápsula de gravedad, a las transformaciones de Freezer o las muertes de Krillin como lenguaje común y universal. La interminable cantidad de memes.

Entonar cada uno de los openings a los gritos. Soñar con poder subirse a una nube voladora. Fantasear con reunir las siete esferas del dragón y cumplir tus deseos. Apretar los puños con fuerza y cerrar los ojos esperando convertirte en Super Saiyajin. Levantar los bracitos con los ojos llenos de lágrimas para mandarle los poderes a Gokú en la épica escena de la batalla contra Majin Buu.

Estas experiencias, y muchas otras, podrían ser comunes de una sola generación, de una sola infancia, pero lo fueron de al menos tres generaciones, y se siguen repitiendo hasta el día de hoy. Y el responsable de todo eso fue el maestro Akira Toriyama, no solo una figura clave en la nostalgia de todos los menores de cuarenta años, sino uno de los mangakas más influyentes de la segunda mitad del siglo veinte en adelante.

Toriyama siempre se representó a si mismo como un robot usando una máscara de gas, lo que demostraba la timidez y el bajo perfil de un dibujante extremadamente talentoso. Fanático de los autos y las motos y muy habilidoso para dibujar gadgets y maquinarias, se destacaba tanto en el diseño de personajes como en los detalles de los objetos y los escenarios.

Su estilo dinámico, de trazos extremadamente fluidos, con una naturalidad que fue la envidia de cualquier dibujante, influenció a muchísimos de los grandes exponentes del manga shonen que vinieron después de él, y que lo reconocieron públicamente.

Autores como Masashi Kishimoto, creador de Naruto, o Eiichiro Oda, creador de One Piece, fueron solo algunos de los tantos artistas que lloraron su muerte este 8 de marzo, cuando se comunicó que hacía una semana había fallecido a sus 68 años a causa de un hematoma subdural en circunstancias que aún no están claras. 

Ser el creador del manga de Dragon Ball, adaptado a las series animadas Dragon Ball y Dragon Ball Z, que fueron furor en Latinoamérica, habría sido suficiente para pasar a la historia de la cultura popular. Pero Toriyama fue mucho más que eso, ya que su obra trascendió el impacto de un solo sector de fans y pasó a ser -junto con Sailor Moon– sinónimo del estilo manga, llegando a estar cerca del nivel de trascendencia e influencia del maestro Osamu Tezuka (Astroboy). Eso llega al punto de que hasta hoy un profesor puede poner un meme de Dragon Ball en una clase y sus estudiantes lo van a reconocer. 

Entonces, ¿por qué la noticia de la muerte de Toriyama nos impactó tanto, a tantas generaciones? ¿Fue solamente porque el programa se transmitió ininterrumpidamente durante décadas, y su flama siguió ardiendo a través de youtubers, artistas y creadores de contenidos que se encargaron de mantenerlo vigente? Probablemente sí, pero eso no pasa con cualquier producto cultural.

Los diseños de Toriyama, tanto los de sus propios mangas como aquellos que hizo para videojuegos como Chrono Trigger o Dragon Quest, trascendieron porque eran lo suficientemente entrañables para que empatizaras con los personajes con tan solo verlos. Cuando llegaba el momento de las piñas, ya habías aprendido a quererlos, lo cual ayudaba a construir momentos de extrema epicidad que se plasmaban con gran maestría en páginas repletas de acción y movimiento. 

Parte de su éxito también tiene que ver con las dosis de humor y la tremenda inocencia y autenticidad con la que Toriyama construía a sus personajes. Desde Aralé, la simpática nena robot con la que lanzó su carrera, hasta Gokú, el arquetipo del protagonista de shonen, un tipazo (aunque quizá no el mejor padre) que se hacía amigo hasta de sus enemigos más terribles con tal de tener la oportunidad de volver a luchar con ellos y entrenar para ser más fuerte. 

Y es inevitable mencionar el enorme elenco de personajes entrañables, tantos que no entrarían en una sola nota. Dragon Ball Z fue la ficción con la que muchos aprendimos que los malos pueden dejar de ser malos, redimirse y convertirse en tus personajes favoritos. Todos y cada uno de ellos tienen en la historia al menos un momento memorable en el que se pone en evidencia algo de su humanidad.

Quedan en la memoria colectiva cientos de interacciones graciosas entre Gokú y personajes como Piccolo o Vegeta que empezaron siendo villanos y terminaron ganándose el corazón de la audiencia. El episodio en el que Gokú y Piccolo sacan la licencia de conducir es probablemente el mejor ejemplo de que el corazón de Dragon Ball no estaba en su historia, sino en sus personajes y el sentido del humor que manejaba. 

https://www.youtube.com/watch?v=LPZ7FJYNPoE

Y eso que era una historia apasionante, que combinaba una reimaginación del mito de Superman con la tradicional novela china Viaje hacia el Oeste, atribuida a Wu Cheng’en. La serie original se centraba en las aventuras de Gokú, un muchacho extraterrestre que tenía la maldición de convertirse en mono en las noches de luna llena. Encontrará a Bulma, la hija del presidente de una corporación de alta tecnología, y juntos comienzan su búsqueda para conseguir las siete esferas del dragón, con el fin de invocar al dragón Shenlong, capaz de cumplir cualquier deseo.

Sin embargo, de a poco terminó derivando en una historia de artes marciales con elementos fantásticos. Las temporadas de Dragon Ball Z nos muestran a Gokú ya como un adulto y con su propia familia, y la trama se enfoca más en sus interminables peleas contra seres extraterrestres que buscaban destruir la humanidad. En un procedimiento que luego se volvió recurrente en los shonen, tanto Gokú como sus amigos crecieron con nosotros y seguirán viviendo eternamente. 

Toriyama no solo fue el primer creador japonés del que muchos nos aprendimos el nombre. También fue el responsable de que el animé sea lo que hoy es en Latinoamérica, no solo porque su historia conectó muchísimo con la audiencia, sino también por la contribución del gran equipo de doblaje que realizó el estudio Intertrack y pasó a la historia con la dirección de Gloria Rocha y  las voces de Mario Castañeda, Laura Torres y otros autores talentosisimos que llenan escenarios de convenciones de cómics de todo el continente.

Existieron muchos animé después de Dragon Ball y seguirán existiendo, quizá con narrativas más complejas, más concisas y más actualizadas a las ideas vigentes sobre género y otras cuestiones. Sin embargo, son pocos los mangakas que van a poder lograr unir a miles de niños de todo el mundo, hoy ya adultos, bajo un mismo llanto universal que asegurará que su legado se mantenga intacto.

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Paul Noguerol

Paul Noguerol es un escritor, guionista e investigador de Mendoza, Argentina. Actualmente vive en Estados Unidos, país donde nació, y está haciendo un Ph.D. en estudios hispánicos para la universidad de Connecticut, donde estudia las expresiones Queer en historietas de lengua española. Sus especialidades son el cómic y la ciencia ficción. Fue creador y miembro del colectivo de divulgación de estudios sobre la cultura pop Los Nerds Heredarán la tierra, y condujo el podcast del mismo nombre y el programa de TV "Los nerds heredarán la biblioteca", de Señal U, sobre literatura y cultura pop. También organizó en Mendoza dos ediciones del encuentro de ciencia ficción "Pórtico", originario de la ciudad de La Plata. Ha escrito para medios como Ouroboros, Revista Sonámbula, Jarilla Geek, y Elmeme.me, entre otros. Su trabajo como escritor de ficción está editado en dos antologías de cuentos, "Paisajes Perturbadores" (2018) y "Omelas" (2019). Actualmente es columnista de la sección "Pensé que se trataba de cuadritos" en el programa de radio por Twitch "Mandanga". Además, conduce y produje el podcast "La guía Falopa del espacio tiempo", dedicado exclusivamente al análisis de ficciones sobre viajes en el tiempo.