Aunque los hechos de la nueva película del creador de Los Simuladores (2002-2004), suceden en Baltimore, Estados Unidos, es evidente que algunos comentarios sociales y preocupaciones del director no se alejan demasiado de las que plasmó en su anterior película: las frustraciones internas y traumas pueden derivar en comportamientos violentos.
COMO LAS DE ANTES
Misántropo (2023) es un thriller policial de suspenso como hace 15 o 20 años todavía se estrenaban regularmente en salas de cine. Películas como Zodiac (2007), Seven (1995) o The Silence of the Lambs (1991) -si nos vamos aún más atrás- convivían con tanques grandes en la cartelera sin problemas (y les iba muy bien). Sin embargo, hoy en día es una rareza.
Este tipo de género está reservado para el streaming o estirado a 7 episodios para una miniserie en una plataforma. De esas pocas que se estrenan en streaming, tampoco hay mucha calidad artística o sello autoral. El director resaltó esta realidad durante la promoción de la película, por eso producirla y estrenarla hoy ya es de una audacia digna de mención.
Pero la audacia de Szifrón no termina ahí, porque Misántropo es -como dije al principio- una crítica a la sociedad, a la política y a las instituciones en general, pero a la norteamericana en particular. La película no tiene distribución en Estados Unidos, a pesar de contar con una productora como FilmNation, y probablemente se deba al abordaje de una temática bastante sensible (y lamentablemente, habitual): la de tiroteos masivos.
EN HOLLYWOOD NO ES TODO COLOR DE ROSA
Durante la promoción, Damian Szifrón habló también de las dificultades y dolores de cabeza que le provocó trabajar en Hollywood, desmitificando un poco la fantasía utópica que muchos pueden imaginar. Después del éxito de Relatos Salvajes (2014) en audiencia, en premios y en el Festival de Cannes (del que será jurado este año), lógicamente se le abrieron muchas puertas y varios estudios estuvieron interesados en trabajar con él.
Por varios años estuvo produciendo un film que nunca vio la luz llamado “El Hombre Nuclear”, una suerte de historia de espías con algo de ciencia ficción. Entre idas y vueltas con el estudio, varias reescrituras de guion y discusiones, el director no quiso resignar su visión, así que decidió abandonar el proyecto en 2018. Con Misántropo, más allá de no distribuirse en salas en el país donde suceden los hechos, asegura que lo que quedó en el corte de cine es completamente su visión y tuvo control sobre cada uno de los planos.
La película arranca con una secuencia de un virtuosismo a nivel dirección y montaje increíble. Los festejos de Año Nuevo con los ruidos de las fiestas y los fuegos artificiales camuflan los 29 disparos de un francotirador que dan todos en el blanco. Vemos a las víctimas morir en un ascensor, una pista de baile y una pista de hielo (en un plano cenital particularmente bueno). Inmediatamente se asigna al caso un Agente de FBI (Ben Mendelsohn) y una joven pero talentosa policía local (Shailene Woodley) que harán la dupla “mentor-alumna” típica de este género.
EN BUSCA DE UNA PERSONA, NO DE UN MONSTRUO
Donde Misántropo se destaca de un policial genérico es en el abordaje de su victimario. “No es un monstruo, es una persona”, afirma uno de los protagonistas al inicio de la investigación. Las motivaciones y razones que llevan a alguien a cometer estos asesinatos se ponen al frente y las respuestas no siempre son fáciles de digerir.
Cuando el acceso y cercanía a las armas es moneda corriente, o la marginalización y los trabajos en industrias crueles que mantienen una cultura como la Estados Unidos, una sociedad que consume y desecha los restos en una pila infinita de basura, la misantropía pareciera ser una consecuencia no demasiado descabellada.
El personaje de Eleanor Falco está usado para espejar estas emociones que siente el asesino y generar cierta cercanía entre ambos. Pero en su caso, las descargó lastimándose a sí misma con abuso de sustancias e intentos de suicidio en lugar de volcarlos en violencia hacia los demás.
La crítica a la cultura e instituciones de Estados Unidos está presente en muchas de las imágenes y escenas de Misántropo. El film arranca con un plano abierto de la ciudad de Baltimore nocturna pero invertida, una sociedad patas para arriba. La introducción a la protagonista sucede minutos después, cuando es llamada a un restaurante por el dueño que le exige que eche a una clienta de una mesa porque “necesita la mesa y la está usando hace mucho tiempo” en una clara situación de discriminación.
Como buen thriller, hay secuencias muy bien construidas que te dejan al borde del asiento. La del supermercado es un gran ejemplo, o el tiroteo en el shopping que se cuenta en dos partes es también impresionante.
Aunque la mirada social, institucional y también a los medios es bastante dura, la película no es completamente cínica. Con otro ejemplo de composición buenísima de Szifrón en una de las escenas finales, contrasta visualmente al personaje protagonista y sus buenas intenciones con en el fondo del plano, donde se ubican las instituciones, llevándose el crédito que no les corresponde. Hay una salida para combatir los males. Aunque no sea una solución ideal, se puede hacer el intento, y hasta podemos decir que Damián lo comprobó en carne propia lidiando con grandes estudios de Hollywood.
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