Para el joven Grogu, la meditación es de considerable importancia. También aprender a utilizar sus formidables poderes. Por ese motivo, la interrupción de los espíritus del hollín es un trastorno mayor. Así comienza la historia de tres minutos de la histórica colaboración entre Studio Ghibli y LucasFilm.
El cortometraje Zen – Grogu y los hollines (2022) es la más reciente adición al universo Star Wars. Pero más que eso, es un paso adelante en un proyecto extraordinario entre dos gigantes de la industria. Una pequeña, pero importante demostración de lo que puede lograr un punto de equilibrio en discurso y el apartado visual entre ambas visiones de la fantasía.
Disney+ estrenó por sorpresa lo que es, probablemente, una de sus producciones más entrañables del año. Zen – Grogu y los hollines es una producción que logra unir los universos de Studio Ghibli y Star Wars en una narración de inusual sensibilidad. Como si no fuera suficiente, elabora una versión alterna de las propuestas principales de ambos estudios bajo un hilo narrativo común.
Una historia diminuta que hace historia
Studio Ghibli decidió utilizar para la cortísima historia, a sus clásicos yokais, con autoría del director Hayao Miyazaki e inspiración en la mitología japonesa. Los espíritus del hollín se incorporaron también a la mitología del estudio y han formado parte del argumento de varios de sus films más recordados. Desde El viaje de Chihiro (2003) hasta la icónica Mi vecino Totoro (1988). Las entrañables y juguetonas criaturas son un ingrediente esencia, al momento de expresar la magia, la inocencia y la belleza en el mundo animado del estudio japonés.
Por otro lado, Grogu se ha establecido desde su aparición en The Mandalorian (2019-) como uno de los personajes más entrañables de LucasFilm, convirtiéndose en un fenómeno de masas. Pero de la misma forma que los yokais, su importancia reside en la capacidad simbólica en que representa los ideales de la space opera más querida del mundo.
Que Studio Ghibli y LucasFilm hayan decido que los emblemas más representativos de su discurso e historia formen parte de un asombroso crossover es de enorme importancia. En especial, cuando buena parte del corto demuestra con sutileza que el lenguaje de los estudios se integra para crear una mirada emocional sobre lo extraordinario.
Al mezclar dos de sus grandes personajes en un único escenario, la casa de animación japonesa y la productora de George Lucas produjeron un fenómeno único. La integración de un tipo de historia que puede resumir el espíritu y la identidad de propuestas tan disímiles, demuestra las posibilidades a futuro de la colaboración. En especial, porque Zen – Grogu y los hollines explora cómo ambas percepciones sobre lo fantástico y lo inusual pueden mezclarse en una única historia.
Un tierno recorrido entre dos mundos
Con un asombroso sentido de la belleza, Zen – Grogu y los hollines es una pieza única de estética minimalista en 2D. Se trata de una animación a mano, en que es notorio el cuidado al detalle y, en especial, la forma en que Studio Ghibli hizo hincapié en su particular estilo. Mientras Grogu intenta manejar la Fuerza a su alrededor, los hollines crean una armonía de enorme delicadeza.
La combinación entre ambas cosas resulta no solamente emocionante, sino enternecedora. El cortísimo guion utiliza los mismos medios de expresión de películas sin sonido para transmitir el asombro, el poder y al final, la armonía. Grogu termina por comprender que el poder también puede ser una percepción sutil sobre lo intangible, lleno de vida propia. A su vez, los yokais demuestran lo que se esconde más allá de lo que consideramos habitual.
Al final, el corto es un recorrido ideal en un mismo espacio de color y diseño que deslumbra por su cuidado al detalle. Particularmente, por la forma de integrar percepciones acerca de lo fantástico en apariencia disímil. Con música de Ludwig Göransson (destacado compositor también de The Mandalorian), el corto avanza hacia lo que parece ser una danza de formidable delicadeza para narrar la esencia de lo mágico.
El artista Nissin Sheifun, animador y director del corto, logró crear un ambiente exquisito, que -a pesar de su brevedad- logra contener un profundo mensaje sobre lo magnífico. Un hilo que vincula las propuestas más extraordinarias de ambos estudios en un escenario común que promete sin duda nuevas producciones. Quizás, el punto más emocionante de esta pequeña obra de arte.
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