La primera dupla de episodios de X Men ‘97 (2024-) llamó la atención por la calidad de su apuesta, manteniendo la magia de la serie original, pero actualizada a las exigencias de hoy. En esta continuación directa, todo lo que envejeció mal, o las falencias de las que nos olvidamos porque las tapó la nostalgia, se resolvieron o se atenuaron. Esto permite que la nueva incorporación al catálogo de Disney+ pueda ser disfrutada por todo tipo de público, ya sean fans que han crecido con la serie noventosa o nuevos espectadores.
Un nuevo comienzo
Dentro de esa modernización, uno de los principales aciertos estuvo en la actualización del personaje de Jean Gray, que era uno de los puntos más flojos de la serie original, ya que se la presentaba como una mujer prácticamente indefensa, frente a sus poderosísimas habilidades psíquicas.
La vara de los primeros dos episodios hace difícil evaluar el tercero, ya que es muy fácil decepcionar después de un comienzo tan fuerte que desarrollaba exitosamente el elemento más llamativo de X-Men como franquicia: el comentario social. Sin embargo, este tercer episodio estuvo a la altura de las expectativas, presentando un conflicto extremadamente complejo acerca de la maternidad de su protagonista.
En comparación a los dos anteriores, que se tomaron su tiempo para construir los cimientos de la temporada, este episodio fue una avalancha frenética de revelaciones que puede marear un poco al espectador. Esto, sin embargo -aunque contrasta con el ritmo que venía construyendo la serie- no traiciona al de la serie original, que tenía entregas igual de cargadas de información.
Fuego hecho carne
Al igual que los dos primeros episodios, Fire Made Flesh fue escrito por el guionista Beau DeMayo (recientemente despedido por causas aún desconocidas), en esta ocasión con la colaboración de la guionista Charley Feldman (conocida por La Casa Buho y la miniserie de Hora de aventura: Tierras lejanas).
La historia continúa exactamente después del cliffhanger del episodio anterior, cuando se presentó ante los mutantes una mujer idéntica a Jean. Ya en ese momento nos damos cuenta de que la cosa se va a poner complicada, y los lectores comiqueros sabrán que estamos ante la adaptación del arco de Madelyne Pryor, la mujer que en los cómics es la verdadera madre del hijo de Scott y Jean.
Los guionistas tomaron la decisión de continuar adaptando la etapa más aclamada de los cómics de X Men, cuando Chris Claremont escribió sus historias durante dieciséis años. Muchas de las historias de la serie original provenían de esta era, pero este arco argumental es uno de los pocos que no se habían explorado. Y acá se adapta con algunas modificaciones sustanciales que son tan arriesgadas como las de la historia original.
Doble de cuerpo
Después de que Bestia realiza una investigación, todos los mutantes (incluído Cíclope) sospechan que la Jean que ellos conocían hasta ese momento es en realidad un clon de la Jean original. Por lo tanto, la verdadera Jean sería la que pensaban que era una impostora. Nuestra Jean no puede creerlo, porque al intervenir psíquicamente a la “otra” Jean descubre que sus memorias son fragmentarias e incompletas.
Todo se aclara (o se vuelve aún más enroscado) cuando aparece el clásico supervillano Mister Sinister. El científico devenido en mutante y obsesionado con la evolución y el progreso -capaz de injertarse a sí mismo genes mutantes para volverse inmortal-, ya solía aparecer en la serie original con la voz de Christopher Britton, quien repite su actuación en este episodio.
Mister Sinister contacta a nuestra Jean, que había decidido alejarse del resto del grupo junto con su hijo Nathan. La llamada confirma la sospecha y Sinister confiesa que ella fue creada por él para que diera a luz a su hijo. Ante la noticia de que ella realmente es un clon, nuestra Jean se deja someter al influjo del villano, transformándose en Goblin Queen, una supervillana clásica de la era Claremont.
La reina roja
Para esta encarnación, vemos a Jean vestir un traje que es una reimaginación del atuendo original que usó en el cómic Uncanny X-Men #234 de 1988, aunque un poco menos sexualizado. Quizá a simple vista, este personaje parezca una variación del tropo de la Fenix Oscura que vimos en la serie original y en las adaptaciones cinematográficas. Incorporar ese arco en este episodio podría considerarse una revancha simbólica de los guionistas para con la historia, tomando en cuenta que la adaptación original de la serie no tuvo el impacto de su versión comiquera.
Mientras Jean lidia con su identidad, Bishop busca regresar a su propio tiempo: el futuro. La conversación que tienen con Scott da a entender que el viaje de Bishop al pasado puede haber alterado la línea temporal de la que él mismo proviene, ya que él no recuerda que en su futuro Magneto haya liderado el equipo o que haya una segunda Jean Gray.
Bestia identifica que Mister Sinister es quien clonó a Jean, y más adelante se va a revelar que su intención era usar a Jean para acceder a su hijo, Nathan. Al combinar los poderes de sus dos padres, Nathan es un ser superior en los ojos del científico, quien quiere absorber sus genes mutantes para hacer evolucionar los suyos propios. Las intenciones de Sinister van incluso más lejos cuando somete al bebé a un tratamiento con un tecno-virus con la finalidad de volverlo invulnerable, y por lo tanto llevarlo a los límites de su especie.
Luego de unas ilusiones generadas por el villano, que confunden a todos los habitantes de la mansión Xavier; Magneto y toda la Patrulla X deciden enfrentarse a Goblin Queen, o en otras palabras, a la versión malvada de su vieja amiga Jean. La “nueva” Jean, de la cual se confirma que es la original, también se reincorpora al grupo, aunque debe aprender a recuperar el control de sus poderes.
En el clímax del episodio, ambas Jean se encontrarán psíquicamente y tratarán de reconstruir sus recuerdos, dándonos a entender que sus memorias son prácticamente las mismas. De una manera muy inteligente, el guion no nos deja claro en qué momento ellas fueron intercambiadas. Ninguna de las dos lo sabe, ni tampoco saben cuál de las dos fue la que realmente vivió los eventos que ambas recuerdan.
La gran epifanía
Luego de una secuencia onírica de introspección, nuestra Jean se da cuenta de que -aunque su hijo le corresponde a la Jean original, y ella solo fue quien lo dio a luz- el amor que ella siente por Nathan es real. Esa revelación le permite cortar su vínculo con Mister Sinister y volver a colaborar con los hombres X para recuperar a su hijo. Una nueva y redimida Goblin Queen, ahora transformada en una heroína incluso más poderosa que Magneto y que su propio creador, derrota a Mister Sinister y junto a Cíclope recuperan a Nathan.
Sin embargo, Bestia descubre que el tecno-virus al que fue sometido Nathan ha producido en él una enfermedad que no tiene cura. Muy a pesar de Cíclope, que tuvo que crecer como un niño abandonado, él y la Jean original deciden enviar a su hijo al futuro, con la esperanza de que pueda salvar su vida.
Las dos Jean tienen un encuentro final, en el que nos enteramos que la Jean clon decide tomar una nueva identidad con el nombre de Madelyne Pryor. Ella aclara que siempre había querido irse, y decide marcharse para vivir sus propias aventuras, dejando a la Jean original continuar su vida junto a Scott. Este giro final es tan polémico como efectivo.
La historia está construida de tal manera de que, a pesar de que no se revela la verdad de lo sucedido, el resultado es desgarrador para ambas. Ya sea que el personaje que vimos evolucionar en las primeras cinco temporadas de la serie original haya sido Madelyne desde un primer momento, o sea simplemente un duplicado de Jean, ver a ambas abandonar a su hijo provoca un impacto muy fuerte. A fin de cuentas, de cierta manera, el villano accidentalmente permitió que Jean pudiera tener la posibilidad de elegir su destino.
Si no se tratara de una continuación de una serie que tiene más de treinta años, es probable que la resolución fuera distinta, adaptada a las nociones de maternidad, afectividad y familia de hoy. Sin embargo, el nivel de tragedia de la historia del personaje, y el modo en el que están narrados sus encuentros, le dan a esta historia una intensidad dramática pocas veces vista en el MCU.
El episodio termina con otro cliffhanger, en el que vemos a Storm encontrándose con Forge, quien promete ayudarla a recuperar sus poderes, continuando la historia que había quedado en el segundo episodio. Es probable que, así como este episodio está centrado en Jean Gray, el próximo tenga a Storm como personaje principal.
Un riesgo bienvenido
El gran valor de este episodio es que nos muestra una historia que no podría haber aparecido nunca en una película live action, o al menos no con la misma presentación. Acá los guionistas han tomado el riesgo de no hacer un guion simplificado, ni cambiar elementos solo en función de las próximas películas del estudio.
Es quizá la primera vez que vemos en un producto de Marvel Studios una situación de enrosque cien por ciento comiquero, en la que no se entiende mucho de lo que pasa y dudamos de todo. Incluso el tono del diálogo y el vestuario son lo más cercanos a los cómics de X-Men originales que se han visto en todas las producciones de Marvel en cine, al menos en un sentido literal.
Estamos ante una verdadera “ret-con”, el recurso que consiste en reescribir una historia pasada a través de revelaciones que se incluyen posteriormente en la trama. Es un recurso propio de los cómics y no es tan habitual verlo en la pantalla. Por esa intención de volver a la raíz de lo que son los superhéroes pero sin perder sofisticación, y sin dejar de apostar por tratar temas complicados (como en este caso la idea de “verdadera” maternidad) X-Men ‘97 es una ficción que, aún aunque se nutra de nuestra nostalgia, todavía sigue aportando una dosis de originalidad que la diferencia de otros revivals similares.
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