Ok, empecemos porque tenemos dos temporadas y la tercera ya confirmada en camino.

En un mundo parecido al nuestro, se desata un apocalipsis en Norteamérica. Pero este apocalipsis no es como otros apocalipsis. Mientras gran parte de la población muere de una enfermedad letal, las personas embarazadas dan a luz a híbridos, parte animal y parte humana. De ahí en más todes les niñes nacerán híbridos. Este apocalipsis es super cute.

Obviamente la mayoría de la humanidad ya quiere destruir todo porque en ese mundo también somos, a fin de cuentas, termitas sin corazón. Así se da inicio a una era de diez años del típico imaginario post apocalíptico: la sociedad colapsada, barrios privados coordinados por gente violenta y un ejército de civiles en su mayoría hombres que brutaliza a la gente y cazan a todos los niñes híbridos que viven, quienes en su mayoría fueron abandonados o -en menor medida- son secuestrados y apartados de sus familias. 

Se abre en ese escenario la historia de muchos personajes. Por un lado tenemos a Sweet Tooth o Gus, protagonista joven parte ciervo (Christian Convery) y Richard (Will Forte) su Pubba/Padre que viven escondidos en el parque nacional Yellowstone lejos de la civilización.

Por diez años Gus crece inocentemente sin conocer del mundo fuera del alambrado que los protege, sin amigos, pero rodeado cariño y el sueño de conocer a su madre algún día. Cuando cazadores del ejército de Los Últimos Hombres aparecen en su territorio, el mundo de Gus cambia para siempre, su padre fallece y es salvado en última instancia por Big Man/Tommy Jeppard (Nonso Anozie) solitario y cazador de nines híbridos rehabilitado.

Solo con la foto de su madre y el nombre del estado de Colorado, Gus convence a un reacio Big Man de acompañarlo y emprenden de así el camino para encontrarse con ella. 

Paralelamente, en una comuna protegida por Los Últimos Hombres vive Rani Singh (Aliza Vellani) y su pareja, el doctor Aditya Singh (Adeel Akhtar). Rani ha convivido con la enfermedad que mató a la mayoría de la población gracias al trabajo de Aditya en asociación con una las últimas científicas, Dr. Bell (Sarah Peirse), que le provee una cura temporal. Cuando esta le pasa los secretos de su investigación al Dr. Singh, este se entera del oscuro ingrediente secreto necesario para mantener a su pareja con vida. 

En otra ciudad se encuentra la terapeuta Aimee Eden (Dania Ramirez), que sobrevivió a la enfermedad escondida en su oficina y luego hizo su casa en el zoológico abandonado. Un día Aimee descubre en su puerta a una beba híbrida abandonada llamada Wendy (Naledi Murray) y decide adoptarla como su hija. Pasados nueve años, Aimee transforma el zoológico en un santuario bien protegido para niñes híbridos, donde pueden crecer felizmente escondidos de Los Últimos Hombres. 

Este ejército civil llamado Los Últimos Hombres es liderada por el General Abbott (Neil Sandilands), cuyo cruel enfoque es hacer sobrevivir a la humanidad a cualquier costo y encontrar una cura. Ve a los niñes híbridos como una segunda plaga, por lo que no tiene problema en experimentar con ellos. 

La mayor fuerza organizada opositora, dentro de lo que ellos consideran su territorio, es el Ejército Animal compuesto por los últimos humanos nacidos, ya convertidos en adolescentes, que buscan proteger a los niñees híbridos. Estos mantienen su anonimato tomando el manto (no literal) de animales y su líder es Bear/Becky. La motivación de Becky es encontrar a su hermana híbrida capturada.

Tan solo el comienzo

Esa es la base de la temporada uno y continúa sin perder tiempo en la temporada dos, estrenada recientemente en Netflix. En su viaje, Big Man y Sweet Tooth conocen a aliados, como una familia que vive en una estación de teleférico, y también se encuentran con enemigos, son capturados y conocen al Dr. Singh, aprendiendo de los horrores que los líderes locales son capaces en pos de mantener a la humanidad viva. También conocen a Bear, que tiene un tigre de mascota, y aprenden de las dinámicas de poder en su grupo. 

Al final de la primera temporada, Sweet Tooth, Big Man y Bear forman un grupo y logran encontrar información sobre la madre de Gus. El trío es separado y de camino al santuario, Sweet Tooth es capturado por Los Últimos Hombres, mientras Big Man es dejado por muerto. Así Sweet Tooth es tomado prisionero junto con Wendy y los niños del santuario, ahora utilizado como base de operaciones del General Abbott y el también prisionero Dr. Singh.  

Ampliando el mundo

La temporada 2 continúa la exploración de estos problemas, así como también la forma en que se ensambla la sociedad en una escala micro y macro. Vemos pueblos habitados por personas que sobreviven gracias a las donaciones de Los Últimos Hombres y cómo esa dinámica social se desarrolla simbióticamente. También entendemos que hay otros territorios controlados por otros poderes y cómo eso entra en juego. 

Es en ese macro y micro que la serie gana dimensión y mayor estabilidad, pero esa dualidad se representa también en la construcción de personajes y sus luchas internas, en tanto esas funcionan con otros personajes generan cambios de tonos contrastantes.

El ejemplo mayor está en la diferencia tonal de la lucha interna de Aditya Singh y la falta de desarrollo del General Abbott. Mientras Singh comienza su camino como una persona empática y altamente moral, sus valores son puestos a prueba cuando aprende que el secreto de la medicación que mantiene viva a Rani viene de los niñees híbridos y estos deben morir para salvar a su pareja.

La cosa se pone más interesante cuando Rani le pide que continúe haciéndolo. Vemos el conflicto y la pérdida de humanidad en los ojos de Singh, quien por amor debe matar híbridos. Es una pregunta cruel y muy real, hasta dónde llegarías para mantener al amor de tu vida cuando este te lo pide ya que no quiere morir. Estas emociones brindan tonos fuertes y difíciles de entender para una audiencia joven, lo que no es difícil de entender es el General Abbott como el villano psicótico.

Malo por poder, casi una caricatura con su código de villano, sus lentes y pancartas gráficas super delineadas. No tiene humanidad, es malo porque alguien tiene que ser el malo. Hay una cosa muy patriarcal en su maldad y la construcción de su ejército, se ven muy pocas mujeres a su comando y se escucha hacer comentarios misóginos. Es casi como si representara la idea de la masculinidad frágil. Interesante por ese lado, pero -pese a que conocemos un poco más de su historia- sigue sin tener las preguntas existenciales que construyen a una persona como tal.

Esta es solo una de las muchas dicotomías tonales que hacen que la serie valga la pena y dan espacio a una audiencia amplia. Hay niñes protagonistas, hay sangre, hay insultos, hay apocalipsis y hay para pensar. Hay mucho para todos. 

Originada por la casa DC, la serie ganó un premio Emmy por su primera temporada en la subdivisión Children’s and Family, inaugurada el año pasado, y ya se renovó para una tercera temporada en Netflix.