Si pensamos en los mayores éxitos de Hollywood de los últimos años, es imposible no tener en cuenta al Universo Cinematográfico de Marvel y su continua expansión, que -por ahora- no parece estar ni siquiera cerca de detener su paso arrollador. Fue una película la que cambió todo, un personaje en particular que estableció la base para esta exitosa franquicia: el hombre de hierro, Tony Stark. Tras años de rumores sobre que Tom Cruise interpretaría al personaje, en 2006 los fans se sorprendieron al escuchar que sería finalmente encarnado por Robert Downey Jr., actor de gran fama en la década de los ochenta y noventa, que cayó en la desgracia al haber sido víctima de sus propios demonios y adicciones.
Tras un largo y constante trabajo para mantenerse sobrio, Robert volvió a trabajar, asegurándose papeles en diversas producciones, pero pasando desapercibido por gran parte del público. Fue gracias a la fe de Jon Favreau, director y actor en la primera Iron Man (2008), quien luchó para hacerlo posible, que Robert Downey Jr tuvo la gran oportunidad de reivindicación que esperaba. Y el resto es historia.
Presente, pasado y futuro
Nuevos papeles florecieron para el actor desde ese entonces, disparando una nueva franquicia a partir de su Sherlock Holmes, cuya próxima entrega está actualmente en proceso post-producción. Podemos esperar de él también una participación en la ya resonante Oppenheimer (2023) de Christopher Nolan y sin duda una cantidad de proyectos más personales gracias a la creación de su propia compañía, Team Downey, junto a su esposa Susan. En medio del éxito de Marvel, llegó de su mano The Judge (2014), una película que protagonizó junto a Robert Duvall, sobre la tensa relación entre un hombre y su recto padre. Y hace poco, la compañía de la pareja también nos dio la adaptación del cómic Sweet Tooth (2021-) en Netflix, serie que ahora fue renovada a una segunda temporada.
Pero antes de convertirse en el genio, millonario, playboy y filántropo Stark, ¿qué títulos le dieron fama y reconocimiento? Poseedor de una variada e interesantísima filmografía, que dio comienzo a la tierna edad de cinco años con una pequeña participación en uno de los filmes de su padre, muchas de las grandes interpretaciones de Robert son -lamentablemente- opacadas por sus trabajos más recientes. Hagamos entonces un repaso por algunos títulos por los cuales fue celebrado antes de calzarse el arc reactor en el pecho.
Less Than Zero (1987)
Basada en el libro homónimo de Bret Easton, autor de American Psycho, la adaptación poco tiene que ver con la cruda representación sobre la vida llena de excesos de unos jóvenes en Los Angeles, convirtiéndose el filme en algo más cercano a una historia cautelar en donde nuestro protagonista, Clay (Andrew McArthy), es la idealización del joven exitoso estadounidense. Clay es sano, estudia, tiene una novia que lo ama y un claro futuro por delante.
Como contrapunto está el personaje de Robert, Julian (Robert Downey Jr.), a quien luego de distanciarse de la pareja principal, lo encontramos consumido por las drogas, debiendo grandes sumas de dinero a aquellos que alimentan sus vicios y con una familia que, ya cansada de él, le da la espalda. En su momento, Robert comentó que este era el trabajo más autobiográfico que había hecho en su carrera y, con el diario del lunes, comprendemos lo desolador de esta afirmación.
Analizándolo, el relato se siente obsoleto en varios sentidos. La marcada femineidad en algunos comportamientos o estética de Julian y cómo claramente esto aparece atado a connotaciones negativas, sumado a la falta de grises en la postura moral de la narración, son claramente productos de un discurso de otro tiempo. Pero la interpretación de Robert es tan poderosa que es imposible no adentrarse en la historia y emocionarnos con su personaje. No es sorpresa que gracias a este papel varias puertas se abrieran para el joven actor en los siguientes años.
Chaplin (1992)
Esta fue la película que puso el ojo del mundo sobre Robert cuando, con tan solo veintisiete años, fue nominado al Oscar como Mejor Actor por interpretar al genio de la comedia Charles Chaplin.
Esta biopic dirigida por Richard Attenborough (el querido John Hammond de Jurassic Park), sin duda se sostiene en el maravilloso trabajo que hizo el protagonista interpretando a la leyenda del cine mudo. No solo en su juventud, sino también (y gracias a una buena cantidad de maquillaje) en el ocaso de su vida, Downey impresiona desde su primer escena.
El trabajo físico que demanda hacer la imitación del hombre que llevó a su particular estilo de comedia a la fama es impresionante, y Robert no solo logró eso, sino que -si se observan las entrevistas a un Chaplin mayor- podemos ver cómo el joven actor logro emular hasta sus más sutiles gestos. Una gran biografía que recorre el trayecto del mito y no solo nos cuenta su vida personal, sino que nos muestra tanto sus motivaciones artísticas y anhelo por hacer reír a la gente, como el camino que lo lleva a demostrar una postura política más firme con la llegada de la Segunda Guerra Mundial.
Natural Born Killers (1994)
El éxito de Chaplin llamó la atención de varios grandes directores y no es sorpresa que Oliver Stone, director de clásicos como la remake de Scarface (1983) con Al Pacino o la comprometida Platoon (1986), estuviese interesado en trabajar con Robert.
Reflejo de su título, la película representa de forma muy gráfica un mundo que gira en torno a la constante y extrema violencia, en el que Mickey (Woody Harrelson) y Mallory (Julliete Lewis) fueron tanto víctimas como victimarios. Eventualmente encarcelados tras una serie de asesinatos, Wayne Gale (Robert Downey Jr.), un periodista australiano famoso por su programa amarillista enfocado en asesinos seriales, se ofrece a entrevistarlo. Y termina no solo retratando la vida y pensamientos de la pareja, sino siendo parte clave del alud de violencia que se desata más adelante en la historia.
Esta crítica sobre la banalización de la violencia e inclusive su glorificación por parte de los medios de comunicación trajo gran controversia en su momento por lo explícito de sus modos. Estemos de acuerdo o no con este punto, sin duda el mensaje de Stone es claro y sus métodos para poner estos temas en discusión son efectivos.
Restoration (1995)
Ambientada en el siglo XVII, cuenta la historia del joven doctor Robert Merivel (Robert Downey Jr.), que luego de salvar al cocker spaniel del rey Charles II (Sam Neill) es recompensado con riquezas y la mano en matrimonio de la amante del monarca inglés, con la condición de que no se enamore de ella, ya que la unión tiene como finalidad que las otras mujeres del rey permanezcan ignorantes de su infidelidad.
Exiliado con ella al campo, Robert encuentra placer en la opulencia de su nuevo hogar, pero, pesar de seguir el consejo de su criado y nuevo mejor amigo Will Gates (Ian McKellen) se enamora de su bella esposa. Joven e impulsivo, las decisiones de Robert lo llevan a cometer error tras error, mientras la sombra de la plaga comienza a hacer eco de su presencia en Inglaterra.
La película es muy bella en su aspecto visual, digna de las dos estatuillas que la Academia le entregó por Mejor Diseño de Producción y Mejor Vestuario, además de poseer un elenco magistral. Una historia sobre el resurgir luego de la tragedia, que en cierta manera, parece también anticipar los pasos de su actor protagonista.
Kiss Kiss Bang Bang (2005)
Este film neo-noir es al mismo tiempo una delirante comedia que, narrada en primera persona, cuenta la historia de Harry Lockhart (Robert Downey Jr.), potencial mago en su infancia devenido en ladrón de poca monta. Luego de la pérdida de su compañero y escapando de la policía, termina en medio de una audición para una película de crimen. El director de casting, al confundirlo con un actor de método, le presenta al investigador “Gay” Perry (Val Kilmer).
Entre la tutela de Perry y fiestas en Los Angeles, Harry se reencuentra con Harmony (Michelle Monaghan), quien años después interpretaría en Due Date (2010) a la esposa de otro personaje de Robert. Ella es su amor de infancia y hermana de una chica perdida, que pronto se convierte en pieza clave del caso que Perry y su nuevo y torpe compañero investigan.
La excelente dinámica de la pareja protagonista es ya un sello por el cual su director, Shane Black, es reconocido. Guionista de la primera entrega de Lethal Weapon (1987), también nos entregó The Nice Guys (2016), película que escribió y dirigió, y que tuvo mucho mejor bienvenida que su reencuentro con Robert en la tercera entrega de Iron Man en 2013.
Merece además destacar que la canción final de los títulos es interpretada por el mismo Robert, como parte de su disco debut The Futurist.
Fur: An Imaginary Portrait of Diane Arbus (2006)
Es sabido que las biopics tienden a tomarse libertades artísticas a la hora de contar las historias de aquellos que las inspiran, pero Fur es un filme que se hace cargo de este hecho. Tomando como base la historia de la fotógrafa Diane Arbus, famosa por trabajar con disidencias y generar imágenes que chocaban con los retratos hegemónicos admirados en la época, su trabajo se enfocaba en personas que ella consideraba invisibilizados por la sociedad. La película cuenta de manera fantasiosa los motivos que pudieron haber inspirado a la artista a llevar a cabo esta búsqueda.
Diane (Nicole Kidman) es una ama de casa, madre y asistente de su marido fotógrafo. Observamos cómo sutilmente demuestra su deseo por desligarse de algunas de sus ataduras, pero jamás actúa en consecuencia de sus anhelos. Eso es hasta que un nuevo vecino se muda al edificio, Lionel (Robert Downey Jr.), un hombre que padece hipertricosis, por lo cual le crece vello en cada centímetro de su cuerpo.
El amor pronto surge entre ellos dos, en una especie de reinterpretación de La Bella y la Bestia moderna. Lionel no es el motivo por el cual Diane explora su creatividad, sexualidad e independencia, pero sí el desencadenante para que finalmente tome ese camino.
Visualmente a la altura de contar la vida de una artista, este peculiar romance muestra a dos grandes actores de la época con una sorprendente química, y cuyas interpretaciones son un viaje que nos lleva de la risa a las más sentidas lágrimas, con nada más que un pequeño pero contundente gesto.
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