El nuevo proyecto del director de Watchmen (2009) y Batman v Superman (2016) es la combinación de docenas de universos mayores, que el cineasta utiliza a discreción y sin ninguna solidez. Sensiblera, cursi y llena de problemas narrativos, es una
obra pobre y extraña que desmerece la sublimación de la space opera que intenta ser.
Rebel Moon Parte 1, la esperada película de Zack Snyder, comienza con una narración genérica acerca de una guerra entre mundos y la descripción, a grandes rasgos, de una mitología mayor. También, con la exploración superficial — como todo en el argumento escrito por Snyder, Shay Hatten y Kurt Johnstad — de la vida de un planeta a la periferia de las grandes luchas, más
parecido a un descampado que a un futuro núcleo de una rebelión.
Si todo lo anterior resulta familiar, es porque lo es. El director, que a menudo ha admitido que toma ideas y propuestas mayores de otras sagas, tomó la decisión de crear un relato a su medida. Pero eso, a partir de otras tantas franquicias e historias cinematográficas. Todas unidas y recombinadas, de forma endeble y poco convincente en la primera parte de lo que se anuncia como una duología.
Pero quizás, el mayor error de Rebel Moon en su conjunto es que su relato avance específicamente sobre la promesa de que, en el futuro, lo que propone se completará. En el mejor de los casos, se profundizará en sus aproximaciones con cuidado. Sin embargo, por ahora, no hay tiempo. La gran sensación que deja a su paso la cinta es que todos los puntos que toca, apenas
muestran su valor y sentido. Que cada personaje — y hay docenas, de todos los lugares y especies imaginables — tendrá una segunda oportunidad para volver sobre su historia. Pero, mientras tanto, la película apenas presta atención a cualquiera de ellos.
Poco a poco, lo que comienza como una propuesta pequeña — y que podría funcionar desde sus límites muy precisos — se expande sin que la historia siga su rápida evolución. Del planeta colonia, tomado rehén por una facción del llamado Planeta Madre (que cumple la misma función, en peso e importancia, que el Imperio intergaláctico de George Lucas), la película avanza hacia diversos frentes. El esencial a tener en cuenta: la búsqueda de un equipo de guerreros rebeldes que permitan al grupo de pacíficos campesinos, enfrentar un ataque mayor.
Todos los errores posibles
Pero el guion es tan torpe y la mezcla de elementos tan disparatada, que la historia avanza a tropezones entre docenas de escenarios distintos. Todos, tomados de otras narraciones mejores y más profundas. Kora (Sofia Boutella), líder accidental en busca de refuerzos, debe encontrar a Kai (Charlie Hunnam), el Han Solo de esta historia. Después, recorrer algunos mundos genéricos en busca del resto del equipo y volver, para enfrentar el mal que amenaza el cosmos.
Mientras todo lo anterior sucede, la trama no presta la menor atención a sus héroes. Cada personaje parece parte de un estereotipo mayor, descrito sin mucho interés. Pero lo más lamentable es la falta de exploración del largometraje en todo lo que propone. Los símbolos se acumulan escena a escena, solo para ser mostrados a medias u olvidados casi de inmediato. Lo
que resulta aún peor: convertirse en una mezcla poco afortunada de líneas de discurso huérfanas.
La narrativa de Rebel Moon es tan pobre, como para encontrarse sumido en una torpeza que aumenta secuencia a secuencia. Un villano maligno trajeado como un nazi, un bar galáctico tan parecido a los mostrados en Star Wars que resulta paródicos. Luchas y batallas cuerpo a cuerpo, ralentizadas para mayor gloria de cuerpos perfectos y pechos desnudos masculinos.
Rebel Moon parece acumular todos los vicios de Zack Snyder en un solo lugar. Sublimarlos y volverlos cada vez más extraños. Estereotipos vacíos que delinean una historia tan ambiciosa que se anuncia como el preludio de cientos de relatos, que se ampliarán antes o después. Solo que no se hace ahora y la película se desploma con la misma rapidez que su premisa
facilona.
Un caos irrecuperable
De Star Wars a la franquicia Harry Potter, franquicia de la que toma una escena central y la copia casi cuadro a cuadro. Zack Snyder no se sonroja al imitar con pulso torpe una serie de referentes que descompone en alegorías que rozan con demasiada frecuencia lo ridículo y lo sensiblero. Todo, para, al final, la película quedarse a medias, sostenida con fragilidad sobre la posibilidad que cada cosa mal construida se desarrolle mejor en adelante.
Pero Rebel Moon necesita más que una secuela — que se estrenará en abril — para sostener su discurso vacío, su simbología cursi y el mal uso de sus propuestas. Incluso la fotografía — plana, con aspecto de efectos especiales de segunda y lleno de errores de iluminación — desmerece el esfuerzo en conjunto que este universo intenta sostener sin lograrlo. Al final, la anunciada space opera de Zack Snyder no es otra cosa que una versión tardía, de mal gusto y blanda, de conceptos superiores.
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