20º aniversario

Legalmente Rubia: Gracias Elle Woods por enseñarme a confiar en mí misma

El personaje interpretado por Reese Witherspoon se fue consolidando como un ícono feminista con el correr de los años y Legally Blonde es su manifiesto.

por | Oct 5, 2021

Legalmente Rubia Gracias Elle Woods por enseñarme a confiar en mí misma, Reese Witherspoon

En el año 2001 se estrenó una de las “chick flicks” más icónicas de la historia del cine: Legalmente Rubia. Ya casi puedo escuchar la cantidad de gente diciendo “¡pero eso no es una película en serio!”. Bueno, déjenme decirles desde ya que las chick flicks siempre son películas en serio, pero ese es un tema para otro día. Hoy quiero hablar de Legalmente Rubia, y en realidad capaz esta sea mi oportunidad para decirle gracias a Elle Woods por ayudarme a entender que no hay nada de malo en ser una misma. Y si eso incluye usar un traje rosa para ir a juicio, mucho mejor. 

Cuando pensamos en el año 2001, también se nos viene a la cabeza la gran Lara Croft, protagonista de Tomb Rider y también ¿ícono feminista? Acá es donde nos encontramos con el estereotipo clásico de mujer que la sociedad considera “empoderada”, un personaje que se aleja bastante de los estándares femeninos y cuya estética está pensada por y para una mirada masculina. Si nos sentamos a repasar los personajes interpretados por mujeres de la historia del cine, nos vamos a encontrar con una variante en común: la mujer femenina es la mala o la tonta. 

Hay un concepto en inglés que es “not like the other girls” (no es como las otras chicas), el cual hace referencia a todas las mujeres que se sienten obligadas a rechazar cualquier tipo de característica femenina para ser aceptadas por la sociedad, y en realidad por la mirada masculina. Este concepto nace de un discurso machista que busca demonizar todo lo relacionado a la mujer y hacernos creer que lo “correcto” o lo “cool” es alejarse de esto y amoldarnos a los gustos masculinos para así conseguir su aprobación. De allí nacen todos estos personajes de mujeres malas y/o tontas, mientras que la heroína rechaza todo lo que representa su contraparte y por eso se cree mejor que ella. Sin embargo, Legalmente Rubia decide hacer las cosas a su manera. 

Elle Woods es la estética bubblegum de los años 2000 hecha personaje. El rosa es su color favorito y su personalidad está basada en todos los estereotipos femeninos que se te puedan ocurrir. ¿Acaso la película hace esto para burlarse de su protagonista? Todo lo contrario. Presentando a Elle como LA mujer (hasta su nombre significa “ella” en francés) logra hacer una crítica a todos los prejuicios que se tiene sobre lo “girly” y lo femenino. Durante toda la película, Elle es pre-juzgada por los demás personajes, siendo tildada de “tonta” solo por la forma en la que se viste y las cosas que le gustan, cuando en realidad es el personaje más inteligente de todos. Frente a estos prejuicios, Elle no se desanima ni mucho menos, sino que se empeña por demostrarle a los demás que puede ser la mejor estudiante de derecho de Harvard y no perderse a sí misma en el intento. 

Hay una escena que siempre me pareció muy satisfactoria: cuando Elle va de compras con sus amigas y una vendedora quiere aprovecharse de ella vendiéndole un vestido a un precio mayor al original. Vi muchas películas con escenas similares en donde alguien busca aprovecharse de un personaje femenino solamente porque tiene características “girly”, y lamentablemente en la mayoría de ellas lo terminan haciendo. Sin embargo, Legalmente Rubia deja en claro que no se quiere reír de su protagonista, mostrándonos como Elle -al tener un título en moda y poseer conocimientos sobre el tema- logra darse cuenta de que el vestido no vale lo que la vendedora dice y, además de no dejarse engañar, le da una lección sobre la confección de una prenda. Porque el saber es poder.

Uno de los puntos más fuertes de Legalmente Rubia es su decisión de poner la sororidad como base de todas las escenas. Desde la hermandad inquebrantable de las Delta Nu hasta el salón de belleza como un lugar seguro en donde todas las mujeres, jóvenes y adultas, pueden refugiarse cuando las cosas salen mal, la sororidad está presente, recordándote que siempre va a haber una mujer para apoyarte. El personaje secundario de Brooke Taylor Windham (Ali Larter) es uno de los ejemplos más claros de esto, donde se nos presenta una relación entre dos mujeres que se basa puramente en la confianza de haber pertenecido a la misma hermandad. Brooke confía en Elle para ser su abogada porque es la única que la entiende como mujer y la apoya como tal, así es como toma la decisión de confiarle su coartada y despedir a Callahan (Victor Garber) luego de haberla acosado. 

Hablemos de Vivian Kensington (Selma Blair). A pesar de que en un principio se posiciona como la antagonista de esta historia y estéticamente representa el opuesto de Elle, poco antes del segundo acto de la película logra hacer las paces con la protagonista. Generalmente, cuando vemos una película de adolescentes, “la mala” nunca se sale con la suya y, en el caso de que se vuelva buena, tenemos que esperar hasta al final para verlo. Por eso me parece tan interesante el personaje de Vivian, además de que no se espera hasta el último momento para que se amigue con Elle, podemos ver cómo parte de esa maldad y rechazo hacia ella surge de una inseguridad muy personal.

En la cabeza de Vivian, las chicas como Elle siempre consiguen lo que quieren por su apariencia y no esforzándose como ella, claro está que es un prejuicio, pero es ese mismo el que la hace reaccionar impulsivamente cuando ve que Callahan se insinúa ante Elle. La película podría haber optado por hacer que Vivian se vengase de ella, como pasa en muchas otras, pero en cambio utiliza los repetidos actos de machismo por parte de Callahan y Warren (Matt Davis), para unir a estas dos mujeres y convertirlas en mejores amigas. 

El viaje de Elle Woods como personaje es uno de los arcos más inspiradores en la historia del cine. A pesar de siempre ser fiel así misma, Elle pasa por ciertos momentos en donde, como toda mujer en crecimiento, siente que tiene que cambiar su imagen para encajar. Recuerdo la primera vez que vi Legalmente Rubia, no me había percatado de cómo Elle pasa de usar atuendos 100% rosa a lucir los trajes oscuros más glamorosos que vieron mis ojos. A simple vista puede parecer una decisión de vestuario al azar, pero nada en el mundo del cine lo es. Elle empieza a usar colores oscuros cuando decide ser la mejor alumna de derecho en Harvard, entonces siente que tiene que empezar a vestirse como sus compañeros, sin darse cuenta que está dejando de lado una gran parte de si misma.

En los momentos que está sola o con Paulette (Jennifer Coolidge), su amiga y confidente en Boston, vuelve a sus colores habituales, ya que en esos espacios no siente la necesidad de encajar. Es por eso que es tan importante ver a Elle Woods entrando a ese juicio final con un traje rosa, de pies a cabeza. No solo es ella aceptando quién es en su totalidad, sino que también es una mujer tomando control sobre su cuerpo y persona después de haber sufrido un acto de acoso sexual y ser víctima de constantes maltratos. 


Legalmente Rubia no es un manifiesto feminista porque tiene una mujer protagonista que termina siendo la mejor abogada, sino porque elige contar la historia de una chica que podría ser cualquiera de nosotras, una nena a la que toda la vida tildaron de tonta o materialista porque le gustan las cosas lindas y el rosa. Elle Woods nos viene a decir que está bien ser así, porque la única persona a la que le debemos algo es a nosotras mismas. Legalmente Rubia es un lugar seguro, como aquel salón de belleza, un mundo en donde las mujeres nunca pierden, no se odian, sino todo lo contrario, se apoyan entre sí. Nos enseña que ser rosa entre una multitud de grises nunca es malo y que tampoco hay algo especial en “no ser como las otras chicas”, porque cada mujer es especial, le guste el maquillaje, el deporte, o las dos cosas.

Así que gracias Elle Woods, capaz esta haya sido la única forma de agradecerte, o capaz lo hago todos los días de mi vida, teniendo fe en la gente, pero mucho más en mí misma.

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