La huelga de los 100 días. Así podría llamarse al paro histórico de guionistas de Hollywood que duró precisamente ese período de tiempo, desde noviembre de 2007 hasta febrero de 2008. Las consecuencias para la industria audiovisual fueron desastrosas, con pérdidas de hasta 1500 millones para la economía de la región, la cancelación de series y temporadas en la pantalla chica y la proliferación de reality shows de dudosa calidad.
Mientras series como Lost (2004-2010) cambiaban nuestra formas de consumo, la huelga de guionistas cambiaba las formas de producción y distribución de las ganancias. Ahora que los servicios de streaming representan una revolución similar -o, en realidad, mucho mayor- en términos de acceso al contenido, las reglas del juego cambian rápidamente y los diferentes gremios de trabajadores de Hollywood exigen compensaciones acordes a las ganancias exorbitantes de los estudios.
La pandemia sin dudas aceleró esos procesos y las plataformas de streaming se consolidaron como la principal forma de acceso a la producción audiovisual en millones de hogares de todo el mundo. Este cambio de paradigma repercutió en las ganancias netas de los estudios, que concentraron todos sus esfuerzos en estos canales de distribución “directo al consumidor” -como les gusta llamarlos- representando ganancias de millones de dólares.
Hecha la ley, hecha la trampa
Sin embargo, el acceso a los números de reproducciones en las plataformas de streaming nunca fue precisamente transparente, y esto generó conflictos con distintos sectores de trabajadores de la industria, que cobran lo que se conoce como “residuals” (compensaciones financieras por repeticiones, sindicación, lanzamientos en formato físico o en streaming). Las mismas normas que en 2008 se habían implementado en favor de los trabajadores, fueron usadas por los estudios para maximizar sus ganancias.
Estos contratos, que se renuevan cada tres años, fueron sostenidos con pequeñas modificaciones y ajustes inflacionarios hasta 2020, cuando se renovaron por última vez. Pero al acercarse la fecha de renovación en 2023, el gremio de guionistas comenzó a presionar para que los estudios considerasen sus demandas, en función a una serie de peticiones razonables que fueron -en su gran mayoría- rechazadas por la AMPTP (la Alianza de Productores de Cine y Televisión, por sus siglas en inglés), que representa a los principales estudios como Disney, Warner, Sony, Universal, Paramount, Netflix, Amazon y Apple, entre otros.
Al César lo que es del César
Los reclamos del gremio de guionistas van desde ajustes en los sueldos mínimos acordes a la inflación hasta demandas de no trabajar precarizados, como muchas veces ocurre en Hollywood con los procesos de creación que no llegan a buen puerto. En la categoría salarial también caen los dichosos residuals, que los estudios se niegan a reconocer y aumentar, a pesar de que les representan menos del 3% de las ganancias -que aumentaron significativamente en los últimos años con los lanzamientos de sus plataformas de streaming.
Por otro lado, también exigen la regulación del uso de la inteligencia artificial -como el famoso Chat GPT– en la creación de guiones, y la prohibición de utilizar propiedades intelectuales ya existentes para entrenar a los algoritmos. Esta es una preocupación real entre artistas de todo el mundo, que están abriendo el debate sobre el uso ético y los límites de la inteligencia artificial. El reclamo también fue rechazado por los estudios, y algunos especialistas lo compararon con la preocupación real que representaba internet en su momento para los creativos.
Hay muchísimo más detalles y peticiones en la propuesta que presentó el gremio de guionistas y fueron en su gran mayoría rechazada por los estudios. Previendo que la falta de consenso llevaría a una eventual huelga al término de los contratos, algunos ejecutivos -como el infame David Zaslav de Warner Bros. Discovery– incluso admitieron estar haciendo acopio de guiones y preparando otro tipo de material para afrontar el paro.
A raíz de esto, la WGA (el Gremio de Guionistas de Norteamérica, por sus siglas en inglés) anunció una huelga en todo el país a partir de hoy, por decisión unánime de los miembros de sus sedes en ambas costas. Según anunciaron, esta tarde empezarán las movilizaciones en distintos puntos de Estados Unidos, las cuales podrían bloquear el acceso a ciertos estudios. De ser así, los trabajadores de otros gremios pueden optar por sumarse a las protestas, algunos con mayores consecuencias que otros.
La unión hace la fuerza
Los gremios de Directores y de Actores de Hollywood expresaron su solidaridad con el gremio de Guionistas y exhortaron a sus miembros a apoyar la huelga. Si la situación no se resuelve pronto de manera favorable -lo cual es muy improbable, dada la firma postura de los estudios- hay posibilidades de que ambos gremios, y otros de la industria audiovisual, se sumen a la huelga, paralizando por completo la producción.
Por ahora, las consecuencias inmediatas se verán en los programas en vivo, como los Late Night Shows y Saturday Night Live. También es probable que -de extenderse la huelga- la calidad narrativa de las producciones disminuya considerablemente, ya que no habrá guionistas disponibles para ajustes ni reescrituras, un proceso común en la industria. Además, aumentará la oferta de reality shows y otros programas sin guion, mientras que algunas series de ficción serán canceladas y los largometrajes postergados.
Muchas series adelantaron su producción y ya están casi terminadas para salir a tapar el bache que dejarán los guionistas, pero la industria va a sufrir un revés inevitable, que se suma a las ya desastrosas consecuencias de la pandemia. Es imperativo que los estudios valoren y retribuyan el trabajo y talento de sus creativos, que son la espina dorsal de la producción audiovisual.
Por lo pronto, estas medidas afectan únicamente a Estados Unidos. Y es probable que algunas de las contramedidas adoptadas por los estudios para palear esta crisis -antes que llegar a un acuerdo con sus trabajadores- tengan repercusiones colaterales en la industria audiovisual internacional, destinando más recursos y dinero a producciones del resto del mundo, que han demostrado generar grandes resultados.
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