La odisea del michi

Flow: la deslumbrante aventura de un gato camino a conquistar los premios Oscar

Nominada a los premios de la Academia, este silencioso cuento de supervivencia celebra la magia de la naturaleza y la solidaridad entre especies.

por | Feb 11, 2025

Estamos en un mundo casi silencioso, una tierra que perdió la palabra, en el que el humano ya no es dueño de ese suelo, sino que está presente como un fantasma en las ruinas de nuestra civilización. Sin necesidad de explicar por qué el hombre desapareció del mundo, vemos como los animales reclamaron la tierra, conviviendo en ella,  a veces de manera simbiótica, mientras que en otras se depredan entre sí. La naturaleza se abrió camino.

Es así como nos cruzamos con nuestro protagonista, un pequeño gato que dormita y descansa desde el segundo piso de una casa abandonada, disfrutando del refugio tras duros días de salir a buscar comida. Esto es hasta que un día, desde la ventana de su hogar, ve cómo el nivel de agua empieza a subir. Aquellos charcos se vuelven lagunas que pronto se convierten en un mar que consume al horizonte. Es un fenómeno natural que pronto pondrá en peligro a todos quienes aún habitan el mundo.

En Flow (2024), vestigios de nuestra cultura se ven en un mundo ahora habitado solo por animales.

Un viaje a lo desconocido

Flow (Straume, en su título original), recuerda un poco a títulos de otras décadas como La leona de dos mundos (1966),  El Oso (1988) o hasta Liberen a Willy (1993), aquellas historias que resaltaban el humanismo de los animales sin por eso traicionar los comportamientos salvajes de sus protagonistas. Es justamente la autenticidad del carácter de este gatito lo que refuerza la tensión, sobre todo para todos aquellos que tenemos un felino de mascota. Es capaz de mantenernos en vilo durante algunas de sus escenas, con un trayecto que se vuelve difícil cuando una y otra vez los vemos caerse de ese condenado bote.

Pero el sobresaltado y tortuoso viaje vale la pena gracias en parte al fuerte componente contemplativo en su historia. Los momentos de calma nos presentan paisajes de tal belleza que de alguna manera consiguen captar esa sensación que solo la naturaleza misma puede lograr. Aquello en donde lo mágico ya no parece ajeno a nuestro mundo.

Un grupo de animales muy distintos harán una alianza para sobrevivir el distópico mundo de Flow (2024)

Igual de fascinantes resultan las personalidades no solo de este pequeño protagonista que enamora desde su primera escena. Sino que, acompañado de un grupo de animales con los que forjará una sorpresiva alianza, cada uno de ellos muestra un carisma distintivo. Con marcadas personalidades, este carpincho, perro labrador, lémur y un ave, chocarán y se reconciliarán hasta eventualmente comprender que encontraron una familia en sus compañeros. De esta manera se nos repite una lección que otra de las grandes películas animadas del 2024, Robot salvaje, también exploró: nadie se salva solo. Para sobrevivir en un mundo desolador es necesaria la solidaridad y perder el temor a las diferencias.

Un artista de mil talentos

Decir que su director, Gints Zilbalodis, se merece un buen descanso (¡aunque ojalá ya esté planeando su próxima película!) es casi minimizar todo lo que este hombre trabajó. Además de escribir el guion y encargarse de la cinematografía, compuso su música y editó la película, demostrando que sus múltiples talentos lo podrían denominar un hombre renacentista contemporáneo. 

Ahora toda una celebridad en su Letonia natal, el enorme éxito internacional de Flow no solo significó varios homenajes a su peludo protagonista, sino que le mereció el Golden Globe como Mejor Largometraje Animado que ahora está exhibido en el museo de Bellas Artes de su país, resguardado entre las estatuas de dos gatos. Nominada a los Oscar, no solo compite en la categoría de animación, sino que además representa a su país como Mejor Película Extranjera.

Uno de los elementos mejor logrados de Flow (2024) es la manera en que plasma los comportamientos de sus animales.

Zilbalodis, originalmente un artista visual, se introdujo en el mundo de la animación de forma autodidacta, ganando atención luego de que su opera prima Away (2019), se llevara un galardón en uno de los festivales de animación más prestigiosos: los Premios Annecy. La película, protagonizada por un chico que tras un accidente despierta en un desierto y es perseguido por ser gigantesco y sombrío ser, compartía temas en común con Flow como son la falta de dialogo o los arquetipos de historias de supervivencia. Pero todos estos elementos eran una potencialidad que esta última obra sin duda ha elevado.

Por otra parte, hay que reconocer que el acabado de la animación de Zilbalodis deja entrever lo experimental que resulta, así como su falta de presupuesto. Porque si bien a partir del éxito de Away logró mejorar ambos puntos, Flow está lejos de deslumbrar por los detalles y minuciosidad que logran los grandes estudios. Aunque, por tosco que resulte su estilo en comparación, esto no necesariamente le juega en contra.

Desde lo visual a las personalidades de sus protagonistas, Flow (2024) está al borde entre lo realista y mágico.

La estética de Flow se asemeja mucho más a la de un videojuego. Como si de cumplir misiones se tratase, los diseños minimalistas de cada objetivo adonde los personajes se proponen llegar esta marcado con formas exageradas, para que sea fácil de comprenderlo sin necesidad de explicarlo verbalmente.

De la misma forma, casi no hay uso de texturas, usando las sombras principalmente para marcar volumen. Puede que carezcan de ciertos detalles, pero una pincelada rápida y cargada de pintura nunca hizo que las pinturas de Van Gogh fuesen menos expresivas. Son distintos métodos de replicar la realidad y, en el caso de Flow, su arte brilla por su particular sensibilidad.

Sin necesidad de palabras, Flow (2024) deja muy en claro sus diálogos.

Contra todo pronóstico y gracias a su enorme corazón, esta humilde película letona logró enfrentarse a los titanes de su industria gracias a una profundidad que los grandes estudios a veces desfavorecen al apoyarse en la comodidad de las franquicias.

Flow logra que nos preocupemos por sus personajes o que descubramos un mundo maravilloso a través de sus miradas. Si, exige un esfuerzo de su audiencia al entregar silenciosos pero claros diálogos, excediendo así a la narración tradicional. Pero también es fácil compenetrarse ya que juega casi al borde de la experiencia inmersiva, encontrando un punto medio entre el realismo y la fantasía, cuyo protagonista muchos reconoceremos como aquel que ronronea en nuestro regazo.

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Ro Tapias

Artista visual. Madre de dragones, gatos y un corgi. Hablo de cine, a veces demasiado.