Con una postura que nos indica que está decidida a contar lo que se había guardado para sí misma y una mirada vengativa que contrarresta lo cristalino, Briony Tallis pronuncia una frase que se convierte en la sentencia de muerte para su hermana Cecilia y el hombre que ésta ama, Robbie. “Lo vi con mis propios ojos”, manifiesta la joven de 13 años y así, cambia el rumbo de la vida de los protagonistas de esa extraordinaria película que es Atonement (2007), perfecta adaptación de Joe Wright de la novela homónima de Ian McEwan, con guion de Christopher Hampton.
La poderosa secuencia, con el rostro de Briony en primer plano, le exigía mucho a la actriz que la comandaba, la irlandesa Saoirse Ronan, quien cargaba en sus hombros el peso de interpretar un personaje poco empático. Entre sus diversos logros con ese rol, nos encontramos con su capacidad para transmitir mucho más que ese deseo de venganza. Briony es más compleja que eso, porque así lo es la prosa del autor que la concibió.
En la actualidad, se cumplen 15 años de que Ronan irrumpió en Hollywood con ese trabajo tan magnético que la llevó al Oscar con la primera de sus cuatro nominaciones. Desde entonces, la actriz demostró ser ductil no solo en el momento mismo de la interpretación sino también en la previa, ese instante en el que elegir el papel correcto puede llevarte por caminos sinuosos. Si bien Saoirse siempre fue por más, y siempre puso al descubierto sus ganas de rodearse de figuras talentosas, también luchó por encontrar esas películas que representaran un desafío.
LA BÚSQUEDA DE los papeles perfectos
Ese recorrido hasta el encuentro de grandes cineastas y roles a la altura de su indiscutible talento también la puso de cara a una realidad: para llegar a cierto punto, los traspiés son necesarios. Por lo tanto, cuando uno se encuentra con películas como Death Defying Acts (2007), City of Ember (2008) y The Host (2013), sabe que fueron experiencias de las que Ronan debió nutrirse para visualizar, tan decidida como Briony, los lugares a los que quería llegar posteriormente. Más allá de los mencionados largometrajes, la actriz de tan solo 28 años supo construir una carrera homogénea en términos de calidad y heterogénea en cuanto a las figuras que fue interpretando en este viaje que recién comienza. Luego de personificar a Daisy en la interesante How I Live Now (2013) de Kevin Macdonald, Ronan se encontró con una pared y hace unos años reflexionó respecto a ese momento de su carrera.
“Ahora se están haciendo más películas sobre chicas y mujeres, pero hace más de seis años la gente no sabía cómo escribir personajes de adolescentes que estaban llegando a sus 20. No había guiones que mostraran esa experiencia, lo cual me enloquecía, porque a mí me estaban pasando un montón de cosas y no entendía cómo nadie quería escribir sobre ese tópico. Además, otros actores me decían: ‘Empezaste bien, está todo perfecto, pero cuando llegues a los 18 no va a aparecer nada’ ¡Y así fue! Hasta que llegó The Grand Budapest Hotel”, contó la actriz sobre su llegada al universo de Wes Anderson con una película perfecta que además marcó un instante bisagra de su carrera.
Al año siguiente, en 2015, llegó esa película coming of age que Ronan tanto estaba aguardando. Brooklyn reunía varios talentos. En primer lugar, al autor de la novela en la que estaba basada, el coterráneo de Saoirse, Colm Tóibín. En segundo lugar, el hombre encargado de adaptarla: Nick Hornby. En tercer lugar, un director de enorme sensibilidad como John Crowley, que capturaba el desarraigo de Éilis, esa joven irlandesa que se mudaba del pequeño pueblo de Enniscorthy a la gran metrópolis, a Nueva York, con la seguridad de estar cumpliendo un sueño, pero también con la culpa de dejar a su madre y a su hermana atrás. La interpretación de Ronan, de una naturalidad conmovedora, le valió su segunda nominación al Oscar y subió su perfil, algo con lo que no se siente precisamente cómoda.
Lady Bird, Jo March y un futuro sin techo
Además de talentosa, ella es temeraria. O quizá sea a la inversa, quizá su talento proviene de esa bienvenida actitud de arrojarse a lo incómodo, como cuando interpretó a Florence Ponting en On Chesil Beach (2017, basada en otra novela de Ian McEwan) y a Charlotte Murchison en Ammonite (2020) junto a nada menos que Kate Winslet, dos roles herméticos a los que supo acceder con inteligencia y, nuevamente, con esa sensibilidad que la caracteriza y que tanto se percibe en su Christine “Lady Bird” McPherson de la película de Greta Gerwig y en la emblemática Josephine “Jo” March de Little Women (2019), su segunda colaboración con Greta por la que fue nominada al Oscar en una cuarta ocasión.
Ya sea “Lady Bird” discutiendo con su madre en una rabieta encantadora y familiar para quien tiene fresca su adolescencia como en esa expresión de orgullo y emoción de Jo al ver su novela impresa, Ronan da en el clavo en una suerte de viaje cíclico. Así cómo la mirada de Briony impactaba, también lo hacía la de Jo en el final de Little Women, aunque los motivos sean diversos.
En el flamate whodunnit de Tom George, See How They Run, interpreta a una mordaz detective que está dando sus primeros pasos y que tiene ese brillo de novata en la mirada, mientras se maneja con un ímpetu que nos retrotrae a la Katharine Hepburn de Bringing Up Baby (1938). “He interpretado muchas mujeres raras en mi carrera”, expresó en una oportunidad la actriz que, cuando se apagan las cámaras, demuestra ser tan sensible como algunas de esas figuras femeninas que permanecerán indelebles en el recuerdo del espectador.
Un ejemplo de esto fue el final del rodaje de Little Women y su anhelo por conservar una copia del libro de Jo. “Es algo muy especial que tengo, la novela de Jo que vemos en el cierre de la película”. Esa novela a la que Gerwig le da una merecida entidad, dejando los vínculos románticos de lado y focalizando en un logro personal de su protagonista, en un sueño cumplido. Una secuencia brillante que funciona porque tiene a una actriz sin techo en el centro. Una inconformista. Una mujer que aparece y desaparece pero deja su marca, como esos ídolos que menciona. Saoirse Ronan es el rostro del futuro.
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