El año es 1973. Estados Unidos está ocupado enviando tropas a Vietnam, se estrena The Exorcist y Pink Floyd lanza The Dark Side of the Moon. Sin lugar a dudas, un año para remarcar. No es casualidad que los hitos en la cultura de los setenta tengan una marca propia, una característica intrínseca que permite reconocer los productos de esa década sin siquiera saber que fueron creados en los años setenta. Fueron tiempos, sin lugar a dudas, de rebeldía, pasiones, libertades y música, mucha música. El director Cameron Crowe trasladó a la pantalla ese mundo que él mismo vivenció junto a una troupe de personajes entrañables, y así creó Casi Famosos (Almost Famous, 2000).
Pocas veces una película se preocupó tanto por el contexto que tenía para mostrar como la obra maestra de Cameron Crowe. Luego de llevar a cabo Jerry Maguire (1996), Crowe quería centrarse en un relato un tanto más personal. Es así como desarrolló la historia de Casi Famosos, la cual se centra en un joven de quince años aspirante a periodista musical, que es contratado por la revista Rolling Stone para hacer una crónica sobre la gira de Stillwater, una pequeña y prometedora banda de rock.
Esa sinopsis es relativamente parecido a lo que experimentó Cameron Crowe en su adolescencia. El reconocido cineasta escribió por un período de tiempo para la revista Rolling Stone, donde era mandado a cubrir giras de diferentes grupos musicales de la época. Se trataba de un trabajo que no le era difícil mantener, debido a la fascinación del director por la música de su época y las experiencias que se ganaba acompañando a bandas como Led Zeppelin, Eagles y The Allmand Brothers Band. Todo lo adquirido, lo aprendido y lo vivido es plasmado en el protagonista de Casi Famosos, William Miller, un ambicioso joven de quince años.
Patrick Fugit hace su debút en el cine encarnando a William, este adolescente fanático de la música y seguro de que su objetivo en la vida es escribir. La vida del joven está limitada por la sobreprotección de su madre (Frances McDormand) y la exitosa figura de su hermana (Zooey Deschanel). Sin embargo, una mañana cualquiera, William es liberado de todo esto. El joven recibe un llamado del editor de la revista Rolling Stone, notificándole que leyeron un material que él había enviado y que les encantaría que empiece a formar parte del staff de redactores.
Las consecuencias de la vida lo llevan a cubrir la gira de Stillwater, una pequeña banda de rock liderada por Russell Hammond (Billy Crudup). En ese viaje, William es testigo del detrás de escena de la música en los años setenta. Se embarca junto a la banda en un tour que promete ser de corta duración, en un antiguo autobús que recorre una variedad de estados, climas y paisajes. A la gira se suma un grupo de jóvenes mujeres fanáticas de la banda. Entre ellas se encuentra Penny Lane, interpretada por la talentosísima Kate Hudson. El trabajo de William es sencillo: entrevistar a diferentes miembros y escribir una nota sobre Stillwater.
Sobre vivencias y nostalgias
Al ritmo de canciones como Tiny Dancer de Elton John, William y Stillwater viven una historia digna de contar. Rodeado de instrumentos musicales, buenas canciones y algunos excesos, el joven es el protagonista de un relato que tiene una facilidad imposible de igualar para conectar con el espectador. Casi Famosos es, sin lugar a dudas, un viaje que mantiene una carga especial de una nostalgia que la mayoría de su público ni debería tener. La película presenta un tiempo y un espacio que permite que el espectador se sienta cómodo. Por momentos de comedia y por otros dramáticos, la obra de Cameron Crowe nunca decae y siempre atrapa.
El protagonista de Casi Famosos, William, está viviendo el sueño que todo adolescente tuvo alguna vez. Él está decidido a ganarse la vida escribiendo sobre música, por lo que el periodismo es el camino elegido. En la mayoría de las ficciones, el oficio del periodista es utilizado como un recurso para demostrar la maldad de los medios de comunicación en cuanto a asuntos delicados. Es típico el discurso “Nadie tiene que enterarse de esto” o “Esto no tiene que llegar a la prensa”. Sin embargo, Crowe propone a un joven apasionado por la escritura como protagonista. El periodismo es la fundamentación de la película. Gracias a sus herramientas, William es prueba viviente de las diferentes experiencias que suponía un tour rockero a principios de los setenta.
Un protagonista que sale de su zona de comfort para vivir las mejores experiencias acompañado de personas extremadamente particulares. Otro punto a favor de Casi Famosos es la perfecta construcción de sus personajes. Todos y cada uno de ellos resultan entrañables para el espectador. Cada uno aporta su grano de arena para las diferentes enseñanzas que adquiere William. A lo largo de toda esa experiencia, los diferentes momentos que dejan una marca al pesonaje principal no serán pasajeros. Además, para suerte del protagonista, la serie de personajes no lo dejan solo en ningún momento.
Una forma de ver las cosas
Es aquí y es ahora, todo está sucediendo en este preciso momento. Cameron Crowe utiliza a Casi Famosos como una oda al periodismo musical. El cineasta abraza al rock and roll setentoso y ofrece una mirada más flexible en cuanto a los diferentes acontecimientos históricos que se están viviendo en todo momento. Resulta dificil olvidar la simpatía de todos los personajes, los colores y la moda de la época, la simplicidad en las cosas y las canciones que presenta la banda sonora de este largometraje.
Casi Famosos es un respiro entre tanta polución. Una comfort movie con la que todo tipo de espectadores se pueden encantar. Es emocionante, transparente, reveladora y, sobre todo, liberadora. Cuando se piensa en la obra maestra de Cameron Crowe, se remite a que cada experiencia vivida puede y debe marcar nuestras vidas. Levantarse de la silla, permanecer en constante movimiento y también comprender que existen otras personas con las mismas ambiciones que uno. Eso es Casi Famosos, una experiencia que merece ser relatada.
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