Boku no Hero Academia: World Heroes Mission (2021) de Kenji Nagasaki tenía el peculiar compromiso de sostener una historia querida por un fandom apasionado. Como tercera película basada en la historia original, también debía encontrar un filón original que permitiera extender la historia en direcciones novedosas sin perder su esencia. ¿Podría hacer algo semejante? ¿o al menos vincular los puntos esenciales de la serie de anime con una propuesta en esencia más profunda?
Como sus dos predecesoras, la película no solo lo logra, sino que se convierte en el mejor ejemplo de una buena narración que profundiza en un rico universo. Con una historia entrañable, compleja y logrando un gran homenaje a los fanáticos, My Hero Academia: Misión mundial de héroes logra construir un argumento atractivo. Uno que, además, se hace más amplio a medida que la narración crece y se convierte en un recorrido por la singular mitología de la popular serie. Si algo sorprende de la película, es tomar la premisa de las súper capacidades físicas y mentales, para llevarla a un nivel por completo nuevo.
Un nuevo mundo superheróico
A diferencia del Universo Cinematográfico de Marvel, en donde el poder con frecuencia excluye y margina a los personajes, en My Hero Academia una habilidad extraordinaria es un don. La película pone en realce esta dimensión particular sobre el héroe y lo humaniza, hasta construir una percepción sobre lo formidable mucho más emocional y brillante de lo que el MCU logra.
El recorrido por ese mundo en que un don es la diferencia entre el ejercicio de la libertad y la plena conciencia sobre el bien y el mal, es asombroso. Mucho más, cuando la película logra reconstruir la concepción sobre lo moral de poseer un poder inexplicable para hacerlo más cercano. No hay buenos ni malos en esta batalla entre personajes de curiosa personalidad. En realidad, la lucha es una mirada a las fortalezas y debilidades que, unidas entre sí, sostienen un discurso singular sobre la valoración personal y la identidad.
Por supuesto, la premisa entera de My Hero Academia: Misión mundial de héroes tiene algo de tramposa. En un universo en que lo formidable se fusiona con cierta idea sobre lo corriente, la percepción acerca de lo bueno y lo malo no es simple. Casi todos los personajes tienen algún don: uno asombroso, poderoso, la mayoría de las veces incontrolable. ¿Cómo crear un escenario audaz en medio de este universo en que lo realmente curioso es la normalidad?
El film basa su premisa (finalmente) en un grupo de villanos a la altura de la peculiaridad. Pero más allá de eso, una idea sobre lo maligno que discurre desde cierta dimensión del desastre total y la destrucción de los cimientos del mundo conocido. El violento grupo terrorista Humarise, en esta ocasión, tiene un plan. Y uno a escala mundial, que asume la violencia como una idea siniestra que podría desencadenar en una hecatombe global.
El mal, el bien, los héroes
Pero a diferencia de otras propuestas en las que un grupo heroico debe enfrentar una experiencia apocalíptica, My Hero Academia: Misión mundial de héroes se concentra en los personajes. Tanto como para que la sensación sea que la película va en busca de un sentido del poder. En especial, cuando el argumento hace énfasis en Izuku Midoriya, quien huye de una acusación (infundada) de asesinato a gran escala y, también, del grupo de terroristas. Entre ambas cosas, este héroe que no desea serlo deberá enfrentar la disyuntiva entre protegerse y proteger.
Uno de los grandes puntos de la historia es el hecho que nada parece seguro. Kenji Nagasaki sustituye la certeza por el asombro y, también, por una conmovedora idea sobre el heroísmo espontáneo. De la misma forma que el anime, el territorio de lo ideológico, lo ético y lo poderoso se sustenta sobre algo más elaborado. Lo hace, además, a través de la idea de que el heroísmo no tiene relación con el poder. O mejor dicho, el ser poderoso no es especialmente heroico. Y para demostrarlo, en esta oportunidad hay personajes con capacidades dentro del grupo terrorista.
Por supuesto, hay una clara influencia de Marvel y otros universos semejantes en My Hero Academia: Misión mundial de héroes. En especial, porque el creador del anime Kōhei Horikoshi es fanático de los mundos superheroicos norteamericanos. Pero más allá de sus influencias (enormes, reconocibles y todas entrañables), My Hero Academia es una versión sobre el corazón del héroe. Lo que nos hace a todos capaces de crear el bien, además de aspirar a luchar por los ideales.
En su tercer film, esta premisa es más evidente que nunca. Acompañado de una animación extraordinaria y un salto visual de considerable interés, My Hero Academia: Misión mundial de héroes es la mejor película hasta ahora de la franquicia. Y también, sin duda, la más emocional, poderosa y con el planteamiento más claro sobre el origen real de la historia. La capacidad de cada uno de sus personajes de mostrar lo peor y lo mejor de sí mismo.
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